Como en una película de vaqueros, al CD Boiro y al CD Palencia ya solo le quedaban cinco balas en la recamara de su revólver al inicio de la tarde. Y después de esta jornada, una bala ya la han gastado intentando dejar herido de muerte a su rival. Lo peor, es que en lugar de eso, los dos equipos se pegaron un tiro en el pie que los deja muy lejos del objetivo. Bajo un sol más propio del verano que de la Semana Santa gallega, los dos conjuntos saltaron al tapete de Barraña con la firme intención de mantenerse vivos en la lucha por la salvación. Todo lo que fuera salir del feudo blanco con menos de tres puntos, no servía. Pero se cumplió el peor escenario posible.

Un equipo feroz; un equipo rocoso

Fredi Álvarez y Alberto Serrano tenían esta fecha marcada en rojo en su calendario desde hace semanas. Un partido en el que tanto barbanzanos como castellano-leoneses tenían que dar su mejor versión si no querían verse abocados al terrible abismo de la Tercera División, de donde escaparon el pasado curso. El técnico de Moaña eligió saltar al verde con todo su arsenal ofensivo. Con una línea defensiva que toda Barraña se sabe de carrerilla y un centro del campo que se ha asentado en este tramo final de temporada, el adiestrador blanco alineó a Rubén Rivera en punta de flecha en lugar de Pedro Beda, escoltado por las bandas por Juampa y Cano y con Romay haciendo las labores de escudero del nueve.

Por su parte, el de Basauri pensó en complicarle la vida al Boiro con un equipo ideado para ser compacto y ordenado, buscando el error rival y nunca el propio. Para eso, juntó al capitán Pelayo con Xavi Moré: la roca junto al cerebro del equipo. La otra gran novedad fue el frente de ataque, con Garmendia ejerciendo de enganche por detrás de Guillem Martí, la gran referencia ofensiva de su equipo.  

Muchos sustos pero cero goles                                                                                                             

Los dos equipos salieron al terreno de juego hechos un manojo de nervios. Lo más destacado de los primeros compases del partido fue el gran número de imprecisiones en los pases de ambos equipos. Se desperezaron aficionados y jugadores gracias a una maravilla de Jimmy que controló una pedrada enviada por Guillén y su control lo transformó en un pase en profundidad para la carrera de Juampa. El bonaerense conectó un centro al corazón del área pero Rivera no acertó a rematar por la presión de la defensa rival. La respuesta palentina fue un zurriagazo desde cincuenta metros que a puntito estuvo de sorprender al arquero charrúa. Y solo transcurrieron diez minutos de partido.

Guillem pudo hacer el primero en un mano a mano

El ritmo de los primeros minutos lo mantuvo un eléctrico Romay, que se internó en el área rival y disparó fuerte sobre la portería de Alejandro, pero demasiado centrado. Los dos equipos optaban por los balones en largo intentando zafarse de la defensa contraria con un pase a la espalda. Primero lo consiguió Juampa de nuevo al abrir a la banda para la subida en solitario de Rivera por el carril zurdo, pero su centro quedó en el limbo al no encontrar rematador. Luego, Xavi Moré, brillante durante los primeros cuarenta y cinco minutos, consiguió zafarse de los zagueros blancos para penetrar en el área de Pato y con un tiro escorado poner a prueba los nervios del uruguayo, que detuvo en dos tiempos. Con el paso de los minutos el Palencia tuvo las mejores ocasiones gracias a su presión intensa sobre Mateo y Catú, encargados de dar salida al balón. A puntito estuvo Héctor de sorprender a propios y extraños con una jugada individual en la que regateó a dos rivales y mando el cuero al lateral de la portería barbanzana.

Superado el ecuador de la primera parte, los dos equipos calmaron su ímpetu y el Boiro retomó el dominio del esférico después de muchos minutos. Y cuando más cómodo estaban el conjunto gallego, un zapatazo en largo a falta de diez minutos para la conclusión, lo consiguió domar Guillem Martí para plantarse en el mano a mano ante Guillén, pero el disparo del nueve se marchó a la derecha del guardameta lamiendo el palo en la mejor ocasión de la primera parte. Tras ese susto, el Boiro quiso ahuyentar los fantasmas por medio de Cano, que a base de amagos se metió hasta la cocina y ando el esférico a la base del poste, marchándose a saque de portería.    

Dominio local sin goles

El segundo asalto comenzó con un directo a la mandíbula del Palencia que a puntito estuvo de trastocar todo el Grupo I. Rubén Rivera hizo lo que mejor sabe hacer robando un balón en el centro del campo a base de garra y coraje. Al birlarle la cartera al defensa, el herculino se quedó con todo el campo para él y solo en el mano a mano contra Alejandro. En carrera memorable, Rivera tuvo demasiado tiempo para decidir qué hacer con el balón, y el ariete estrello el cuero en el larguero con un zapatazo que por poco no hace astillas la madera. Mientras el capitán, el banquillo barbanzano y todo el estadio echaban las manos a la cabeza por la ocasión perdida, el Palencia se daba cuenta de que este segundo tiempo poco o nada iba a tener que ver con el primero.

Rivera pudo romper el empate pero mando el balon al larguero

El Boiro se hizo amo y señor del juego, cambiando el estilo de balonazos de los primeros cuarenta y cinco minutos por un juego más directo y vertical con protagonismo por las bandas. Axel y especialmente Jimmy cobraron importancia convirtiendo los costados en autopistas. Mientras, los visitantes no cambiaron su planteamiento, ofuscados en encontrar su oportunidad gracias a un error blanco. Jimmy caracoleó hasta llegar a línea de fondo, pero fue incapaz de poner el centro y la jugada terminó en un corner sin relevancia. Los minutos pasaban y los dos técnicos refrescaron sus equipos, en busca de una individualidad que desnivelase la balanza.

El reloj no se detuvo mientras el partido se embarullaba entre llegadas barbanzanas y faltas de uno y otro equipo. En una de esas, un balón divido terminó con el colegiado canario mandando a Jimmy a las duchas antes de tiempo por poner la planta en el pecho de un rival. Aunque la roja es clara, hay que decir que Jimmy en todo momento está mirando al balón sin ver al jugador contrario, por lo que la falta, aunque merecía la expulsión, no buscaba hacer daño al adversario. Con uno menos y con las fuerzas flaqueando, el Boiro tuvo que resistir los envites castellano leoneses, que solo inquietaron colgando centros a balón parado. El pitido final mandó una semana más a las dos escuadras al rincón de pensar, incapaces de dar la cara en los momentos clave. La falta de gol de uno y otro equipo los condena a sufrir en el descenso y jugarse las habichuelas en cuatro partidos. Lo mejor del partido fue el resultado de sus rivales, que se mantienen a solo cuatro puntos. Mientras Mutilvera, Caudal y Burgos echan la vista al retrovisor, Boiro y Palencia miran a los ojos a la Tercera División. Que no le aguanten la mirada mucho tiempo.