‘El River no va a hincar la rodilla’. Así de gráfico se expresaba Pablo Turrillas, entrenador sestaoarra, a la finalización del partido que permitía sumar a su equipo sumar dos victorias consecutiva por primera vez en la temporada. Tres puntos imprescindibles para recortar distancia con respecto a los rivales que le preceden en la clasificación en esa apretada lucha por la permanencia de la que tampoco se libra el rival que ayer salía derrotado de Las Llanas en su primera visita al vetusto Municipal.

Insuflados del carácter indomable del técnico de Deba salía el equipo anfitrión dispuesto a acorralar a su rival, con la llamativa presencia en el banquillo del medipunta Rodri, y un tridente ofensivo que apostaba por la rapidez de Ander Franco como jugador más adelantado, en lugar de la esperada referencia de Azkorra para el juego áereo. Un cambio de piezas que quizá sorprendió a su homólogo en el banquillo visitante, Juanjo Granero, que sólo presentaba la novedad de Nacho Buil con respecto al once que caía derrotado ante los también vizcaínos del Barakaldo.

A sabiendas de las urgencias locales, y valorando positivamente un empate que desahuciaba a un rival directo, el Navalcarnero demostró ser el equipo rocoso que se presuponía, aunque apenas con mordiente ofensiva, ya que hubo que esperar al minuto 44 para ver su primera aproximación con ciertas intenciones sobre la meta de un desapercibido Magunazealaia. Por el contrario el Sestao merodeaba el área rival, bien a través de las internadas de un colosal Gago desde la banda derecha, bien forzando faltas y saques de esquina que no se traducían en mucho peligro. Yanis era el que más intentaba el remate a puerta, bien secundado por Leandro y Franco,  aunque todos demostraban la pólvora mojada que les viene acompañando toda la liga. La más clara ocasión llegaría en la recta final de la primera parte, cuando Ander Franco recibía un pase preciso de Yanis para encarar a Lejarraga, que desbarataba con los pies un mano a mano que olía a gol psicológico.

Susto del 'Naval'

El paso por vestuarios, ya sea por el susto o por la arenga de su entrenador, permitió la metamorfosis del equipo rojiblanco, que en estos primeros minutos se hizo con la iniciativa del juego, tocando con eligro y llegando a amenazar con adelantarse en el marcador en hasta tres oportunidades. La estrategia estuvo a punto de darle sus frutos cuando el central Catena remató tras saque de esquina, También  Barbosa, con un chut que acababa en el lateral de la red y Chema Moreno, que se quedó a poco de rematar un peligroso centro, pudieron enterrar las esperanzas de salvación de la grada local.

Descontento con el nuevo guión del partido, o quizá según el plan previsto para dosficiar a su jugador referencia en ataque, Turrillas daba entrada a Azkorra, que a los tres de saltar al césped iba a intervenir decisivamente en la jugada decisiva del partido. Gaizka Martínez se disfrazaba de ‘Beckenbauer ‘ para salir de la cueva y a base de apoyos llegar al área rival, donde la última pared con Azkorra le permitía fusilar por bajo al cacerbero madrileño.

Con el marcador adverso no tardó Granero en mirar a su banquillo y sacrificar a uno de sus mediocentros para dar entrada al pichichi Joaquín, y así intentar poner en aprietos a un Sestao cuyo sistema defensivo brilló a gran altura durante casi todo el partido. Pero ni el verdugo de los verdinegros en el partido de la primera vuelta ni el recuperado Moha llevaron demasiada inquietud a la grada de Las Llanas, que ejerció de jugador número 12 para salvaguardar la valiosa renta hasta el final.

Con este resultado el Sestao carga de moral las alforjas para el desplazamiento vital a La Palma, y se apunta de lleno a esa lista de equipos que pelea por manterer la categoría, en la que sigue inmerso un Navalcarnero que deberá reencontrarse con la victoria en el proximo envite que les enfrentará a otro equipo vizcaíno, el Arenas de Getxo.