El Real Zaragoza logra su segunda victoria de la temporada tras imponerse al Alavés por un mínimo 1-0. Ortuño, que era titular por primera vez con la eslástica blanquilla, ha sido el autor del triunfo. A pesar de los tres puntos, el juego de los blanquillos ha dejado bastante que desear y la afición congregada en La Romareda ha sufrido hasta el dinal.

Ranko Popovic partió con un once marcado por las novedades. A pesar de estar ya disponible, el técnico mantuvo a Wilk en el banquillo y repitió con Morán, Dorca y Diamanka, cuya titularidad quedó confirmada por el propio entrenador en rueda de prensa. En defensa, Rubén volvía a la alineación para acompañar en el eje de la zaga a Cabrera, mientras que Vallejo desplazaba su posición al lateral derecho por la lesión de Bertrán. Ortuño, por su parte, le ganaba la partida a Ángel en la punta del ataque y era titular por primera vez con el cuadro blanquillo.  

Ortuño acaba con la sequía

La intensidad en el centro del campo fue la predominante durante los primeros compases de juego, incluso en ocasiones rozando la dureza por parte del conjunto de José Bordalás – el colegiado mostró dos cartulinas amarillas a los visitantes en tan apenas diez minutos-, aunque cuando el cuadro blanquillo lograba superar la presión y llevar el esférico tanto a Jaime Romero como a Hinestroza, la sensación de peligro era evidente. Precisamente, por la banda del primero llegó la primera oportunidad, pero Dorca no se mostró contundente a la hora de rematar. En una acción idéntica llegaría la ocasión más clara de los primeros minutos, pero Pacheco repelía el remate de Diamanka tras el pase de la muerte de Jaime.

No obstante, el Alavés estaba muy bien plantado sobre el terreno de juego y a los blanquillos les costaba llegar a la portería visitante, por lo que en muchos momentos se vieron obligados a recurrir al balón largo buscando la velocidad de Jaime Romero, muy activo por la el flanco derecho y que puso en serios problemas a la defensa de Bordalás. Esa era la única vía de peligro para un equipo que había perdido el tono físico con el que había comenzado la contienda. Por parte visitante, el conjunto vitoriano no fue capaz de inquietar la portería de Bono durante los primeros cuarenta y cinco minutos. La defensa, ayudada por un trabajador Erik Morán, logró frenar las débiles acometidas del conjunto vasco.

Los méritos de uno y otro equipo hacían que el marcador que relucía en La Romareda fuera un tanto injusto con el Real Zaragoza, que no había tenido suerte en el último pase. Pero eso cambió cuando ya todos los seguidores que se daban cita en el estadio aragonés pensaban en el descanso: Hinestroza, desde la banda izquierda, metía un centro sublime al que Ortuño, anticipándose a la defensa, metía la pierna para enviar el balón a las redes y acabar con una sequía de tres encuentros sin marcar por parte del cuadro maño.

Dominio visitante, pero sin clarificar

En el comienzo de la segunda mitad, Ranko Popovic se vio obligado a modificar la defensa, dando entrada a Isaac, que debutaba con el cuadro aragonés, por un Rubén González que arrastraba molestias por una acción en la primera mitad. Con esto, Vallejo dejaba el lateral derecho para volver a la posición de central. Precisamente, por el carril de Isaac llegó el primer disparo entre los tres palos, cuyo protagonista fue Toquero. El veterano delantero arrancaba desde la banda y tras deshacerse del lateral diestro, se sacaba un duro chut que lograba atajar Bono. Un primer aviso que dejaba claras las intenciones de los de Bordalás para los segundos, que daba entrada a Barreiro y Pacheco.

Ante este dominio visitante, el conjunto dirigido por Ranko Popovic optó por esperar y en una recuperación de posesión, buscar el contraataque aprovechando la velocidad de los hombres de banda, especialmente a Romero. Pero en una de estas y tras una entrada visitante, el futbolista nacido en Albacete tuvo que abandonar el terreno de juego lesionado. A estas alturas, las dudas ya se habían instaurado en La Romareda a causa de la corta renta y el empuje de los visitantes, que no terminaba de manifestarse en ocasiones claras.

Para contener las ofensivas del Alavés, el técnico zaragocista decidió refrescar el centro del campo dando esntrada a Wilk por un desfondado Diamanka. Los viistantes, siguiendo el guion de toda la segunda parte, monopolizaron la posesión y los aragoneses dieron un paso atrás, lo que permitía a los de Bordalás llegar con cierta facilidad hasta tres cuartos de campo. Los centros buscando la cabeza de Toquero fueron aumentando conforme se llegaban a los últimos minutos, pero el ariete no lograba transformarlas en peligro real. Con el pitido final, la afición por fin pudo respirar de nuevo y despidió a su equipo con aplausos, contentos por el triunfo por la mínima.