El 17 de julio del pasado año el zaragocismo salió a la calle. La afición del Real Zaragoza estaba hastiada y desesperada tras ocho años de agapitismo. Una etapa que estaba a punto de llegar a su fin, pero que a poco estuvo de arrastrar al conjunto aragonés a la desaparición. Es más, el lema de la manifestación era “Final por la Supervivencia”   

Durante esa calurosa tarde de julio, miles de zaragocistas se reunieron en la Plaza del Pilar y mostraron su indignación por las principales calles de la capital aragonesa. No podían estar más hartos. Sin embargo, dos semanas después, los acontecimientos viraron radicalmente. Que el paquete accionarial cambiara de manos podía suponer la vuelta de la estabilidad, la paz social y algo muy importante para el club: la reconciliación con sus seguidores.

La temporada en la que volvió la sintonía con la grada

Los maños han tenido que soportar de todo: dos descensos, partidos de un bajo nivel futbolístico, el segundo concurso de acreedores con el pasivo más grande de la historia del fútbol español (solo superado por el del Rayo Vallecano), varios jugadores que demostraron escaso amor por el escudo del león rampante, nuevos proyectos futbolísticos cada año, un carrusel interminable de entrenadores y ningún atisbo de estabilidad deportiva e institucional.

Desde que la Fundación Zaragoza 2032 se hiciera cargo de la mayoría accionarial de la entidad aragonesa el pasado verano, parece que la ilusión volvió a aparecer en las gradas del estadio municipal. Con el reto de conformar en un mes un proyecto deportivo para toda una campaña, el zaragocismo se mostró comprensible, incluso muchas personas volvieron a abonarse al club de su vida tras una etapa de destierro voluntario.

En el primer partido de la temporada disputado en La Romareda, llegaba el Osasuna. Fue en ese envite en el que se respiró un ambiente totalmente diferente. Se notaba que el zaragocismo estaba viviendo una etapa de renovación profunda con el fin último de recuperar los valores que antaño le hicieron uno de los mejores clubes del fútbol español. Esa tarde se logró revitalizar una conexión entre jugadores y seguidores. Esa tarde, equipo y afición se dieron cuenta de que, si volvían a estar juntos, tenían un futuro prometedor por delante.

Desde el primer partido contra el Osasuna, se respiró un ambiente totalmente diferente Es cierto que el conjunto aragonés ha tenido sus más y sus menos, incluido un cese de entrenador en mitad de curso. Incluso se han producido malos resultados y partidos totalmente inaguantables para cualquier aficionado enamorado del deporte rey. Sin embargo, los maños no han dejado de confiar y apoyar a su equipo hasta sujetarlo en ese sexto puesto que le dio derecho a disputar los playoffs de ascenso a Primera División.

El león vuelve a rugir

En la ida disputada en Zaragoza frente al Girona, los aficionados zaragocistas no llenaron el campo, pero se dejaron la garganta por su equipo. Sin embargo, un cubo de agua helada cayó sobre sus ilusiones con el inmerecido resultado final (0-3). A pesar de ello, alrededor de 300 valientes creyeron en la remontada y acompañaron a los suyos hasta Montilivi. Y así sucedió. Los blanquillos golearon 1-4 a los gerundenses y lanzaron un mensaje que puede quedar marcado en la historia del club: el Real Zaragoza está volviendo a ser el de siempre.

Ahora que el zaragocismo se encuentra a las puertas del cielo, La Romareda tiene que volver a ser una olla a presión. Las entradas se han agotado y esta tarde habrá lleno total. El estadio municipal volverá a sentir ese halo maravilloso y especial que tienen las noches mágicas. Esas noches donde no importaba la trascendencia de lo que se disputaba (si las semifinales de una Recopa contra el Chelsea o la promoción frente al Murcia), solo importaba esa conexión especial entre afición y equipo que ha llevado en incontables ocasiones al conjunto aragonés a la victoria. Hoy, es la noche de La Romareda.