Equipos menores como el Numancia, la Ponferradina o el Huesca habían conseguido que el Nuevo José Zorrilla fuera de todo menos un fortín. Las buenas maneras mostradas por el Real Valladolid a domicilio se frustraban cuando les tocaba refrendarlas ante su público. Así, con un andar dubitativo, los castellanos no lograban engancharse a los puestos de arriba, objetivo fundamental de la temporada. La visita de este sábado a Zorrilla del Llagostera, capaz de sacar solo dos de los 45 puntos que ha disputado a domicilio, se antojaba como bálsamo y punto de inflexión para detener los tropiezos en casa.

No obstante, las múltiples bajas sobre la plantilla de Portugal hicieron que la convocatoria fuera poco inusual. Lo primero, contó con 17 efectivo y no los 18 de rigor. Entre ellos, Anuar y Cristian para complementar los solo 15 jugadores del primer equipo para el entrenador de Quintanilla de las Viñas. El once por el que apostó el técnico local trató de imitar lo máximo posible al que salió en Oviedo, con Hermoso en el centro de la defensa en el lugar de Marcelo Silva, Samuel donde el sancionado Juanpe y Chica, a banda cambiada, como reemplazo de Nikos.

Inicio de dudas

Los pucelanos sabían de la importancia de sacar tres puntos en su propio estadio, y esos nervios se hicieron notar en el primer tramo del choque. Sin que los catalanes generaran grandes ocasiones más allá de alguna tímida llegada, tampoco los de blanco y violeta se hicieron meritorios de un gol. Tras varios conatos de reyerta futbolística, fruto de varios roces entre miembros de uno y de otro equipo, a punto estuvo de cambiar el turno del partido. Borja asestó un cabezazo de esos que no tumbarían ni a una mosca pero sí a un rival propenso al teatro aunque, igualmente, digna de expulsión por agresión. El árbitro no vio clara la roja y lo dejó en una amarilla que permitió al gallego seguir mejorando su rendimiento en la medular.

Entre el canterano madridista y Tiba, que sigue elevando sus prestaciones, pronto se hicieron con el dominio del juego. El primero, en materia de recuperación, permitió que el segundo se dedicara a crear y a abrir a banda o buscar esféricos en profundidad. Buenas nuevas para su entrenador, que ante las lesiones de su pareja titular compuesta por Rubio y Leao, ha visto como sus suplentes han dado un paso adelante en favor de la organización del Valladolid.

De uno de esos balones en banda salió algo que no hubiera sido posible hace no tantos meses. Mojica, en una de esas acciones de lucidez que emanan de su zurda, aprovechó por la izquierda su velocidad endiablada para emitir un muy buen cuero al área. Allí aguardaba Roger, cuya ausencia en la primera vuelta ha sido más que añorada. El levantino se estiró al máximo para, quién sabe si con la planta de los pies, empujar a las redes el primer gol, el que hay que meter, el de la confianza, el de los cimientos, el que solo meten los buenos.

Una base sobre la que crecer

La diana del '23' brindó ese aire de ánimo y espaldarazo para sus compañeros, a quienes les empezaron a salir las cosas. Los pases llegaban a pies amigos sin ser interrumpidos, la defensa no notaba las no pocas ausencias y, por encima de todo, la sensación de solidez que tan necesaria es para acercarse a lo alto. El otras veces salvador Kepa fue un espectador no de lujo sino desdichado, solo bajo la pertinaz lluvia que dejó el césped muy perjudicado. Con el vasco aislado, el balón merodeó más el arco rival que el propio sin que fuese un asedio.

Con la posesión como herramienta, el Real Valladolid supo contemporizar y aguantar bien el tempo del partido. Cabe reseñar la labor de Rennella, omnipresente en la línea de tres cuartos para bajar los balones en largo o abrir huecos para Roger o los hombres de banda. Suya fue la constatación de que los tres puntos se quedaban en Zorrilla con un gol que quizá no fuera suyo, pues fue resultado de un barullo en el área pequeña tras un córner lanzado por el francoitaliano, pero ante el ánimo de los espectadores y que la pantalla se lo atribuyese, bien vale para que Enzo se lleve la alegría del doblete.

Mientras el estadio hacía la ola en un alarde de optimismo y de frío para desentumecer su extremidades, el Pucela prolongó la sensación de seguridad en sí mismo evidenciada en el Tartiere. Sin grandes alardes, los castellanos rubricaron la goleada con otro tanto del exdelantero del Betis tras otro balón sin dueño en el área del Llagostera. Buen trabajo de Rodri en los 15 minutos que le dejó jugar Portugal para demostrar que si los dos titulares bajan la guardia, él está preparado para tener oportunidades.

Opciones para todos

Dentro de este típico partido resuelto sin gran brillo pero con eficacia como bandera, pudo haber aspectos mejorables pero no en el campo, sino desde el banquillo. El encuentro estaba controlado y dominado, pero ante la baja de Leao y Rubio para las próximas semanas, la amarilla que vio Borja en su lance de la primera parte lo erigió como digno candidato de ser sustituido para evitar riesgos. Sin embargo, fue Tiba y no él quien no completó el partido. Una tonta zancadilla a un oponente casi deja a los locales con diez, pero afortunadamente no hubo tal drama.

Por otro lado, con el encuentro sentenciado y con Mojica cansado y Villar impreciso, Óscar y Guzmán podrían haber saltado al campo un poco antes. Cuarto de hora y diez minutos tuvieron respectivamente, pobre bagaje para un suplente que anhela tener protagonismo. Es importante que de cara a nuevas lesiones la segunda unidad esté preparada y se sienta importante dentro de su rol. En el caso de los defensas, entre sanciones y problemas físicos ha habido mucho movimiento en el once, y los que han salido para sustituir a los titulares han hecho un buen trabajo, como en la victoria ante los de Palamós, demostrando que la competencia es vital en un grupo de trabajo.

Con este triunfo los de Zorrilla enlazan dos victorias seguidas y se aproximan a los seis primeros puestos de la lista. Sin hacer un partido de hemeroteca, los de Portugal asumen ya la dinámica de ganar puntos para postularse como candidatos al ascenso. Sea como sea, sacar tres puntos cada fin de semana y que jugar en casa no sea un lastre es fundamental para que no sea utópico que un equipo vestido de blanco y violeta ocupe el playoff a final de temporada.