Los alfareros se volvieron a dejar puntos otra jornada más tras empatar por un gol en el feudo catalán. Delgado adelantó a los de Merino al cuarto de hora de juego ante la falta de ideas de los amarillos. Bakic empató 15 minutos después en un intento de reacción, pero no hubo más goles en lo que restó de encuentro y el equipo de Alcorcón se aleja de la élite española.

Tarragona estaba dispuesta a vivir un choque frenético: dos equipos que necesitaban urgentemente puntos para distintos objetivos se daban cita en el Nou Estadi: el Nàstic, ya con las alarmas puestas para evitar el descenso, y el Alcorcón, que veía cómo se le escapaba el sueño de jugar en La Liga Santander ante la falta de resultados positivos. Ambos entrenadores decidieron que el 4-2-3-1 era la estrategia ideal para el gran duelo de la vigesimoquinta jornada de LaLiga 123.

El Nàstic golpeó primero

La tensión esperada por ambos conjuntos se reflejó desde el mismo pitido inicial. La presión defensiva era contundente y las entradas intensas por parte de los amarillos se sucedían, todo ello debido a que el Nàstic estaba consiguiendo mantener el esférico y mandar en el desarrollo del encuentro. De hecho, el Alcorcón no tuvo otra opción que replegarse atrás y recurrir al contraataque como única baza ofensiva.

Los alfareros, conscientes de que el panorama de juego no les beneficiaba en absoluto, intentaron calmar el acelerado ritmo de los catalanes mediante un pausado toque de balón y, de esta manera, adelantar un poco las líneas. Además, era inevitable que los granas terminaran por sufrir cansancio si continuaban con esa estrategia, por lo que dejaron que los madrileños también visitaran campo contrario, ofreciendo de esta manera un poco de tregua.

No obstante, el ataque pertenecía al cuadro local desde que la pelota comenzó a rodar. Delgado fue el encargado de dar recompensa a tanta llegada en el minuto 15 con un gran disparo desde dentro del área. El tanto de los granas complicaba bastante las esperanzas de los alfareros de lograr puntuar en tierras tarraconenses, puesto que los jugadores de Velázquez no daban con la solución del problema y no tenían siquiera las ideas claras.

La reacción fue clave

Los locales estaban muy cómodos con la posesión y el Alcorcón no parecía querer dificultar la forma de jugar de los catalanes. El miedo a otra derrota, lejos de motivar, provocaba inseguridad en la plantilla amarilla, que no llegaba a tiempo a la disputa de ningún balón y cometía faltas innecesarias constantemente. Asimismo, pretendían darle la vuelta al resultado con balones largos en busca de nadie, algo imposible.

Julio Velázquez no se iba a quedar quieto ante todo esto y, en el minuto 33, cambió a Luque, sacando en su lugar a Giménez. Esta sustitución pareció animar a los visitantes, tanto que, dos minutos después, Bakic empató el partido con una gran volea tras un rechace desde fuera del área. Además, los amarillos tuvieron la oportunidad de anotar el segundo en la siguiente jugada, sorprendiendo a Merino y a toda su plantilla.

Esta reacción devolvió la emoción al partido y, sobre todo, la tensión inicial. Lo que estaba claro es que el Alcorcón no estaba dispuesto a tolerar que el colista le robara tres puntos, algo que demostró siendo dueño del ataque en los instantes finales de la primera mitad. El árbitro añadió tres minutos, algo inusual tratándose de la primera parte, pero a la vez necesarios por tanta interrupción. Con el 1-1 se llegó al descanso.

Mucha igualdad, poca emoción

Merino buscaba recuperar pronto el marcador favorable y, con un rápido arreón ofensivo, obligó al serbio Dmitrovic a realizar una gran parada al comienzo de los segundos 45 minutos. De la misma manera, Reina tuvo que intervenir en la otra portería para salvar al equipo catalán en más de una ocasión. El equilibrio entre ambos conjuntos era evidente y los goles podían caer a favor de cualquier lado.

Sin embargo, el peligro lo llevaba el Gimnàstic. Algunos errores defensivos por parte de la zaga madrileña pudieron causar más de un susto a los aficionados del Alcorcón. Los granas movían el esférico de una banda a otra, alternando jugadas más elaboradas con rapidez en contragolpes. Los madrileños, por su parte, frecuentaban la banda izquierda y el centro del campo a la hora de llegar a la portería local.

Al final, ni uno ni otro

López Amaya, muy riguroso sacando tarjetas

Los alfareros estructuraron su defensa de forma más sólida para evitar sorpresas, concediendo menos espacios a los catalanes pero, a su vez, más posesión de balón. Ambos técnicos realizaban cambios en pos del gol definitivo, mas lo único que lograban era mayor juego en el medio del campo. De hecho, las ocasiones eran cada vez más inusuales y la grada empezaba a aburrirse.

Con el paso de los minutos, el Nàstic se erigía como el único que buscaba llevarse los tres puntos del Nou Estadi. Dmitrovic fue imprescindible para evitar más de un gol en contra para el conjunto de Velázquez. El final del partido fue de infarto: los locales estuvieron muy cerca de alcanzar la victoria y el Alcorcón se conformaba con el empate. No obstante, no hubo más goles en Tarragona y el Alcorcón se dejó dos puntos de oro en su visita al Nou Estadi, exponiéndose, al igual que la pasada jornada, a bajar puestos en la clasificación.