El Real Zaragoza afrontaba el partido con la ausencia de su principal baluarte, Pedro. Los maños acusaron su baja durante todo el partido, pero donde más se notó fue en ataque. El conjunto local no logró hacerse con el encuentro e incluso en varios tramos de partido los futbolistas blanquillos parecían cansados, sobre todo en la zona ofensiva. La principal novedad era la entrada de Vallejo en el once, portando el brazalete de capitán. Pero su participación no arregló los problemas de la salida de balón que el Zaragoza había tenido en los encuentros anteriores.  Por otro lado, el mediocampo era el esperado. La titularidad de Hinestroza tras la lesión y la vuelta de Aria al once acompañaron a Jaime en la mediapunta. El centro del campo no hizo un buen partido, perjudicando a los movimientos de Ángel, que anduvo perdido y en soledad en territorio rival.

La reivindicación zaragocista de la que se hablaba en la previa del encuentro quedó en agua de borrajas. La victoria era la solución al período de crisis por el que atravesaba el Real Zaragoza, pero ese cambio de actitud deberá esperar al menos, una jornada más.

Osasuna con muy poco, hizo mucho

Los primeros momentos fueron de tanteo. Nadie conseguía tener el balón, dando lugar a un juego tosco y sin rigor por parte de ningún equipo. El Zaragoza buscaba los balones largos a la espalda de los laterales para intentar aprovechar la velocidad de Jaime e Hinestroza, pero creando poco peligro.  Los locales intentaban dominar la posesión y Osasuna se empezaba a animar en ataque esperando al Zaragoza en su campo. El conjunto navarro comenzaba a crear ocasiones poniendo en aprietos a la defensa blanquilla y haciendo fútbol con facilidad. El primer disparo a puerta del partido vino de las botas de Markel.  No obstante, la oportunidad más clara en los primeros minutos la tuvo Vallejo, tras un centro desde el costado izquierdo pero no llegó a meter la puntera encontrándose a portería vacía. Los visitantes llegaban con más claridad, mientras que el Zaragoza seguía sin disparar a puerta, llegando así las primeras intervenciones de Bono. El delantero zaragocista empezaba a moverse y a participar en el juego de su equipo, lo que llevo a la concesión de las primeras faltas peligrosas provocadas por los rojillos facilitando oportunidades al cuadro zaragocista.  

El cronómetro llegaba a los primeros veinte minutos de partido y los maños comenzaron a crear peligro por la banda de Rico. Sin embargo, el primer golpe lo dio Osasuna. Nino remató a bocajarro un balón procedente desde la banda por Roberto Torres y aprovechó la pasividad de la defensa rival, que se quedó mirando como los visitantes se adelantaban en el marcador. Desde el primer minuto se notó que el Zaragoza iba a sufrir y después del  tanto rojillo tenía que remar a contracorriente.  Los tres mediapuntas del Zaragoza no entraban en el partido y eso, sumado a la similitud en las características de Wilk y Dorca, daba pocas posibilidades al ataque blanquillo. Así llegó el final de la primera mitad, con el Zaragoza practicando un juego paupérrimo basándolo en desplazamientos largos que acababan en nada y La Romareda pidiendo más actitud a sus jugadores. 

Ni reacción, ni oposición

Tras el descanso, Popovic dio entrada a Erik Morán en sustitución de Dorca, intentando tener más posesión y facilitar la apertura a la banda de los extremos. El cambio favorecía la subida de los laterales al ataque, ya que Erik actúa más como pivote y abarca más terreno de juego. La primera gran ocasión del segundo tiempo la tuvo el Zaragoza. Hinestroza recibió un buen pase de Ángel y llegó al área pequeña de Osasuna, pero no pudo golpear con la pierna derecha y decidió cederla atrás. El remate de Aria lo detuvo Nauzet. Las cosas hasta este momento seguían igual, aunque el Zaragoza poco a poco empezaba a ofrecer su mejor cara y a merecer el empate, disfrutando de ocasiones comprometidas para Osasuna. Ranko sentó a Aria al banquillo en lugar de Ortuño para intentar ofrecer nuevas opciones a la ofensiva zaragocista. 

El buen comienzo de los aragoneses fue un espejismo, Osasuna lograba frenar esas primeras intentonas y el Zaragoza parecía que bajaba un poco los brazos. La grada comenzaba a ponerse nerviosa ante la pasividad atónita de su equipo. La entrada de Jorge Díaz al campo supuso el último cambio realizado por el entrenador serbio, desplazando a Ortuño como único punta tras la salida de Ángel. Hinestroza dejaba la banda para apoyar al delantero. El marcador marcaba ya el paso a los últimos diez minutos y el Zaragoza, sin reacción alguna, deambulaba por el campo en busca de algún despiste en la zaga rojilla del que aprovecharse. Los cambios esta vez, no fueron la solución.

El Zaragoza llegó al final del partido sin esperanza alguna y con la expulsión de Wilk por doble amonestación. Por su parte, Osasuna reforzó un cerrojo con el que jugó toda la segunda mitad.  Con el pitido final, la grada manifestó una bronca merecida a los futbolistas y al entrenador, del que pidieron su inmediata cesión. Nefasto partido del conjunto blanquillo que confirma las dudas sembradas en las jornadas pasadas.

Así lo vivimos en Vavel.com