Por quinta semana consecutiva, el Real Valladolid vuelve a dejarle claro a los aficionados más optimistas que lo del ascenso es más cosa de locos que de cuerdos. Tras un ilusorio 3-0 sobre una Llagostera en puestos de descenso, solo un punto de los últimos 15 llevan a los castellanos a vagar por la tabla sin más esperanza que la que concede la matemática. 

La derrota frente al CA Osasuna deja retratado al cuerpo técnico, cuya capacidad de reacción volvió a quedar en entredicho. Ya con un gol en contra, la permuta obligada de Juanpe, lesionado, abría la puerta a cambios de posiciones como bajar a Mojica al lateral zurdo, que Nikos ocupara el centro de la zaga y apostar por algún hombre en ataque para la banda izquierda. Sin embargo, fue otro zaguero el que salió en su lugar, Samuel Llorca. Lo mismo sucedió unos minutos después con la entrada de Borja por Álvaro Rubio, puesto que Miguel Ángel Portugal declinó la posibilidad de introducir a algún hombre más peligroso. 

Rennella solo entró al campo en el puesto de Manu del Moral, que ocupó junto a Rodri la punta de ataque, en otro cambio sin excesiva ambición ofensiva. En cuanto al partido de la próxima jornada, Borja Fernández no podrá estar disponible para el entrenador a causa de una amarilla que se suma a las cuatro que ya tenía en su haber.

El once titular contó con la novedad ofensiva de Rodri, que se aprovechó de la sanción que afecta a Roger y de las molestias sufridas por Rennella en las últimas semanas. Por su parte, Nikos Karampelas recuperó su posición en el lateral izquierdo tras varias semanas lesionado.

Villar, máximo artillero del cuadro castellano, marró dos ocasiones que podrían haber modificado el sino del partido. Con esta derrota ya son cinco los partidos enlazados en los que los pucelanos no consiguen la victoria, entrando así en barrena cuando ya quedan pocos puntos por disputar en busca del objetivo del ascenso, en lo que ya solo algunos creen.