Con la intención de cambiar la dinámica como visitante llegaba el Real Zaragoza al Coliseum Alfonso Pérez. Todo iba por el cauce correcto, pero cuando el encuentro andaba en camino de acabar en tablas, apareció la desgracia en contra de los intereses blanquillos. Jorge Molina anotó la pena máxima que Bagnack provocó sobre el mismo delantero y evitó que el Zaragoza rascase algo positivo del feudo azulón. Lo más justo hubiera sido un empate, pero ya se sabe cómo es el fútbol. La faena de Agné esta semana será recuperar a sus jugadores anímicamente, merecieron mucho más.

Un Zaragoza con iniciativa, fue de más a menos

La arenga de los aficonados blanquillos desplazados, situados en una de las curvas del poco habitado Coliseum, ayudó en el comienzo a un Zaragoza descarado y con iniciativa. Agné decidió dejar a Juan Muñoz en el banco y que Ángel fuera el punta titular. Precisamente, el canario fue una de las notas negativas de cara al gol, no tuvo acierto en sus remates pese a su esfuerzo "innegociable". El campo estaba rápido debido a la lluvia, y eso perjudicó al último pase, cuyo patrón fue Cani y en menor medida, Lanzarote. Ambos centrocampistas intercambiaron posiciones en los primeros compases. La mano de Agné volvía a notarse en la presión y en el control del balón, que se fue diluyendo con el paso de los minutos.

Aunque el inicio dominante del Zaragoza ya no era el mismo, los futbolistas visitantes se situaban muy juntos en tareas defensivas y ocupaban bien los espacios en detrimento de la ofensiva azulona. Pacheco portaba el ataque de los locales y Lacen resguardaba el centro del campo, bloqueado por momentos. Zapater pilotaba el coche escoba y abrigaba el juego de un Ros desaparecido durante todo el encuentro. El Getafe desplazó su juego a las bandas para crear más peligro y Ratón tuvo que aparecer en escena, aunque las ocasiones no eran claras. El contraataque cobraba protagonismo en el lado aragonés y el partido, seguía a trompicones. El balón, en tierra de nadie, dejaba de ser cuidado.

Ángel y Jorge Molina tuvieron las mejores ocasiones del primer tiempo. El visitante en los primeros minutos, tras un pase filtrado de Cani que remató fuerte el canario pero la sacó Alberto García con una buena estirada. El ex del Betis estuvo a punto de marcar, primero a la salida de un córner, después tras un fallo de Bagnack bien solventado por Cabrera, que impidió el disparo del valenciano por bajo. El encuentro llegó al descanso con empate a cero y una sensación de inestabilidad que en los segundos 45 minutos, sacaría los colores al fútbol justo.

La desgracia que dicta sentencia

De la Fuente Ramos también quiso participar de este partido, y fue el peor de los 23 del terreno de juego. La reiteración de faltas azulonas no tuvo castigo y propició cierto descontrol en algunas escenas del partido. El Getafe se asomaba más al área del rival, pero sin peligro. Bagnack estaba siendo una solución a la lesión de Marcelo Silva y los balones colgados al campo zaragocista eran despejados automáticamente. Cuando Cani recibía el esférico, los maños se abrían como bronquios bien cuidados, pero las filtraciones no llegaban a ninguna parte. El Zaragoza mejoraba por momentos y a Agné le tocaba mover ficha.

La entrada de Barrera por Lanzarote significó una mejora en las transiciones, pero el partido estaba roto y su gobernador, en funciones. Pombo fue otra de las piezas frescas del conjunto aragonés, pero su presencia fue endeble y poco acertada. No había mucho más por donde rascar, los dos equipos daban síntomas de conformismo con el empate y no había preludio de victoria por parte de ninguno. Sin embargo, una acción de ingenuidad en las piernas Bagnack, dictó sentencia. El camerunés derribó a Jorge Molina dentro del área y el colegiado no se lo pensó. El penalti lo transformó el delantero local y dejó con la miel en los labios al Zaragoza, que tendrá la oportunidad de resarcirse la semana que viene contra el Reus en La Romareda.

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Jesús López
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