El Real Valladolid ha cuajado un primer tramo del curso con altibajos, con luces pero también con sombras, días buenos y días para olvidar. Con el fichaje de Garitano este verano este pasado verano se buscaba un fútbol, quizá no muy vistoso, pero eficaz, siendo sólidos en defensa y buscando rápidamente la portería rival. Se pretendía un estilo de juego basado en el trabajo, la cohesión de todas las líneas y la verticalidad. Nada más lejos de la realidad. El equipo ni daba seguridad alguna atrás ni lograba hacer daño al rival. Los goles caían del lado del contrario con mucha mayor facilidad que a favor del Pucela y pasaban las semanas sin que la cosa mejorara.

Afortunadamente, el cambio de cromos en el banquillo ha demostrado ser todo un acierto por parte de la directiva vallisoletana y de la mano de Miguel Ángel Portugal el equipo ha logrado una sensible mejoría, tanto en juego como en resultados. La vida en Zorrilla es un poco más fácil. El técnico burgalés ha lavado la cara al cuadro castellano-leonés y la afición vuelve a ilusionarse. El equipo defiende mejor, juega mejor y también marca más goles. Sin embargo, no es suficiente. Al fin y al cabo este hermoso y apasionante deporte consiste en macar más goles que el rival, y en Valladolid saben que las opciones que puedan tener de retornar a Primera pasan por el buen hacer de sus jugadores ofensivos, pero lo cierto es que, a pesar de haber mejorado sus números con el nuevo “míster”, todavía tienen que dar un mejor rendimiento ofensivo. Y es que el Real Valladolid tiene un problema bastante serio que limita sus aspiraciones y objetivos: sus delanteros no marcan.

Rodri: de todo menos gol

Rodri Ríos, el “9” habitual en estos primeros meses, es el único delantero centro del Real Valladolid que ya ha visto puerta, pero 3 goles en 17 partidos jugados, solamente 3 en 1126 minutos jugados, es un bagaje bastante pobre para el ariete titular de un equipo cuyo objetivo a principio de temporada no era otro que el ascenso directo a la máxima división de nuestro fútbol. El futbolista soriano no lo está haciendo mal: no para de moverse por todo el ataque, siempre tira buenos desmarques, libera de marca a sus compañeros y les abre espacios con sus carreras, combina con facilidad… Pero falla en el remate. No es un “killer”. No tiene ese instinto asesino, no tiene la portería rival entre ceja y ceja. No es un oportunista, no está en el momento adecuado en el lugar preciso.

Por sus características, parece más un mediapunta que la referencia en ataque. Sus movimientos son mejores que sus definiciones. Goza de una buena conducción de balón, una técnica curiosa y una carrera elegante, pero jugando solo él en punta, se echa en falta más mordiente. Sencillamente y aunque suene tonto decirlo así, se requiere un delantero con más gol. En su favor hay que decir que influye, y mucho, en el juego del equipo, y hace mejores a los jugadores de segunda línea como Villar, Óscar, Mojica o Guzmán. Ya ha dado dos asistencias de gol.

Fotografía: Real Valladolid.

Diego Rubio: un guerrero con la pólvora mojada

Otro caso bien distinto es el del Diego Rubio. El chileno sí es un delantero referencia. Sí es un rematador. De esos que fija a los centrales y trabaja sin descanso para batir al portero que tiene en frente. Rubio no ha marcado todavía, si bien es cierto que ha tenido muchos menos minutos de juego que su compañero Rodri, 298 repartidos en 10 encuentros. Pero a pesar de su sequía goleadora, y siendo conscientes de la importancia de las cifras en esta demarcación, este menudo aunque rocoso punta procedente del Sporting de Portugal es del gusto de la afición por una sencilla razón: da el 100% durante los 90 minutos. Es incansable, se pelea con todo el que se ponga delante, no deja de pedir el balón, de presionar la salida del rival, de intentar aportar al equipo sea como sea.

Empezó la temporada sin contar para Garitano, jornadas después pasó a ser el habitual revulsivo en sustitución de Rodri y en los últimos partidos con Portugal ya ha encadenado varias titularidades seguidas. No es un prodigio técnico, pero demuestra una gran inteligencia con y sin balón, una valentía y una entrega admirables y una insistencia de cara a portería que invitan a ser optimistas respecto a sus prestaciones en el futuro. Además, su juventud -sólo tiene 22 años- le otorga un amplio margen de mejora. Viéndole jugar, da la sensación de que el gol llegará, y que, una vez que llegué el primero, vendrán muchos más. Al igual que Rodri, ha repartido ya dos asistencias.

Fotografía: Real Valladolid.

Erick Moreno: ¿realmente se le espera?

Por último, tenemos a Erick Moreno, del que hay poco que decir. Llegó como cedido del Sporting de Braga luso y únicamente ha disputado 16 minutos de juego en los que su imagen fue realmente decepcionante. Se le vio fuera de forma, apenas hizo nada más que perder un par de balones, y dio la impresión de no dar el nivel para la Liga Adelante. Su incidencia en el equipo ha sido meramente testimonial y no tiene pinta de que la cosa vaya a cambiar. Se ha llegado a rumorear que el Real Valladolid prescindiría de los servicios del colombiano antes de tiempo, en este mismo mercado invernal, debido a su bajo rendimiento.

También dos jugadores de tres cuartos de campo como el "pichichi" Juan Villar y Alejandro Alfaro han adelantado puntualmente su posición para ocupar esta demarcación, pero se quedaron más en experimentos por necesidad que en opciones reales a las que dar continuidad. En cualquier caso, Braulio Vázquez, director deportivo del club, ya ha declarado que, además de un zaguero, buscan un delantero centro para reencontrarse así con el mejor amigo de todo ariete que se precie: el gol.

Fotografía: Real Valladolid.