Yassine Bono (Montreal, Canadá; 1991) lloraba desconsoladamente en el Estadio de Gran Canaria sobre los hombros de Andoni Cedrún, un guardameta histórico para el zaragocismo. El cancerbero había cometido una salida en falso (algo no muy habitual en él) en el tanto que rubricó el ascenso de la UD Las Palmas. Ese yerro disipaba no solo un buen partido, sino un gran final de temporada para el cancerbero. Una campaña convulsa en la portería que acabó con la titularidad indiscutible de Yassi.

Después de todo lo vivido la temporada anterior, el marroquí lo tenía claro desde que finalizó la cesión en la capital del Ebro. Volvió a Madrid con una única petición al Atlético: alargar la cesión un año más. Y así se hizo. Bono no piensa en otra cosa que enmendar ese error y continuar con las buenas actuaciones que le otorgaron la vitola de titular.

Durante este curso tendrá la competencia de Manu Herrera, un portero veterano y experimentado bajo los palos. Será un duro rival con el que competir por la portería maña, pero también se puede conformar una dupla perfecta: un portero con mucho futuro y con un aplomo y seguridad tremenda, junto con la experiencia, la agilidad y la sabiduría de otro. Además, tampoco habrá tercer portero, ya que Pablo Alcolea se marchará en los próximos días a otro club en el que disponga de minutos de juego.

Trayectoria

El guardameta comenzó en las categorías inferiores del Wydad de Casablanca, ciudad en la que residía desde pequeño. Enseguida, el Atlético de Madrid deparó en el futuro que podía llegar a tener, y lo fichó en el 2012 para que jugara en el filial rojiblanco. En la primera campaña como colchonero (2012/2013) disputó 24 partidos, por 23 de la segunda (2013/2014), ambas en Segunda División B.

Durante la pasada, fue cedido al Real Zaragoza, debutando en la categoría de plata el fútbol español. Se encontró frente a una situación atípica en un equipo: tres porteros con las mismas posibilidades de ser titulares. En los primeros encuentros ligueros, Whalley fue el elegido, ya que desde el comienzo de la competición Víctor Muñoz había demostrado su preferencia por el canterano.

Una vez sustituido el entrenador aragonés por Ranko Popovic, Bono comenzó a ganar protagonismo. En un primer momento, el serbio siguió con Whalley de titular, pero el marroquí le ganó la posición. Su debut con la casaca zaragocista no fue el mejor, ya que encajó cinco tantos frente a la UD Las Palmas, pero poco a poco fue a más, igual que sus compañeros a nivel colectivo.  

Es cierto que, tras su lesión en Mendizorroza, Pablo Alcolea comenzó a ganar protagonismo, pero al final de temporada, Popovic y la afición tuvieron muy claro que Bono era el que debía defender la portería. Tras dicho año alterado, el marroquí sumó 19 partidos, en los que encajó 25 goles (incluida la promoción de ascenso).  

Características

Bono se confirmó la temporada pasada como un portero muy seguro. Esa es la principal característica que le define como cancerbero. Su estatura le permite, por un lado, resolver con simpleza todas las jugadas aéreas (a excepción de los naturales fallos que todo jugador puede tener, como el que comentamos al principio), sin que ningún balón colgado al área suponga peligro alguno para las inmediaciones zaragocistas.

Bono es seguro y resuelve las jugadas con simpleza, evitando frivolidades innecesarias Otras de sus habilidades es la simpleza con la que resuelve las jugadas. El de Casablanca es el típico portero que prefiere parar esféricos de la forma más fácil posible que lucirse con grandes estiradas innecesarias. Eso sí, cuando es necesario lucirse para sacar una mano que evite el tanto, lo hace sin problemas.

Esta puede ser la temporada de su confirmación como meta de futuro en el fútbol español. Solo deberá pulir algunos detalles técnicos, como cierta coordinación y mejorar un poco el juego con los pies, algo que por otra parte se le va a exigir en el conjunto aragonés, pero que le completaría a la perfección como portero.

El objetivo de Bono está claro: quiere convertir las lágrimas con las que acabó la temporada anterior, en una sonrisa que simbolice, por un lado, la vuelta del Real Zaragoza a la máxima categoría del fútbol nacional; y por otro, la confirmación del triunfo a nivel individual.