El Real Zaragoza volvía a La Romareda tras su particular crucero en Huesca con Cani como titular en detrimento de Dongou. La otra novedad en el conjunto de Agné fue el regreso al once de Lanzarote, tras varias semanas desaparecido. Al igual que Fran, postrado en el lateral derecho y al que se le notó la falta de ritmo. El Levante, sin presión alguna más que la de dar una alegría al centenar de levantinistas desplazados, jugaría más tranquilo. El encuentro se solucionaría en un detalle, ya conocido para el equipo zaragocista. Un resultado injusto, por la mínima, que tiene la siguiente explicación.

Misma condena

Se trataba de un partido muy diferente al de El Alcoraz. Aunque también llovía, el césped estaba rápido, que no embarrado ni encharcado. El encuentro comenzó con los dos equipos enchufados, ambos querían el balón y jugar rápido por medio de sus futbolistas de especialidad ofensiva. Ángel tuvo la primera ocasión tras un pase de Lanzarote a la espalda de la defensa. El remate del canario fue rechazado por el guardameta granota, pero el balón se le escurrió de los guantes y estuvo a punto de colarse en la portería. Los espacios en el centro del campo se antojaban determinantes, y las rendijas entre líneas regían los ataques de los protagonistas.

El Zaragoza comenzó a abrirse y el Levante empezó a aprovecharlo. Así llegaron las primeras llegadas del líder, con Campaña como principal portador de peligro. Roger sacó su primera bala con una chilena en el área zaragocista, pero el balón se fue por el lateral del arco de Irureta. El partido ofrecía muchas posibilidades, combinaciones en tres cuartos o balones a la espalda de la defensa enviados desde atrás. En una de estas acciones, Ángel sacó provecho y obtuvo un córner. Saque de esquina que acabó en gol tras varios cabezazos, el último de Flestcher, pero el colegiado lo anuló por fuera de juego del colombiano. En el mismo minuto, fruto de la  siguiente contra llevada por el séptimo de caballería valenciano, Roger tuvo la segunda, pero Irureta blocó bien y envió a córner.

El partido era de idas y venidas, de jugadas y contras, un tanto anárquico y muy abierto. Y empezó a calentarse, Lanzarote se llevó la primera cartulina del encuentro. No obstante, era el Zaragoza el más activo en el centro del campo y en ataque. El Levante no arriesgaba tanto y perdía pronto el balón, confiaba en su criterio y en el desborde de Morales. Por su parte, Zapater y Javi Ros dominaban la contención aragonesa y en la salida de balón, las ayudas en banda hacían más fácil el control por parte blanquilla. Ese dominio se traducía en llegadas, no muy peligrosas, pero que levantaban los aplausos de la grada. Lanzarote era el mejor, el más vertiginoso. Fue el catalán el encargado de ejecutar una falta al borde del área que se marchó rozando el travesaño.

Un error garrafal de Irureta desequilibró el encuentro

La ocasión más clara del equipo dominador llegó desde las botas de Xumetra. El extremo zaragocista envió a la escuadra de Raúl un golpeo desde fuera del área después de un robo rápido en el centro del campo de Ros. El Zaragoza merecía más, pero el premio se resistía. Y como pasa casi siempre, la suerte o un mal espíritu volvió a apedrear a los maños. Morales centró un balón desde el costado izquierdo, Roger golpeó el balón antes de que llegaran a las manos de Irureta y el balón acabó entrando en la portería. El balón le pasó por encima para poner el 0-1 en el marcador. El Levante, sin merecerlo, se aupaba por delante en el partido. El Zaragoza de nuevo a contracorriente pasado ya el minuto 40. La primera parte no dio para más y el encuentro se fue al descanso, con gobierno inesperado.

Insistencia sin premio

Ponerse el traje de faena y remar más rápido y duro era la premisa zaragocista para la segunda parte. La grada, con pitos, sentenciaba al principal valedor del momentáneo triunfo levantino: Irureta. Agné continuaba el plan con sus tres trequartistas, pero las prisas y el desgaste condicionaban su fundamento. El Levante, como era de esperar, salió a aguantar a los maños en su campo para aprovechar alguna contra. Juego que no desvariaba mucho con lo ofrecido en los primeros 45 minutos. La tónica seguía siendo la misma, aproximaciones zaragocistas con poco peligro y con un dominio desdichado, que contra un líder como el Levante, no sirve para casi nada.

Faltaba el último pase, ni por el centro ni por la banda se conseguía habilitar la ocasión de gol. La banda del banquillo prometía cambios. Dongou ya calentaba junto a Edu García y Edu Bedia. Los visitantes, muy seguros y sólidos en defensa, desbarataban cualquier acercamiento blanquillo. Manu Lanzarote fue la primera sustitución zaragocista, lo que dio  entrada  a Edu García en busca de frescura. Los minutos se pasaban y ya se alcanzaba la media hora de la segunda mitad. El Zaragoza insistía, pero con muy poca verticalidad, sin profundidad y bien sujetado por una férrea compostura rival.  Doble sustitución en el conjunto aragonés. Dongou y Edu Bedia saltaban al césped en sustitución de Ros y Xumetra.

La gente se animaba con la entrada del camerunés, gran revulsivo en anteriores partidos y el mejor de la jornada pasada. El Zaragoza comenzaba a desplegar un juego más directo y el Levante acaparaba el balón durmiendo el partido. Perro viejo el conjunto granota en este tipo de partidos, los que se ganan por la mínima. Entre otras cosas, por eso es líder único e indiscutible. Con la entrada de Chema Rodríguez al campo, el conjunto de López Muñiz metía más madera atrás y el encuentro se ponía visto para sentencia.

Cinco minutos de prolongación. Y el Zaragoza la tuvo, Dongou en concreto. Un gran centro de Ángel al área pequeña se lo encontró el camerunés, pero su remate a medias lo sacó Raúl a bocajarro. No hubo empate. El Zaragoza, estuvo cerca de poner la igualada, pero el aura ganadora de un poderoso Levante en todas sus facetas se llevó los tres puntos. La grada agradeció el esfuerzo de sus jugadores. Como se suele decir en estos casos, el conjunto de Agné murió con las botas puestas. Pero eso, murió.