“Ahora empieza lo de verdad”. Así mismo lo definía Natxo González en la rueda de prensa posterior al partido del sábado, correspondiente a la XLVII edición del trofeo Ciudad de Zaragoza-Memorial Carlos Lapetra. Se trataba del último choque estival de preparación para el Real Zaragoza, en el que, esta vez, el rival era la SD Eibar, otro equipo de Primera División que repetía por segundo año consecutivo en el trofeo zaragozano. Este año, el conjunto granota sí consiguió imponerse, y además con claridad, a un Real Zaragoza que, como en todos sus anteriores partidos amistosos, volvió a mostrar luces y sombras.

Tras los dos últimos encuentros ante Levante y Nàstic en los que las sensaciones mejoraron a pesar del último resultado, el conjunto blanquillo pretendía dar una gran imagen ante sus aficionados en su presentación en el Estadio Municipal de La Romareda. Sin embargo, los locales se vieron superados por un Eibar muy bien plantado con las líneas adelantadas y una presión intensa durante todo el partido, dominando gran parte del mismo. Aun así, a pesar del buen partido de los visitantes, cabe destacar que el primer gol fue tras un error zaragocista, si bien gracias a la presión vasca, y el segundo en propia puerta.

De esta manera, el duelo comenzaba igualado en los diez primeros minutos, aunque el Eibar iba ganando metros poco a poco y encerrando al conjunto zaragocista. Los maños apenas inquietaron la portería de Dmitrovic, ex del Alcorcón, sin ninguna llegada clara ni tiros a puerta. Por su parte, los guipuzcoanos sí que gozaban de una clarísima ocasión en un error de Diogo Verdasca,  titular todo el partido pero con más sombras que luces en una actuación intermitente. El central quiso amagar y regatear al atacante, pero el balón se le fue largo permitiendo el robo y una gran ocasión para Inui, uno de los más destacados anoche, quien tuvo la posibilidad de marcar solo ante Ratón pero la mandó al poste.

Los de Mendilíbar se habían adueñado prácticamente al completo del choque ya pasado el ecuador de la primera parte y dominaban a sus antojos en campo rival, sin que el Zaragoza pudiera oponerse mucho. A pesar de eso, los jugadores blanquillos continuaban en sus labores de presión y defensa, realizando un gran desgaste físico que, a la postre, se notó en un Borja Iglesias que jugó todo el partido debido a la falta de efectivos en su posición, la de delantero centro. Con el empate a cero y el control visitante en el partido se llegó al descanso, viéndose una primera mitad descafeinada e insulsa sin grandes ocasiones ni gran juego.

Después de la reanudación, sin embargo, el Real Zaragoza salió al césped del municipal más entonado, con algún que otro acercamiento a la meta contraria con tímido peligro y con buenas combinaciones en ataque tras 45 minutos sin poder hacer grandes cosas. Pero el fútbol es impredecible, aunque para el Real Zaragoza es algo casi habitual ya, y, justo cuando mejor estaban los pupilos de Natxo, el equipo eibarrés logró adelantarse en el marcador en el minuto 53, gracias a la incesante y continua presión de los visitantes que, en un saque de banda local, consiguieron robarle la cartera a Javi Ros y plantarse en una situación de tres para dos, la cual finalizó el japonés Inui, esta vez sí, a la perfección.

Con el 0-1, el conjunto de la capital del Ebro seguía intentando asentarse en el partido y tomar el control, pero el Eibar no tardaría mucho en sentenciar un partido que nunca tuvo dominio zaragocista al completo, sí a ratos. En el minuto 65, con una gran jugada personal, Iván Alejo conseguía zafarse de la zaga local y poner un centro raso de esos que, al mínimo contacto, son gol. Y así ocurrió, pues Alberto Benito se encajó un gol en propia puerta al intentar despejar dicho centro.

El Real Zaragoza daba entrada a Zapater, Alain y un aclamado Toquero, que fue de los que más peligro llevó en el partido, pero los blanquillos no fueron capaces de lograr marcar ni el tanto del honor y se llegaba al final del encuentro. Así pues, el Real Zaragoza termina la pretemporada con un balance de cuatro derrotas, un empate y una sola victoria. Números alarmantes que Natxo González deberá revertir el próximo viernes en el estreno liguero ante el Tenerife en tierras canarias si no quiere empezar a exponerse a las críticas y la impaciencia de la afición zaragocista.