Desde que el Cornellà forma parte del grupo III de la Segunda División B siempre se le ha considerado un equipo que juega de manera directa. Las dimensiones del campo acompañan a ello y las características de los jugadores que tenía en las plantillas de cursos anteriores, también. Ahora bien, el curso 17-18 parece ser que los de Jordi Roger quieren ser protagonistas del choque con el balón por el suelo. Un gran cambio para un equipo habituado al juego directo en todo momento.

Juego directo y verticalidad

La temporada 16-17 Jordi Roger confeccionó una plantilla para seguir jugando a lo que más le gustaba al técnico, el juego directo. El Nou Municipal invita a ello y tener en tu equipo a David o Uche, también. El sistema tipo del Cornellà era un 4-4-2 en rombo. Marcos era el guardián de la meta. En la zona defensiva Pere, Borja, Uche y Ñoño fueron los hombres más usados por Roger. El rombo estaba formado por David en el mediocentro, Pep en la derecha, Lucas en la izquierda y Marc Caballé en la mediapunta. Arriba la dupla estaba compuesta por Enric y Abraham.

La salida de balón desde atrás no era uno de los fuertes de Borja y Uche. El nigeriano sufre demasiado con el balón en los pies, por lo que era impensable que el Cornellà propusiera fútbol desde la zona defensiva. Otro aspecto importante por lo que Jordi Roger no quería jugar el cuero por el césped era la posición de David en el pivote defensivo. Todo lo contundente que es el antiguo capitán en el juego aéreo, lo pierde en el fútbol de posesión. En definitiva, el único jugador con calidad suficiente para dirigir al equipo en el once del curso pasado era Marc Caballé. El canterano perico carecía de socios para el juego combinativo.

Por lo tanto, los verdes buscaron una alternativa al juego combinativo. El fútbol directo y las jugadas a balón parado. En los saques de portería David se descolgaba hacia la zona de delanteros para juntarse con Enric y ganar el balón aéreo. Cualquiera de los dos que ganara el salto permitía tanto a los extremos, Pep o Lucas, como a Abraham ir a la caída y enfilar con velocidad hacia zona de tres cuartos de campo. Los saques de banda cercanos al área contraria eran como córners. David se encargó de hacer buenos servicios de ambos lados sumando muchos puntos al cabecear los servicios de sus compañeros a la red.

El juego combinativo a escena

El verano dejó muchas salidas en la entidad verde, por lo que el Cornellà tuvo que rehacerse con nuevos futbolistas. La idea inicial de Jordi Roger en las dos primeras jornadas era seguir con el sistema del curso pasado. El 4-4-2 en rombo con dos puntas altos para seguir practicando un juego directo. Los resultados no salieron como el entrenador esperaba. Por eso, Jordi Roger ha decidido dar fortaleza al centro del campo en los tres últimos choques pasando al clásico 4-2-3-1. Sascha ha sido el hombre perjudicado de este cambio y Gómez el favorecido.

En esta nueva versión del Cornellà es clave la presencia de un central que sepa sacar bien el cuero desde la defensa. Y ahí encontramos a Édgar González. El jugador cedido por el Espanyol, a parte de tener una altura envidiable e idónea para el juego aéreo, posee una salida de balón excelente. Bien secundado por el veterano Maureta, defensa que aporta contundencia, Édgar se encarga de ser el primero que busca un pase entre líneas con nitidez. Un central que ha ido ganándose la confianza de Jordi Roger hasta el punto de ser titular en cuatro de los cinco encuentros disputados hasta la fecha.

En el centro del campo encontramos la presencia de dos mediocentros, a diferencia del curso pasado cuando estaba solo David. Podríamos vincular el papel de Fall al que hacía David la temporada pasada. Fall es el hombre grande y fuerte del centro del campo, pero mejora ligeramente las prestaciones técnicas del antiguo capitán. Si a eso le añadimos la presencia de Gómez, un auténtico pelotero a su lado, el Cornellà gana presencia, trabajo y fútbol en la sala de máquinas.

En la banda izquierda del ataque de la entidad del Baix Llobregat encontramos un falso extremo. Sergio Cortés es el dueño ficticio de esa zona del campo. El jugador procedente del Mallorca B tiene libertad para meterse hacia dentro y juntarse con los mediocentros y con Marc Caballé. Ese aspecto facilita la conexión entre los futbolistas de buen dominio de balón y deja la banda libre para las incursiones de Valentín.

A diferencia del curso pasado, Marc Caballé solo tiene un punta por delante suyo. El canterano perico continúa siendo el dueño de la mediapunta del Cornellà, pero ahora únicamente Enric está más adelantado que él sobre el césped. Caballé es esencial para ganar la segunda jugada tras el salto de Enric y poder empezar a jugar si se decide jugar directo desde atrás. El trabajo defensivo de Marc, incrustándose como un centrocampista más, también es imprescindible en el nuevo esquema de Jordi Roger para fortalecer esa zona del terreno de juego.

Para acabar de analizar la nueva forma de juego del Cornellà destacaremos un movimiento de los jugadores para facilitar la salida del balón. Cortés partiendo desde banda se mete a la zona de Marc Caballé, jugador que retrasa su posición hacia la zona de los pivotes. A la vez que Sergio Cortés deja la banda libre, Valentín estira y ocupa el sitio de Cortés, convirtiéndose en extremo. Ahí es donde aparece el lugar vacío en el que Gómez da una salida de balón más en la banda izquierda de la zaga verde. Moverse es esencial para mantener el esférico, todavía más en un campo tan pequeño como el Nou Municipal.

El balón parado no pierde protagonismo

Pese a querer jugar el cuero por el suelo, los de Jordi Roger siguen sacando mucho provecho a las jugadas a balón parado. Teniendo en el equipo a un lanzador como Cortés no podía ser menos. Si a los buenos envíos del extremo le sumamos la estatura y poderío aéreo de jugadores como Enric, Édgar o Fall, encontramos un Cornellà que sigue teniendo mucho peligro en córners y faltas laterales.