Villanovense y Melilla. Melilla y Villanovense. Dos de los abuelos del grupo. Más bien el abuelo con su hijo, padre del resto de equipos. Casi seis lustros lleva el Melilla en el grupo. Cuatro temporadas el Villanovense, lo que se hace una trayectoria considerable. En estos últimos años en los que los ascensos y descensos han caracterizado este grupo IV de Segunda B, pocos son los equipos que han permanecido año tras año, atravesando diferentes etapas, momentos que pasarán a los anales de ambos clubes y otros para olvidar. 

Con un cambio de campo tras el sorteo inicial, arrancaba el partido. Cambio estratégico, por supuesto. El Villanovense era el principal afectado, ya que tenían que jugar con el sol en contra. Pero esto no supondría ningún problema para los locales. Ambos conjuntos se plantaban con sistemas muy parecidos. Los locales, con su particular 4-5-1. Los visitantes, con un sistema difícil de definir. Era una mezcla entre un 4-3-3 y un 4-5-1, con Boateng como referente en el centro del campo, llevando a cabo labores de defensa y ataque. Es decir, ejercía de enganche.

Los primeros compases de juego estuvieron acompañados de la incertidumbre típica de los duelos entre rivales similares. Esto es, poca posesión y mucha presión. Las posesiones no duraban más de 30 segundos, debido a que los jugadores no disponían de más de dos metros para maniobrar.

Las previas del partido revelaron lo que este sería. Dos duelos se fueron mostrando poco a poco, y sus protagonistas no eran otros que Yacine, Javi Barrio, Boateng y Kamal. Los jugadores más potentes de ambos conjuntos aportaban un toque tosco al choque. Se respiraba un ambiente que más similitudes tenía con una categoría inferior. Ambos equipos renunciaban al fútbol combinativo y, por tanto, a las ocasiones. El Villanovense optaba por el juego en largo, que poco había usado este año, lanzando diagonales desde los laterales a los extremos. Aunque paulatinamente el juego se fue desplazando al centro del campo, pero sin claridad en las jugadas.

Las pocas ocasiones del encuentro eran ocasionales (valga la redundancia). Estábamos admirando ese característico partido de “idas y venidas”. Si los locales llegaban arriba, los visitantes respondían aumentando la presión, y viceversa. Así, con una grada entregada y un Villanovense en fase ascendente, con Xavi Annunziata como referente, se fue desequilibrando poco a poco la balanza a favor de los serones. Y, mientras añadían peso a su lado, llegó el premio. En un despiste de la defensa del Melilla tras una falta, Javi Barrio cazó un balón en el interior del área y habilitó a Allyson, que no falló delante de la portería. Este fue el primer gol del delantero brasileño, que experimentó un aumento en su nivel moral. Con este tanto recibían una gran noticia los locales, ya que estaban acusando la falta de gol de sus delanteros y, lo que es más, su posicionamiento en el campo, cosa que Allyson había subsanado.

Persistencia contra falta de gol

La falta de gol que ya venía acusando el Melilla en jornadas anteriores hizo acto de presencia en el Romero Cuerda. Con un resultado adverso, los visitantes intentaron dar un paso al frente para intentar sumar un punto en esta jornada. Pero se encontraron con un Villanovense curtido en batalla. De este modo fueron los locales los primeros que se volcaron en ataque, sedientos de gol. Los primeros compases de juego fueron un asedio total verdiblanco, hasta que, en el minuto 52, Manuel Herrero decidió introducir dos cambios en el campo que sirvieran de revulsivo. Y funcionó. Los visitantes consiguieron revertir la situación e ir en busca del empate. Pero aquí es donde aparecen los fenómenos futbolísticos. El primero de ellos se refiere a la falta de gol que tanto se hace referencia en Melilla. El segundo se llama Villanovense. Una magistral actuación de los locales en defensa no permitió que los ataques rivales prosperaran, a pesar del asedio a la portería de Joaquín que se dio en los últimos minutos.

El partido continuó basándose en unas continuas idas y venidas. Aunque los locales se centraban más en mantener el resultado y no tanto en ampliarlo. Un cambio táctico equilibró de nuevo la balanza. Jacobo dejaba su sitio en el campo a Elías, por lo que el sistema pasaba a ser algo más parecido a un 4-3-3. Conforme pasaban los minutos el Villanovense decidió modificar su juego por uno más vertical. De esta manera, dos posibles penaltis no pitados a los locales cuando se quedaban solos delante del portero, confirmaban el buen uso de este estilo. 

No obstante las situaciones de ambos conjuntos eran muy diferentes, por lo que el partido siguió su curso natural y, como se esperaba, los diez últimos minutos se desarrollaron en el área de Joaquín. Las ocasiones se sucedían una tras otra, y una tras otra se marchaban fuera, lo que iba acompañado de un lamento desconsolado de los integrantes del equipo. Boateng y Yacine, acompañados de Zelu decidieron armarse de valor y buscar el gol por todos los medios, pero sin premio final. 

El partido se resume destacando una magnífica actuación del Villanovense, sobre todo en defensa, que conocía la importancia de este encuentro; y la frustración y debilidad del Melilla cuando juega a domicilio. El Romero Cuerda se convirtió en un fortín inaccesible. 

Mejores actuaciones

3 puntos: Annunziata.

2 puntos: Boateng.

1 punto: Allyson.