Victoria de prestigio y ansiada por parte del Real Zaragoza en la noche del domingo contra el Sporting de Gijón por cero goles a uno. Solo hubo que ver los abrazos colectivos de todos los jugadores al final del partido, sobre todo hacia un salvador llamado Cristian Álvarez, para saber que el león blanquillo respira aliviado. Delmás fue el autor del tanto visitante gracias a una asistencia de Eguaras y Cristian paró un penalti en el 86 y, por si fuera poco, el rebote, además de varias paradas a lo largo del partido.

El duelo comenzó con una marcada personalidad de dos grandes equipos que querían ir a por el partido. Ambos conjuntos empezaron presionando a sus rivales y, así, el control del partido fue alterno. Rachid tuvo el primer disparo en el minuto tres, pero se le fue alto, mientras que después Borja Iglesias trenzó una buena jugada individual que finalizó con un tiro raso fácil para Mariño.

Poquito a poquito, como quería Luis Fonsi, el Real Zaragoza fue mejorando y tomó parcialmente el control del partido, realizando buenas combinaciones aunque sin apenas peligro. Lo máximo que se pudo ver fue una falta directa peligrosa botada por, quién si no, Zapater y un notable slalom de Papu que terminó con un disparo inocente. El conjunto blanquillo por fin parecía encontrarse a sí mismo y su identidad, con un Vinícius estelar en el juego de espaldas a portería y con Papu haciendo gala de su verticalidad, mientras los laterales también aportaban ofensivamente. Justo lo que pretende Natxo de su Zaragoza.

Sin embargo, pasada la media hora de juego el Sporting empezó a despertar y tuvo varios sustos seguidos de Santos y Carmona entre otros, pero tampoco lograba el gol merced también al santo que comenzaba a elevarse en el cielo gijonés: Cristian Álvarez, quien sacó una gran mano e hizo alguna que otra parada más de mérito. En los últimos minutos de la primera mitad, los locales se vinieron arriba mientras el Real Zaragoza desfallecía y pedía a gritos el descanso.

De esta manera y con el empate a cero en el marcador concluyó una primera parte en la que el equipo blanquillo fue de más a menos paulatinamente. El Real Zaragoza dominó en varias fases del juego con vistosas combinaciones, pero fue el Sporting el que tuvo las mejores ocasiones y el mayor peligro en sus jugadores.

La segunda parte arrancaba de una manera parecida a la primera, con un Real Zaragoza que quería la pelota y ansiaba dominar el encuentro, pero apenas conseguía inquietar al portero visitante mientras el Sporting sí que lo hacía de nuevo con Cristian. Paco Herrera trataba de revertir la situación cuando el conjunto blanquillo volvía a sus mejores momentos de la primera parte. Y aquí llegó la jugada en la que Delmás sacó un centro que acabó en saque de esquina. Este lo botó un Eguaras que tomaba, como casi siempre, las riendas del juego ofensivo aragonés y acabó en las botas del propio Delmás. Una excelente volea desde el punto de penalti hacía subir en el minuto 68 el 0-1 al marcador de El Molinón, que empezaba a revelarse contra su entrenador por la no reacción de su equipo y algunos cambios que enfadaron a la grada.

Posteriormente, Natxo también empezó a mover ficha e introdujo a Benito por un desgastado Ángel y, más tarde, a Guti por Febas con el fin de tener más músculo en la medular. De ahí en adelante, el guion fue el habitual en estas situaciones: el Sporting intentaba sumarse arriba a la desesperada sin éxito y el Real Zaragoza tuvo varias contras, donde se sumó hasta Verdasca y en las que pudo sentenciar pero se le hizo de noche a algunos jugadores como el desgastado gladiador Borja Iglesias.

No se movió el marcador, por suerte, hasta el final del partido gracias al milagro de Cristian Álvarez, el más firme portador de la Virgen del Pilar en esta noche. En el minuto 86, el colegiado señaló un discutido penalti de Verdasca y el meta argentino detuvo el lanzamiento, mejorable, de Santos, así como el rebote en una demostración de rapidez y agilidad. Se llegó al final de un partido que el Real Zaragoza supo jugar en un gran estadio y ante un rival de prestigio, además de, sobre todo, mantener el resultado. Victoria para coger confianza, respirar y volver a mirar hacia arriba como hicieron los jugadores blanquillos para mirar a su Dios en esta noche: Cristian Álvarez.

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Sobre el autor
Miguel Majarena
Apasionado del deporte, concretamente del fútbol. Estudiante de Periodismo en la Universidad de Zaragoza.