Duelo por la tranquilidad en los Anexos del Estadio José Zorrilla. Dos equipos con los deberes hechos y más que hechos. A falta de solo siete jornadas el Real Valladolid B y el CD Lealtad tienen ya un sobresaliente en su nota de la temporada. Dos equipos que a base de hacer bien las cosas y construir un fortín en su feudo han tenido un transcurso de campeonato bastante placido, sin sufrir como mandaba el objetivo. Mientras que los asturianos están encuadrados en décima posición con 40 puntos (cerquita de la permanencia virtual) después de romper hace dos jornadas la racha nefasta que los tuvo cinco jornadas seguidas besando la lona por la mínima, los vallisoletanos son quintos, lejos de los puestos de playoff por el ritmo que marcan los colosos de la categoría pero cuajando una campaña de ensueño para un equipo obligado a reestructurarse cada curso. 

Equilibrio de fuerzas

Sin tiempo para sentarse, el partido arrancó con una clara ocasión de Álvaro Muñiz, que enganchó un balón más allá de la frontal y su disparo alto y potente hizo espabilar a Tanis. Pero el que más tajada sacó de la ocasión fue el Promesas, que tras el córner armó una contra con Samanes conduciendo prácticamente de área a área. El interior abrió el juego a la banda para que Dani Venga enviase un pase raso para que Higinio la empujase a la red sin oposición, pero la jugada quedó invalidada por fuera de juego de Vega. Dos minutos y los dos equipos habían demostrado a su adversario su potencial ofensivo.

La primera parte tuvo ocasiones para ambos equipos

Tras esas primeras ocasiones, el partido comenzó a equilibrarse con dos equipos que buscaban hacer daño al rival con transiciones rápidas y juego directo hacia sus atacantes. Con ese estilo pudo estrenar el filial el marcador gracias a un pase genial de Rubén a la espalda de la defensa astur para el control de Vega y que este se plantara solo ante Javi Porrón, pero el arquero carbayón supo encimar lo suficiente para dejar sin espacio al rival. Fueron los mejores minutos de los blanquivioletas, que comandados por un omnipresente Higinio pusieron en apuros a la zaga maliaya. El propio Higinio se inventó una maniobra en la frontal del área tirando un sombrero a su marcador para conectar una bolea que se marchó cerquita del poste.

Los últimos minutos del primer tiempo estuvieron plagados de ocasiones para una y otra escuadra. Javi Porrón con dos intervenciones salvadoras en un mano a mano ante el jovencísimo Miguel y el lanzamiento de una falta envenenada de Samanes, se erigió como el gran protagonista del encuentro. Tanis tuvo que volver a sacar a relucir sus reflejos mandando a saque de esquina un disparo raso y potente de Álvaro Muñiz. Los blanquinegros se dedicaban a intentar hacer daño a la contra con la electricidad de Valdo, al que todavía le queda mucho futbol en sus botines, y las subidas de Keko, pero la ordenada línea defensiva local evitó que su cancerbero tuviera que esmerarse más.  Ya cerquita del descuento, tuvo la mejor ocasión del partido el Valladolid con un centro de Higinio desde la derecha que salvó Alberto González en boca de gol para la llegada sin oposición de Miguel.

Las tablas como tónica general

Los segundos cuarenta y cinco minutos empezaron mejor para los pupilos de Roberto Aguirre. Los asturianos gozaron de varias ocasiones gracias a la entrega de David Grande que puso a prueba de nuevo a un siempre atento Tanis. Una vez que los pucelanos se reengancharon al partido, el equilibrio de fuerzas volvió a ser patente. Higinio, con un slalom primoroso dejando atrás a todos los adversarios que le hacían frente, sacó una falta peligrosísima sobre la frontal que Samanes estrelló sobre la barrera con un violento derechazo. A raíz de esa ocasión, los castellano-leoneses se fueron a buscar los tres puntos y con balones llovidos desde la banda trataron de inquietar la meta contraria, pero el guardameta ovetense no dejaba opción a la alegría vallisoletana.

Un penalti no pitado a favor del Promesas pudo cambiar el partido

Con el paso de los minutos y el desgaste que iban acumulando los jugadores, el partido se volvió más impredecible. Primero un córner favorable al Lealtad enviado al segundo palo para que Rubén Sánchez la mandase al larguero. El balón rechazado cayó en los pies de David Grande, pero su disparo fue sacado en la línea de gol por la defensa pucelana. Alejando el peligro, la contra del Promesas logró llevar el balón a trompicones y aguantando las tarascadas rivales hasta el área de Porrón. Ya allí, el partido se precipitó hacia la locura cuando un disparo de Samanes fue detenido con una estirada milagrosa de Álvaro Muñiz, pero ni el árbitro ni su auxiliar vieron el penalti que si fue visto por toda la grada. 

Ya en los últimos minutos tanto Rubén Albés como Roberto Aguirre pedían a sus jugadores que subieran una marcha más pero estos eran incapaces de responder después de ochenta minutos basculando de una banda a otra. Solo los balones colgados desde la banda y las jugadas a balón parado pusieron algo de picante a un partido que se trabó en exceso. Con el pitido final, el reparto de puntos pareció satisfacer a los dos conjuntos, que se dejaron la piel bajo el sol de Pucela. Dos equipos que a base de entregar el alma en cada partido han conseguido llegar a este tramo final de temporada sin pasar apuros. Los deberes hechos y todo el verano por delante para hacer retoques.