Cualquier aficionado al fútbol, y en especial a la radio, recordará la siguiente frase, "¡¡Gol en Las Gaunas!!", repetida hasta la saciedad en los carruseles radiofónicos. Aquella frase reflejó los tiempos buenos del CD Logroñés, en los que Real Madrid y Barcelona sufrían de lo lindo en el vetusto Estadio de Las Gaunas.  Ahora, nada es así. Ni el Logroñés está en Primera ni existe ese mítico recinto del balompié español.  Los pocos aficionados que acuden cada domingo al Nuevo Las Gaunas raramente ven goles locales. Porque este equipo tiene un problema muy serio con el gol. Cuando los defensas suman más goles que la delantera y el delantero titular, Juanfran Guarnido no lleva un solo gol en lo que va la temporada, es que algo va muy mal.

El empate frente al Zamudio constató los problemas. A los riojanos les faltó coraje, alma y valentía. Además de meter la pelotita, que al final es lo más importante en este deporte. El problema no es solamente que no haya un killer. La temporada pasada tampoco lo había, pero Pere Milla cogió la vitola de líder y solucionó de manera magistral la circunstancia. Este año, el Logroñés no crea ocasiones, y encima las pocas que crea no acaban dentro de la portería. Pero el problema no es solamente en ataque. El problema es más serio, es estructural. El fallo viene desde el principio de temporada.

Desmotivación

Una campaña que comenzó con una plantilla mal planificada. A priori, buena si miramos jugador por jugador, pero ahora mismo desmotivada y sin conexión entre sus jugadores. Por otro lado, todo empezó con un entrenador que comenzó la temporada agotado, sin ganas de entrenar. Poco después llegó otro que no está pudiendo solucionar las cosas. De hecho, Berges no ha dado con la tecla y el equipo, lejos de mejorar, ha caído en barrena. El equipo no tiene seguridad atrás, ni sabe a lo que jugar, ni sabe apretar arriba y carece de personalidad. En pocas palabras, el equipo está siendo plano y nada profundo. Y así es imposible. No se pudo ni ganar al colista.

Un equipo se construye por los cimientos. Al Logroñés, las bases ya le faltan. Miguel ya no está tan seguro. Los dos centrales se muestran continuamente inseguros, cometiendo errores infantiles y concediendo ocasiones a los rivales. De la nada, el Zamudio sacó ayer dos tentativas por la inseguridad de Amelibia y Caneda. Avanzando en el terreno de juego, llegamos a los mediocentros, columna vertebral del equipo. César Remón y Adrián León han pegado un bajón de rendimiento en los últimos partidos. La solidez que antes mostraban en la recuperación ahora ya no es tal. Y si llegamos arriba, llegamos al principal fracaso de la temporada: Juanfran Guarnido. Ni está ni se le espera. Cada partido hace menos por las labores ofensivas del equipo. No acierta en los desmarques claves, no se coloca bien al rechace, y claro, no la mete ni al arco iris.

El Zamudio, colista por méritos propios

Ayer parecía el día idóneo para la recuperación del equipo. Visitaba Las Gaunas el Zamudio, el colista del grupo y un pésimo visitante, habiendo sacado hasta este duelo un punto de 36 posibles fuera de Gazituaga. En Logroño, los vascos demostraron el porqué de su situación clasificatoria. Fallos constantes en pases fáciles, malas defensas de balón aéreo, errores en controles, lentitud general. Pero aún así, no fueron inferiores ayer al Logroñés. Incluso gozaron de más ocasiones que los riojanos. Cuando los de Gazituaga se adelantaron, todos los fantasmas salieron a la luz en Las Gaunas. En un arranque de orgullo, Amelibia empató de cabeza. Pero el empate es pésimo. Si no puedes ganar al segundo peor equipo de toda la Segunda B ¿a quién puedes ganar?

Mirar al suelo, no a las nubes

Lo paradójico de la jornada es que los blanquirrojos han recortado un punto de distancia con el playoff. A priori, podría parecer que siete puntos son salvables. Pero lo cierto es que las sensaciones no indican eso. Más bien indican que el equipo puede sufrir hasta la última jornada. Pensar ahora en el playoff es una auténtica locura, una quimera. El descenso está acechando. El Logroñés lleva ya un par de meses coqueteando con la zona roja, y dicen que el roce hace el cariño... No sería este el primer gran proyecto que se va al garete en la categoría de bronce. El Compostela ya cayó a Tercera, ansiando soñar en plata. Y desde luego, si sigue así el equipo, el descenso va a acabar siendo la posición merecida para la situación blanquirroja.

Además, el calendario no da tregua para los de Las Gaunas. El próximo fin de semana, tocará visitar Lezama. El Bilbao Athletic es un hueso muy duro de roer y más en su casa, pero a la UD Logroñés no le queda más remedio que la victoria. Ni el empate sirve ya en esta situación, porque podría dejar al equipo en playout. Los riojanos deberán dar un paso al frente y mostrar actitud sobre el campo. De lo contrario, está en peligro la vida del club. Porque en Tercera, la viabilidad del club es una incógnita. Las Gaunas espera tiempos mejores. Espera un equipo con opciones de plata, pero de momento, la afición deberá conformarse con salvarse de la quema.