Si algo sorprende acerca del Real Valladolid esta temporada, es su clara distinción entre los partidos en casa y los partidos a domicilio. Diferencias abismales que, en muchas ocasiones, conducen a resultados desfavorables a un equipo que no es todo lo compacto que quisiera. Los partidos como local podrían, perfectamente, identificarse con el poderío ofensivo del conjunto blanquivioleta, mientras que los choques como visitantes se comparan con esa debilidad defensiva, una debilidad cada vez más patente lejos de Zorrilla.

Actualmente, el Real Valladolid ocupa la octava posición en la Liga 123, sumando un total de 42 puntos de 81 posibles, es decir, poco más del 50%. Los vallisoletanos, ubicados a tan solo dos puntos del CD Numancia, equipo referencia en la zona del Play-Off, y a cinco del Rayo Vallecano y del Cádiz, que marcan el ascenso directo, poseen la mayor eficiencia ofensiva en toda la categoría de plata, acumulando 48 goles anotados en 27 jornadas, pero también una de las mayores deficiencias en el apartado defensivo, habiendo concedido un total de 41 goles, cifra solo superada por la Cultural Leonesa, el Córdoba y el Lorca, todos ellos en descenso.

Habiendo resumido todos estos datos, toca ahora hablar del desempeño tanto en Zorrilla, como lejos de nuestro estadio. En el José Zorrilla, que ayer cumplía 36 años, el Real Valladolid está de dulce; pese a comenzar esta temporada con una derrota por 1-2 ante el Barcelona B, los blanquivioletas han sido capaces de sumar cinco victorias consecutivas en nuestro feudo, hecho que ha provocado que el Pucela vuelva a estar en la "pomada", compitiendo seriamente por los objetivos y derrotando a conjuntos como el Huesca, líder de la competición, este pasado viernes; Granada, cuarto clasificado, u Oviedo, quinto en la tabla, y sacando valiosos puntos ante combinados como el Lugo, también presente en esa lucha. Resultados muy positivos, pero también mejorables, que hacen que el pésimo desempeño como visitante sea opacado.

Fuera de casa, el guión es completamente distinto. Saliendo a asegurar el empate, y con escasos recursos, el Valladolid cedió puntos en León, Almería o Albacete, ciudades donde sus equipos pasan por situaciones comprometidas, además de en Huesca, Cádiz, Vallecas, Granada o Pamplona, todos ellos rivales directos por el tan codiciado ascenso. Resultados paupérrimos, en los que se exhibieron, claramente, nuestras evidentes carencias defensivas, como aquel 4-1 ante el Rayo Vallecano, ese nefasto 4-2 ante Osasuna, cuando el equipo lideraba 1-2 a falta de 20 minutos, o el 4-4 ante la Cultural Leonesa cuando, en el minuto 80, campeaba un 2-4 en el marcador.

Una de las razones para justificar esta exagerada dicotomía es, probablemente, el cansancio. La escasa rotación en el equipo titular llevada a cabo por Luis César Sampedro puede provocar la fatiga de jugadores como Antoñito, Borja, Luismi o Jaime Mata, hombres de plena confianza para el entrenador y que lo juegan prácticamente todo, provocando un bajón de rendimiento lejos de Zorrilla. Otro de los factores que condicionan al equipo puede ser la clave mental; ciertos equipos se motivan jugando en casa, ante su público, amilanándose a la hora de disputar un encuentro ante un respetable hostil, o en un campo, por instalaciones o comodidad, nada parecido al suyo. En cualquier caso, es un hecho que el Real Valladolid debe equilibrar el baremo local-visitante; para subir a Primera División, es necesario crecerse en ambientes desconocidos, ante situaciones adversas. Como ya vimos el año pasado, un punto puede ser la diferencia entre seguir luchando o decir adiós; por ello, cualquier beneficio sacado en territorio ajeno puede ser decisivo, determinante, a la hora de la verdad. Puede significar la diferencia entre volver a codearnos en la élite, o seguir un año más en el "infierno".