Una temporada más, y van ya ocho de forma consecutiva, el Alcorcón sigue peleando en la Segunda División con uno de los presupuestos más humildes de la categoría. Cabe destacar la importancia que tiene este hecho, ya que obliga a reconvertirse y reconstruir el equipo cada verano, y en este no ha sido una excepción. Hasta 20 fichajes tuvo que realizar la dirección deportiva del club para dejar un equipo de garantías en manos de Julio Velázquez, sin contar a los diferentes jugadores cedidos que regresaban en verano.

El equipo madrileño quería dejar atrás la difícil temporada 2016/17, con la espantada inicial de Contra​ y que el equipo se vio sin opciones de salvación en muchos tramos de la misma, llegando incluso a ser colista durante muchas jornadas. Tras una pretemporada sin muchos rivales exigentes, pero con grandes resultados y una buena preparación física, los alfareros arrancaron la temporada como uno de los equipos más en forma de la competición. En las cuatro primeras jornada, el equipo no conocía la derrota, con 8 puntos de 12 posibles y sin encajar ni un solo tanto. El sistema 5-4-1 ensayado durante toda la pretemporada parecía dar ya sus primeros frutos. Es más, el equipo llegó a ser líder virtual durante el partido ante el Barça B (su rival precisamente este fin de semana), pero finalmente Aleñà consiguió batir por primera vez a Casto en ese choque, dejando al Alcorcón sin el liderato en la quinta jornada. 

Ni los más pesimistas podían imaginar que tras ese partido, los madrileños iban a sufrir un bajón de rendimiento tremendo, con hasta cinco derrotas consecutivas y con la sensación de que el equipo había perdido la fiabilidad defensiva y la convicción mostrada en los primeros partidos de liga, encajando sendas goleadas en Tenerife, Valladolid y Córdoba. Alejado de las primeras plazas y sin esa presión añadida, Velázquez decidió abandonar el sistema de cinco defensas y fútbol directo para apostar por un juego de más posesión, variando entre el 4-4-2 y el 4-1-4-1.

Con este contexto, el equipo ha recuperado el poderío defensivo, su principal sello de identidad, y con un fútbol de mucho más toque y elaboración, poco a poco va consiguiendo esa regularidad tan importante en una liga tan igualada como esta. La figura del delantero centro es quizá el cambio más significativo desde entonces, con la entrada de Jonathan Pereira, para jugar con un "9" rápido, con capacidad para asociarse con los jugadores del centro del campo, formando una buena dupla con Albert Dorca y siempre buscando los desmarques de ruptura. Jugadores como Borja Lázaro (ahora ya en el Racing de Santander) o Álvaro Giménez se han visto relegados a un papel más secundario en el equipo. La línea defensiva es la que menos cambios ha experimentado, con un Laure que ha disputado todos los minutos de liga hasta ahora, con un Bellvís que poco a poco va cogiendo el ritmo de juego de otras campañas, y con una pareja de centrales totalmente acoplada con David Fernández y Esteban Burgos. Por último, en la zona ancha, Errasti y Toribio se distribuyen las tareas defensivas, mientras que Álvaro Peña o Borja Domínguez ya se han convertido en fijos en el once alfarero, relegando a otros componentes como Nono o Kadir.

Cabe destacar también la llegada de dos de los últimos refuerzos invernales, el argentino Mateo García y el español Asdrúbal, que dan más alternativas a Velázquez en tres cuartos de campo. De este modo, en líneas generales, se ha detectado una mejoría en el juego respecto a los primeros meses de la temporada, y el equipo va en línea ascendente, mostrándose fiable en casa (con tan solo dos derrotas) y compitiendo bastante bien como visitante. Con todo ello, si el equipo sigue la tendencia actual, se espera no sufrir tanto como el año pasado para mantener la categoría.