Los blanquillos disputaron el partido contra el Cádiz desde el minuto 28 con diez jugadores, y con nueve (tras la expulsión de Cristian Álvarez) desde el 68. Dadas estas circunstancias, al Real Zaragoza se le complicó la tarde del sábado; Borja Iglesias describía el encuentro como “un partido extraño, difícil de explicar sin verlo”. Sin embargo, el trabajo de los jugadores es satisfactorio, ya que a pesar de no encontrar el gol, tuvieron ocasiones durante los 90 minutos. El delantero del Real Zaragoza es consciente de esto cuando afirma “ahora haremos autocrítica todos y trabajaremos para mejorarlo, pero creo que hay que estar orgullosos del trabajo en equipo”.

Se ve a la legua que este año la Pilarica cuenta con una planilla en la que no destacan los jugadores individualmente, sino que el grupo es como una cadena en la que todo eslabón tiene su función. En relación a este hecho Borja Iglesias afirma que “el grupo humano que hay en ese vestuario es difícil de encontrar, y obviamente no es un consuelo ni nada por el estilo, pero salgan mejor o peor las cosas la gente está comprometida y sale siempre a por todo”. También Vinicius pensaba esto, pues contó a los medios que creía “que la afición aplaudía después del partido porque vio que el equipo trabajó hasta el último minuto”.

El brasileño justificaba la actuación de los blanquillos ya que el equipo pensaba que estaba “trabajando bien el balón y la primera roja ya complica; jugar igual para igual ya es complicado, más con uno menos y después con dos menos…” Y es que los maños no esperaban para nada esas dos expulsiones de Verdasca y Álvarez, dos piezas fundamentales en el once del Real Zaragoza. El equipo parece gafado, y es que por “A” o por “B” siempre se escapa la victoria, y con ella esos puntos tan necesarios para, primero, alejarse de los puestos de descenso y, después, poder llegar a jugar los playoffs.