Soluciones. Remedios, rezos, milagros y, sobre todo, soluciones. Eso necesita este Real Valladolid, ya no solo en cuanto a los once que corretean semanalmente en campos de todo el país, sino que es la ausencia de rumbo lo que más asusta de un equipo con su solera, su historia y, ante todo, una masa social que se traga su orgullo cuando mira el periódico y ve a su Pucela en el tercio bajo de la tabla, y no precisamente en Primera división.

Garitano dijo adiós sin que los jugadores asimilaran su modelo de juego, Portugal no logró que funcionara su apuesta por la combinación, y este revoltijo se lo encuentra Alberto López, que bastante tiene con confeccionar alineaciones semana tras semana. En su segundo partido como entrenador albivioleta, curiosamente en Álava, donde inició su andadura como técnico, el vasco apostó por un 4-2-3-1 que llevaba sin verse varias semanas, con Tiba como centrocampista más adelantado y acompañado por Roger en ataque.

Defensa de alevines

Las variaciones del que fuera portero no sirvieron para proteger a su vigente guardameta, un Kepa que tuvo que detener los ataques de Toquero y Juli, que hubieran perforado la meta visitante de no haber sido por la cabezonería bajo palos de Arrizabalaga, último guardián de la portería, una portería que su defensa no debe apreciar demasiado, a juzgar por la apatía y los errores que transmite la zaga castellana. Puro nerviosismo, pura desconfianza en sí mismos, más pendientes de que el de blanco y azul falle que de detener sus acometidas.

Mientras Hermoso sigue dando ánimos a muchos niños que ven estos partidos, que se ven capaces de llegar al fútbol de élite si siguen el ejemplo del madrileño, Juanpe y Samuel sufren lo indecible ante los jugadores ofensivos del adversario. Como la única manera de que sea imposible recibir goles es tener el balón, cabría esperar un intento pucelano por conservar el balón. Nones.

Solo la calidad individual de los atacantes visitantes, que en el plano individual son tan buenos como poco compenetrados en el conjunto de sus compañeros, pudo inquietar a Pacheco. Una llegada tímida de Tiba y un cabezazo de Villar, que remató fatal un buen envío de Mojica, fueron el bagaje en ataque de un equipo que bastante tuvo con defenderse y aguantar atrás sin recibir tantos en contra. El objetivo de no ir perdiendo al descanso, por lo menos, se cumplió.

El paso pro vestuarios no cambió la tónica, con un Alavés cómodo, bien plantado y con el sello Bordalás bien tatuado: intensidad e impedir a base de presión que cualquier rival pueda estar a gusto sobre el césped. Ya quisiera el Real Valladolid esa impronta de coraje, de defender al escudo con todo, apoyar al compañero como si fuera un hermano y no confundir la testiculina con el orgullo: son cosas bien distintas.

Como era de esperar ante el dominio local y la esterilidad castellana, tuvo que llegar el gol. Cómo no, en un nuevo despropósito defensivo. Balón colgado al área de Kepa que Samuel, un hombretón de 1,90 y fuerte como él solo, despeja suevamente hacia su espalda. Juli, con sangre fría de cirujano, envía el pase de la muerte para que el recién ingresado Barreiro empuje a placer.

Respuesta y desgracia

Gol, mazazo y cambio. Óscar, tras varias semanas desaparecido por problemas de espalda, hizo acto de presencia por un Borja amonestado y desfondado, tan encomiable como aislado en el esfuerzo. Será por la entrada del charro o por azar divino, pero la verdad es que al momento el Real Valladolid igualó la contienda. El 10 inicia la jugada, Tiba busca a Mojica en profundidad, cuyo pase tropieza en la defensa y Roger, en su séptima diana desde que retornó en invierno, no perdona.

Veinte minutos e igualada. El conjunto visitante, pese a su inoperancia en zaga, al menos mostró la fluidez ofensiva que se les presume a unos futbolistas con esos nombres y apellidos. El Alavés, por su parte, no cejó en su empeño de ir a por Kepa y de asustar a Alberto López, observador desde la banda de un equipo dividido en dos: una línea ofensiva que muchos equipos de lo alto de la clasificación envidiarían y una retaguardia más propia de un equipo que pelea por no descender. Este Pucela no es muy de términos medios.

Con los de Bordalás anonadados con el gol inesperado, los de blanco y violeta empezaron a creérselo. Pacheco, solo enfocado para recoger un balón de sus redes y en alguna llegada ocasional hasta entonces, salvó a los locales tras un magnífico remate de cabeza de Roger, que no ve claro eso de rendirse. Óscar, desaparecido en combate a lo largo de la temporada, mostró que si quiere -y puede- es un jugador troncal en este Valladolid.

Pero este Pucela no está hecho para hacer felices a los suyos. Como la mala suerte llega y la buena se busca, la desgracia se cernió sobre los visitantes. Jugada estupenda de Juli, soberbio en todo momento, que cuelga al área para que cabecee a placer su compañero Llamas, tan a placer que a la defensa anteriormente mencionada solo le hizo falta aplaudir el gol local.

Con los tres cambios agotados por parte de los vascos, Bordalás hizo esa permuta que no lleva dorsal a la espalda: el otro fútbol. El guardameta Pacheco, en el suelo como si un rayo hubiera caído sobre él; dos balones sobre el césped, oh casualidad; la afición, rendida a los suyos y hostigando a los de Pucela, incapaces de sobreponerse al resultado adverso ni con los clásicos balones colgados.

Derrota, una más, de un Real Valladolid que tendrá que pelear por mantener la categoría. Quién lo iba a decir hace no mucho, quién no firma la permanencia a fecha de hoy. Las dinámicas lo son todo en este deporte, y pese a la igualada de Roger, un conjunto tan hundido como el castellano es incapaz de superar una situación difícil. 

Puntuaciones del Real Valladolid

KEPA  7
MOYANO 4
SAMUEL 3
JUANPE 3
HERMOSO 3
LEAO 4
BORJA 6
LEAO 4
VILLAR 5
MOJICA 4
TIBA 6
ROGER 7
ÓSCAR 6
GUZMÁN S.C.
RODRI S.C.
ALBERTO LÓPEZ 5