El Racing recibe el próximo domingo al Valladolid Promesas, segundo equipo del Real Valladolid. Los castellanos llegan duodécimos tras conseguir las mismas victorias que empates y derrotas, dos cada una.

El joven filial pucelano es un equipo plagado de futuras promesas, que aunan talento y ganas de llegar a la élite del fútbol español. Los blanquivioletas sufren un mal inherente a su entidad: los anexos. El estadio en el que juegan está al lado de José Zorrilla, pero es pequeño y de hierba artificial. Una trampa para ratones. Y eso perjudica a un conjunto que tiene piernas para jugar rápido y con alegría. Por ello, los pucelanos pueden ser más peligrosos fuera de casa que en su propio campo de Valladolid.

Los pucelanos son duodécimos

En todos los equipos hay abejas obreras y abejas reinas. Y en el conjunto vallisoletano no iba a ser menos. Anuar es una de las joyas de la corona, un centrocampista con buen toque de balón y veloz de movimientos. Otro de los que "juegan la pelota" es Renzo, un mediapunta que juega bien entre líneas. Santi Samanes es  -extremo o delantero- rápido y cuenta con un gran golpeo, Calero (cedido por el Málaga y defensa central) o Mayoral, un delantero joven con mucho futuro.

El entrenador del filial blanquivioleta es Rubén Albés, que antes Eldense y segundo de Portugal en el Real Valladolid de Segunda División, entre otros. El gallego sigue con la línea de un fútbol de toque y ofensivo, pero le falta encontrar ese equilibrio defensivo necesario para encajar menos goles y así escalar puestos en la tabla.

El objetivo de Valladolid es el de siempre: salvarse sin sufrir. Aunque el año pasado se complicaron en las últimas jornadas, pero no tuvo que acudir a la cita de última hora para certificar su presencia, una vez más, en la categoría de bronce. Si bien es cierto que el primer equipo del Real Valladolid no suele ‘tirar’ de su filial, algunos jugadores han llegado desde Los Anexos y se han consolidado. José Arnaiz es uno de los ejemplos del buen hacer de la cantera pucelana.

El Promesas puso en apuros la temporada pasada a los cántabros

El Valladolid B es un equipo que juega al toque, pero es fácil prever que en El Sardinero tendrá menos el balón de lo que acostumbra. El equipo entrenado por Rubén Albés buscará el juego vertical y la transición rápida de balón para perforar la todavía meta imbatida de Iván Crespo en El Sardinero. Velocidad no le falta al conjunto castellano: Mayoral y Santi Samanes serán los puntales que llevarán el peso ofensivo del equipo.

Tras un buen inicio goleador -cinco tantos en los cuatro primeros choques- el Promesas se ha quedado a cero en los dos últimos frente a la Mutilvera y Guijuelo. Sus números en defensa tampoco son excesivamente buenos: siete goles en contra. Con esas cifras el filial es duodécimo con ocho puntos, una zona de tranquilidad en la que se espera esté durante todo la temporada.

Antecedentes

En partidos de ese calibre, ante un escenario imponente para Segunda B, el Valladolid B sabe lo que hace. La temporada pasada pusieron en apuros a los cántabros, pese a que terminaron perdiendo (dos a cero).

Ese tipo de ‘circos’ tienen miga para los pucelanos, que jugaron en José Zorrilla en el partido de vuelta contra los de Pedro Munitis. Un gol al filo del descanso de José puso el miedo en el cuerpo a los visitantes. Pero a la salida de vestuarios, Dioni –actual jugador del Fuenlabrada- remontó el partido con un doblete.