¿Quién le iba a decir al aficionado al salir de La Romareda tras el partidazo del Trofeo Carlos Lapetra, que el Real Zaragoza iba a estar así a estas alturas? Pocos lo hubieran pensado. Sin medias tintas, nadie. Y es que el conjunto aragonés cosecha los peores números desde el descenso a la Liga Adelante en 2013. Una vez finalizada la temporada pasada, en la que sobraron aquellos ocho minutos para haber logrado el ascenso, todo eran especulaciones. "Al año que viene ascendemos directamente", decían. Sin embargo, la tortilla se ha dado la vuelta sola. Todavía es pronto, pero hasta el momento, desilusión es la palabra.

Temporada 2013/2014

Aún con Agapito en el poder, el Zaragoza confeccionó una plantilla muy justa, para no descender y con pocas expectativas de éxito. El conjunto blanquillo debutó como recién descendido contra el Hércules en Alicante, partido que empató a uno. En la segunda jornada, era el Mirandés el que visitaba La Romareda. El encuentro también acabó en tablas, pero esta vez no hubo goles. El siguiente rival de los maños fue el filial del Barça, que venció al Zaragoza por la mínima en el Mini Estadi. El cuarto encuentro enfrentó a los blanquillos contra el Lugo en feudo zaragocista, pero los gallegos se llevaron los tres puntos. Como paradoja, el Real Zaragoza también disputó dos partidos seguidos en casa en las jornadas 4 y 5. Esta vez, los locales recibían al Tenerife, conjunto al que endosaron un 3-0 con goles de Víctor Rodríguez en dos ocasiones, y de Paco Montañes. Hasta ese momento, también eran cinco los puntos que sumaban los aragoneses; sin embargo, el Mallorca ocupaba el 18º puesto en la clasificación, mientras los de Paco Herrera eran decimoséptimos.

Temporada 2014/2015

La marcha de Agapito y la entrada de la Fundación Zaragoza 2016, predecían una campaña algo más tranquila y con mejores intenciones. Víctor Muñoz continuó como entrenador y se ficharon a mejores jugadores que el año anterior; no obstante, la temporada no iba a ser fácil y el final feliz recibió un golpe de realidad.

En el primer partido de Liga, el Zaragoza viajó a Huelva con una plantilla a la que faltaban por unirse la mayoría de jugadores. El equipo, con Vallejo como principal novedad, logró sacar un empate contra un Recre que descendería ese mismo año. El segundo encuentro fue el derbi contra Osasuna, donde el conjunto aragonés sumó el segundo punto tras empatar a uno frente a los rojillos. En la tercera jornada, la historia volvía a repetirse en el Miniestadi contra los jóvenes culés. 4-1 perdieron los zaragocistas en su visita a Barcelona, varapalo en el segundo partido como visitante. De nuevo, dos encuentros seguidos en La Romareda. En el primero de ellos, termino con empate a uno frente al Sabadell. Por su parte, en el segundo se logró la primera victoria de la temporada contra el Alavés por un ajustado 1-0. En esta ocasión, el conjunto aragonés llevaba 6 puntos y se encontraba en la decimotercera posición. Tan solo uno más que este año y a tres puntos de los puestos de promoción, objetivo que alcanzarían a final de temporada con Ranko Popovic en el banquillo.

Actualidad cuestionada

Cinco partidos, cinco puntos. Ranko Popovic en el disparadero. Y la grada enfadada. Este es el resumen que acontece en el ambiente zaragocista. Acaba de empezar la temporada y tal vez, los nervios no deberían estar a este nivel. Pero un equipo que quiere subir a primera debe estar a la altura de lo que se exige y los números no son lo que corresponden.

Los dos primeros partidos del Real Zaragoza prometían un buen inicio. En la primera jornada, los aragoneses hicieron un buen partido en un campo difícil como es Anduva, aunque se tuvo que conformar con el empate. El encuentro posterior fue ilusionante. El zaragocismo vio como sus futbolistas vencían al poderoso Almería en el último instante por 3-2. Pero las cosas cambiaron en las tres jornadas siguientes. Otro empate en Leganés, y dos derrotas seguidas en La Romareda contra el Córdoba y Osasuna respectivamente. Además, el juego practicado por los blanquillos no fue del que hace disfrutar al aficionado y ni mucho menos, el que crea unión entre equipo y grada.