Con tan solo 20 años, Diogo Verdasca se sumaba al nuevo proyecto del Real Zaragoza. Procedente de las categorías inferiores del FC Oporto, llegaba a Zaragoza un central que, pese a su juventud, había debutado en la Champions League con los Dragones Azules. Fuerte, contundente y gran trato de balón eran las características que le avalaban. Desde el primer momento, se avisaba desde Portugal de sus errores de concentración, lo que dejaba en Zaragoza una gran intriga.

Tras la pretemporada parecía que su calidad futbolística era insuficiente para cubrir la posición de central en el Real Zaragoza. Dudas tanto con balón como sin balón, todo esto sumado a que Mikel aún no había aterrizado en Zaragoza, y empezaba a cundir el pánico en los vomitorios de la Romareda. Los fantasmas de Popa aparecían en la mente de todos los zaragocistas.

Llegó el inicio de temporada y Diogo Verdasca se puso el mono de trabajo y las botas de jugar al fútbol.

En las dos primeras jornadas Diogo Verdasca no disputó ningún minuto y vio el partido desde el banquillo. Tras su aparición en la tercera jornada se volvió indiscutible, ya sea por unas circunstancias o por otras, Natxo siempre ha contado con él. Desde aquella primera aparición en la jornada tres, el portugués tan solo ha dejado de disputar las jornadas en las que ha estado sancionado. El Zaragoza ha encontrado su mejor versión con el portugués sobre el verde, por lo que a priori no hay motivo para sacarlo del once. Lo que sí varió fue su demarcación, Verdasca comenzó jugando en el perfil derecho y ahora es habitual en el izquierdo. Su compañero más habitual ha sido Mikel, desde que el vasco se pusiera a tono, aunque nunca ha tenido problemas para entenderse con el resto de sus compañeros.

Una de cal y otra de arena…

Diogo Verdasca es un jugador osado, siempre valiente y dispuesto a intentarlo absolutamente todo sobre el terreno de juego, hasta tal punto que de vez en cuando le pasa factura.

El crecimiento del portugués está siendo una de las noticias más positivas en la entidad blanquilla. Si algo ha dejado claro durante esta casi primera mitad del campeonato liguero es que, si quiere, puede llegar muy alto en el mundo del fútbol. Su progresión puede ser imparable si sigue recibiendo la confianza necesaria y corrige sus errores típicos de central de veinte años.

No cabe duda que con el balón en los pies es el mejor de los centrales. Le es habitual el tener claro lo que quiere hacer con el esférico antes de que le llegue, no le quema y es incluso capaz de romper líneas o atreverse con algo diferente. Defensivamente hablando, Diogo sale bien de zona, suele cortar el balón con brío y despeja sin miramientos. En resumen, un defensa bastante completo.

Su problema viene cuando se sale del partido. Cuando intenta la acción más difícil de todo el abanico de posibilidades. Cuando la valentía se apodera de Diogo y no éste de la valentía. Todos estaremos recordando el partido frente al Cádiz, donde al portugués le dio un arrebato y acabo siendo expulsado por menospreciar al árbitro. Oviedo, donde se anotó en propia intentando hacer lo que parece una cesión al portero. Probablemente sus peores partidos. Más allá, en otros momentos puntuales el “5” blanquillo tiene fallos de concentración, sin consecuencia o con, tiene que ser capaz de aprender que cada partido tiene que estar concentrado los noventa minutos, sin un segundo de relajación mental, sin acciones “a lo loco”.

La afición zaragocista tiene que quedarse con el Diogo de los grandes partidos. El gran central del partido del Numancia, Lorca o la brillante actuación frente al acérrimo rival, Osasuna. Verdasca puede ser un pilar importante para el Real Zaragoza del futuro, el del ascenso. Tarea de Natxo es domar a este semental que puede brindarnos grandes tardes de fútbol si es conducido debidamente. Acompañado por el equipo será capaz de llegar a lo más alto.