A solo cuatro del playoff. Un empate en el último minuto, y tres de distancia. Un encuentro grande por disputarse, ante uno de los equipos más regulares del campeonato, pero menos en forma de las últimas semanas. Y el resultado, un nuevo batacazo, por no decir el casi definitivo. No se puede afirmar esto con toda probabilidad porque viendo esta Liga Adelante, cualquier cosa puede pasar. Casi cualquiera, pero con el Real Valladolid todo parece muy claro. Queda ya mostrado que es un conjunto irregular, queda ya demostrado que le ha faltado siempre un punto para estar arriba. Y ahora, queda demostrado que el playoff, a día de hoy, es una utopía.

La derrota en Leganés deja peores sensaciones que la catástrofe de Miranda, de hecho, es de dimensiones mayores que aquel encuentro en Anduva. Simplemente por el hecho que el Pucela, en la localidad burgalesa, compitió al menos 15 minutos. El pasado sábado en Butarque apenas se mantuvo en pie los primeros cinco. Errores infantiles, de concentración y un juego que sería muy complicado de explicar a alguien que no sea habitual observador del Real Valladolid. Es un juego inexistente. Ni balones en largo, ni toque desde atrás. Los de Portugal mostraron su peor cara en el campo pepinero, dando la impresión de ser un equipo que va a la deriva, sin rumbo, tocado y hundido.

Demasiados errores, pocos aciertos

En un análisis más táctico y menos emocional, el Real Valladolid planteó un encuentro con permutas en su alineación inicial. De los dos delanteros se pasó al único punta, buscando reforzar el centro del campo y posicionar a un centrocampista creador como es Tiba como mediapunta, una demarcación en la que por el momento no ha brillado con la elástica albivioleta. Partiendo de la base de tener jugadores ya en posiciones que no son sus habituales, pero en las que perfectamente pueden actuar, el conjunto pucelano buscó poblar el centro y superar a la pareja de expucelanos formada por Timor y Sastre. Nada más lejos de la realidad, estos dos futbolistas, pitados en Zorrilla, completaron un magnífico encuentro y se impusieron en todo momento a Boja y Álvaro Rubio, que no encontraron facilidades para mover el cuero.

Por las bandas, Juan Villar siguió desaparecido como en los últimos dos encuentros –salvo ese extraordinario gol ante el Almería– y Mojica continuó con sus malas actuaciones en buenas jugadas mal finalizadas, junto con acciones totalmente desafortunadas en las que abusó de las individualidades. Y si estos dos futbolistas no tienen su tarde, el Real Valladolid no crea absolutamente nada de peligro. De hecho, la mejor de los pucelanos llegó con un centro del colombiano y un remate del ‘7’ tras una buena diagonal. Ese fue todo el caudal ofensivo de un Real Valladolid que volvió a las andadas en defensa, dejando rematar solos a jugadores del Leganés dentro del área, mostrándose como un equipo muy débil en su propio campo. El resultado, cuatro goles y cero oportunidades de remontar tras el primero.

¿Y ahora qué?

El problema ahora mismo es el destino de este Real Valladolid. El rostro de Miguel Ángel Portugal justo al salir de Butarque invitaba a pensar que esta aventura del ascenso se había acabado. Futbolistas como Álvaro Rubio, Marcelo Silva o Borja, abatidos, derrotados. Con tres puntos de desventaja al comenzar la jornada respecto al playoff, pueden  convertirse en seis, o lo que es lo mismo, dos choques de diferencia. Algo que obligaría al Real Valladolid a vencer al menos dos seguidos, tres para abordar los puestos cabeceros, y eso es algo que nunca ha sucedido este curso, por lo que en uno de los peores momentos del año, después de una de las peores derrotas en la historia reciente del Pucela, es muy complicado de realizar y, sobre todo, de esperar.

Y lo peor de todo es el calendario. Por delante, en el futuro más próximo, se encuentran Real Zaragoza y Osasuna, dos conjuntos que también quieren estar en playoff, que pelean por ello, y necesitarán sumar tres puntos ante un Real Valladolid que si quiere al menos soñar con reengancharse debe vencer a ambos. Complicado, ya que los maños, no sin estar tampoco en su mejor momento, siempre son un conjunto guerrero y con futbolistas de calidad; mientras que los rojillos en su estadio son un rival muy negativo para el conjunto blanquivioleta. Dos encuentros para saber si el terreno de nadie será el lugar de este Real Valladolid o el milagro todavía es posible.

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