La secretaría técnica del Lugo encaró el pasado mercado invernal con la intención de inyectar un balón de oxígeno que permitiese al equipo llegar fresco a final de campaña. Las bajas de larga duración –o definitivas como la de Igansi– fueron solventadas con una serie de movimientos estratégicos que permiten al cuadro rojiblanco mantener la estructura propuesta a inicio de temporada. En otros casos, lo que se logró no fue otra cosa que dar un plus de calidad a la plantilla y asegurar un conjunto competitivo para pelear con firmeza por los play-off.

Es evidente que las últimas jornadas se harán largas y será necesaria la colaboración de todos los jugadores, pero, como en todos los equipos, unos futbolistas tendrán mayor peso en el equipo, más galones. Es ahí donde Francisco deberá reflexionar y decidir.

En el caso de Campabadal, parece claro que tiene su relevo natural en Álvaro Lemos. Es en la línea medular y en la delantera donde se encuentran los puntos discordantes. Se distinguen tres situaciones dentro del vestuario: los nuevos, los que salen de la enfermería y los que rindieron a un alto nivel en la primera vuelta. Está claro que el técnico del cuadro albivermello tratará de hacer un mix con todos ellos, pero habrá unos que saldrán mejor parados. Conservar o innovar, no tocar lo que ya funciona o experimentar para mejorar. El debate está servido.

Más vale malo conocido que bueno por conocer (César Fieiras)

Ante el Zaragoza se vio a un equipo renovado, pero no mejorado. La identidad se mantuvo, Pita acompañó a Seoane en la medular, se conservó el característico 4-2-3-1 del Lugo y el estilo de juego fue el mismo. Cambiaron los efectivos. Francisco pecó de exceso de confianza en sus jugadores e introdujo a los nuevos de forma brusca. No funcionó.

Todos y cada uno de los integrantes de la plantilla serán pieza fundamental para alcanzar los tan ansiados play-off. No será fácil, pero con cada grano de arena se construirá el granero. Víctor Moreno trabajó para cerrar el que, seguramente, fuese el mercado invernal más exitoso de la historia del Lugo: en el ecuador de la competición suplió las bajas, reforzó ciertas posiciones y cargó de optimismo a una afición que no pone techo a su equipo.

Confianza sí, galones no

Francisco cometería un grave error si de golpe concediera galones a las nuevas incorporaciones, ya que podría desestabilizar la marcha del equipo. La estructura del Lugo debería ser la misma que colocó al equipo líder de la división de plata, pero mejorada con la entrada de los Romero, Chuli y compañía. Estos jugadores tienen más experiencia en partidos importantes que el resto de sus compañeros, por lo que su llegada supone un auténtico salto de calidad, justo lo que el Lugo necesitaba para despegar. Si no juegan, de nada valió su fichaje, se trajeron por algo, pero no hay que confundir el introducirlos en un equipo ya hecho con hacer el equipo en torno a ellos. Para eso, deberían haber llegado hace seis meses, lo que no ocurrió. Es tarde para innovar, pero llegaron en el momento exacto para echar un cable.

Pita, Campillo, Bernardo y Josete hablan con el árbitro |Foto: LaLiga
Pita, Campillo, Bernardo y Josete hablan con el árbitro |Foto: LaLiga

No olvidarse de quien te dio todo

Difícil la labor de gestión para las últimas 15 jornadas. Es muy complicado que todos los futbolistas estén contentos. Francisco no se casa con nadie, pero deberá tener a todos motivados para cuando llegue su momento. Es esto algo en lo que el técnico almeriense ha destacado desde su llegada a la ciudad amurallada. Cuando Bernardo presentó problemas físicos e Ignasi decidió hacer las maletas dirección Málaga entraron en escena jugadores como Josete y Luis Muñoz, los que no desentonaron ni empeoraron el rendimiento de los teóricos titulares.

Lo que sería una auténtica pena es que Francisco se olvide de los que hasta ahora se han trabajado la titularidad y que, por el nombre o jerarquía de las caras nuevas, sean relegados al banquillo o a la grada –véase el caso de Mario Barco vs Zaragoza–. Las razones deportivas son las que priman por encima de las personales, sin embargo, los cambios deben efectuarse de forma progresiva, poco a poco, el esfuerzo debe ser recompensado, la sangre, con sangre se paga.

En definitiva, el Lugo es, ante todo, una familia. Así seguirá siendo, así se logró el ascenso en Cádiz y las permanencias que lo continuaron, así se logró el primer liderato histórico en segunda ante el Nástic y así entrará, por primera vez en su larga vida, en el play-off de ascenso a la primera categoría del fútbol español.

Cambios para volver arriba (Carlos Rodríguez)

Sería un craso error no empezar a contar más con los nuevos fichajes, no solo por el hecho de que cuando se ficha a un jugador es porque se confía en él, sino porque los Chuli, Jaime Romero y compañía tienen calidad de sobra para dar la talla.

El Lugo terminó la primera vuelta muy apurado por culpa de las numerosas lesiones que asolaron al equipo en el tramo inicial de la temporada, como la de Campabadal. Para suplir al lateral diestro, el Lugo se hizo con los servicios de un viejo conocido, Álvaro Lemos. El del joven gallego es un fichaje necesario teniendo en cuenta que el único lateral derecho disponible para Francisco era Serge Leuko. En esta posición, quizá sea donde menos incidencia podría tener el cambio de una pieza por otra, aunque el dar minutos a Lemos puede significar –independientemente de que le quite el puesto a Leuko o no– una mayor presión para el futbolista camerunés, que debería verse traducida en una mayor motivación de este para mantener su puesto como titular. Un papel similar debería tener José Carlos, el central procedente del Real Betis Balompié que llega en principio para cubrir las bajas puntuales de Josete Malagón y Bernardo pero, ¿debería tener un papel más importante? Seguramente sí. Lo ideal sería darle minutos lo antes posible para evitar la posible relajación de los centrales titulares, que hasta ahora apenas habían visto su puesto amenazado por el otro central del plantel,  Luis Muñoz.

El caso de Jaime Romero es el más esperanzador, el extremo albaceteño ha demostrado que no importa llevar poco tiempo en el equipo, pues ya se ha hecho un puesto en el once gracias a su esfuerzo y buen juego. Su incorporación es competencia directa para los Iriome, Herrera o Fede Vico, el tridente habitual por detrás del delantero desde la lesión de Campillo. Romero aporta mucho peligro a un ataque al que muchas veces le cuesta generar ocasiones claras de gol. Para aumentar esa cantidad de ocasiones de anotar, Chuli puede ser una gran solución para el equipo, ya sea en detrimento de Mario Barco o sustituyendo a alguno de los jugadores de la media punta para cambiar el dibujo del habitual 4-2-3-1 a un 4-4-.

Jaime Romero controla el balón | Foto: LaLiga
Jaime Romero controla el balón | Foto: LaLiga

La temporada es muy larga y todos los equipos se han reforzado bien, si el Lugo quiere seguir teniendo un papel protagonista en esta Liga, deberá apostar por los nuevos. Esto no tiene que significar un cambio drástico para el bloque de jugadores que más estaba jugando, sino un balón de oxígeno que favorezca al rendimiento global del equipo, que ganaría en calidad y descanso. Apostar por los nuevos para subir el nivel de competencia interna y dar un salto de calidad como equipo, llevará al cuadro lucense a terminar la campaña en los puestos de arriba, seguro.