Nadie pensaba en una victoria del Hércules. No cuando El Molinón, uno de los campos más complicados para los blanquiazules, no veía una victoria alicantina desde la temporada 75-76, hace ya la friolera de 38 años. Pero sí, el fútbol a veces nos aporta cosas tan sorprendentes como la de hoy.

Los alicantinos consiguieron un importante triunfo a domicilio en un partido que no fue ni mucho menos una oda al fútbol. El de hoy fue uno de esos encuentros que se dicen vitales, de los que al final de la temporada se repasan con subrayador para remarcar que fue ahí donde el equipo pudo haber conseguido, si no la permanencia, sí media salvación.

Y es que esa era la sensación que se respiraba al término del encuentro. El Hércules había sumado tres puntos de oro en un partido que durante los primeros minutos fue un aburrimiento. Ninguno de los equipos propuso juego alguno. El centrocampismo se impuso sobre las ocasiones y las porterías de ambos conjuntos apenas tuvieron trabajo.

La primera oportunidad clara vino a cargo del Hércules. Edu Bedia lo intentó desde el borde del área, pero su disparo se marchó desviado. Era el primer aviso y corría ya el minuto 25 del encuentro. A partir de aquí, y aunque tarde, las dos escuadras empezaron a soltarse las piernas. Muy claras fueron las dos oportunidades posteriores del Sporting. Pero ni Casquero primero, ni Santi Jara después, lograrían perforar la portería de un inspirado Falcón. Estos errores generaron una tensión entre los aficionados locales, quienes abuchearon al equipo y parte de la directiva durante varios minutos.

Mejoría del Hércules en la segunda mitad

Los segundos 45 minutos no se parecieron en nada a los anteriores. Quique y Sandoval movieron banquillo para generar un cambio en sus equipos. Ambos entrenadores se la jugaban decididos claramente a conseguir la victoria. Sandoval sacó a Sangoy, uno de los hombres más peligrosos de los asturianos. El objetivo, al igual que el del Hércules, era meterle más pólvora al partido para encontrar el camino del gol. Mientras tanto, Quique cual juego de cartas, lanzaba un órdago sacando a Sardinero por Escassi. Delantero por defensa. El de Anna apostaba fuerte.

Sin embargo, el partido no estaba decantado del todo. Además, el Hércules también se encargaba de ponerle una buena dosis de emoción. Una ocasión de Portillo a los cuatro minutos de la reanudación fue el mejor ejemplo. Cuéllar cometía una temeridad y dejaba su portería vacía en un mal despeje, poniendo así en bandeja el tanto para el Hércules. Pero de nuevo Portillo volvió a ver pequeña la portería y desaprovechó un gol prácticamente cantado.

Gol para seguir creyendo

Portillo no fue el único que perdonó. Un error de Pamarot dejaba a David Rodríguez con el gol en sus botas. Pero tampoco era el momento de David. El atacante se escoró demasiado y su disparo acabó estrellándose en el poste. Con él se fueron todas las esperanzas del Sporting de sacar algo rentable de este partido. Aunque bien es cierto que todavía restaban diez minutos para el final, los suficientes para que Paglialunga, hasta el momento uno de los jugadores más regulares del Hércules, apareciera con la caña para poner el balón en lo más profundo de la red rojiblanca. Era la sentencia a un partido poco vistoso, pero muy valioso para las aspiraciones de un Hércules que, de momento, aleja los fantasmas de la Segunda B a cuatro puntos.