Volvió a pasar. El Recreativo de Huelva hizo un llamamiento a su afición y los onubenses acudieron a ese Nuevo Colombino que, cada quince días, abre sus puertas a su particular jugador número doce.

Nada se esperaba más que la victoria. Nada, excepto los tres puntos. Vitales, necesarios, fundamentales. El Decano lo pedía a gritos y sus jugadores sintieron que debían dar el cien por cien de todo lo que tenían. Las cartas sobre la mesa y el balón sobre el césped.

Frente a ellos, la Balompédica Linense, un equipo conocedor de la situación del Decano, y que, como él, llegaba al fortín recreativista tras una derrota ante el Murcia. Los gaditanos habían estudiado a fondo los puntos débiles -y aquellos fuertes- de los albiazules, sin embargo, cuando rueda la pelota, nunca se sabe.

Noventa minutos, el tiempo justo y necesario para ganar, perder o empatar un partido. Noventa minutos de pasión, de tensión y de sorpresa, porque al recreativismo sólo le bastó un minuto, ese minuto del final -y del descuento-, para marcar el esperado gol que rompiese los esquemas.

Al toque y sin destacar

Raúl Martín dio la señal y el Recreativo se apoderó del esférico. Sin embargo, nada hizo que los onubenses destacasen más que la Balona. Poco les bastó a los linenses para hacer y deshacer allá por donde pasaban gracias a una organización tanto en el centro del campo como en la delantera que, a priori, dio buenas sensaciones sobre el verde. Sin embargo, poco le bastó al Recreativo para igualar fuerzas y hacerse con la posesión en los primeros minutos.

Núñez fue el primero en llegar a portería y Miguelito le siguió. Poco después lo hizo Iván Aguilar con una contra que sorprendió a los gaditanos y a la que le faltó poco para abrir el marcador en el Nuevo Colombino. Junto a él, Antonio Domínguez y Javi Cantero repetían numerosos intentos, todos ellos sin fortuna.

El Recreativo fue cómplice del balón, se creció y llegó a portería. Pero en las competiciones, como en todo, no sólo basta la intención: también es necesario ejecutar. El Recreativo ponía el empeño, pero no sentenciaba ante un rival que apenas presionaba a los albiazules. Disparos, cabezazos bombeados y balones afuera, todo en contra de un Decano al que la suerte, por ínfima que fuera, aún podía sonreírle en aquella tarde de domingo.

Al conjunto de Julio Cobos apenas se le vio la fuerza en el terreno de juego. Poca calidad, pocas jugadas y ninguna llegada a portería, exceptuando la protagonizada por Stoiko y Selfa en el ecuador del encuentro. Frente a ellos, los albiazules continuaban su particular partido con Domínguez al frente de una jugada que, de nuevo, se les quedó en el tintero.

El Recreativo apretaba y la Balona cedía, y con la sensación de que algo estaba cambiando a favor de los albiazules, el colegiado puso fin a una primera parte en la que nada, absolutamente nada, fue destacable.

Magia en las botas de Miguelito

En la segunda mitad el conjunto de La Línea supo recortar distancias frente a las ganas del Recreativo y tuvo la posibilidad de llegar, en varias ocasiones, al guardameta albiazul.

Por su parte, el Recreativo no dio tregua a su rival y ocasionó varios momentos de peligro que supieron, por segundos, a gol. Núñez llegó a portería, pero fue Óscar quien frenó el disparo del capitán albiazul. Minutos después, fue Iván Aguilar quien probó suerte con un balonazo que terminó en la red lateral de la portería. Y por último, Miguelito, quien tampoco vio gol con un disparo desde lejos que acabó en las manos del guardameta.

El Recreativo se hizo dueño del balón, del campo y de sus jugadores, sin embargo, la Balona también se creció pasada ya la mitad de la segunda parte, cuando Alex Rubio alertó a los onubenses con un fuerte disparo.

Pavón y Cobos jugaron sus cartas, y el resultado fue algo más positivo para los locales con la entrada de Waldo, Ale Zambrano y Fran Machado. Por su parte, la Balompédica Linense reforzó sus líneas con la llegada de Juampe, Canario y Alfonso.

Los minutos parecían volar en el Nuevo Colombino y el empate estaba más que asumido. Sin embargo, llegó Miguelito. Y llegó para hacer soñar a toda una afición cuando ya nada se esperaba, cuando ya marcaba en el reloj el 93’ de descuento.

El mediocentro dirigió el balón con la ayuda de Waldo y ante la mirada de un rival que poco entendía lo que estaba pasando. Miguelito llegó. Miguelito lo hizo. Miguelito marcó gol.

Y el Nuevo Colombino se encendió, firmó la victoria, terminó el encuentro con tres puntos que sabían a gloria. Un encuentro en el que la magia fue la protagonista de aquella tarde en la que el Recreativo consiguió salir, por el momento, del descenso.

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