Si bien es cierto que el Girona ha empezado la temporada con una gran facilidad para ver portería (siete goles marcados en tres jornadas), no es menos cierto que la fragilidad defensiva de los hombres de Machín es preocupante. O, al menos, la zaga actual deja algunas dudas, y es que los dos inquilinos de la portería rojiblanca han recogido hasta en seis ocasiones el balón del fondo de las mallas (cuatro veces lo hizo Bounou y dos René, este sábado ante el Valladolid). Sevilla Atlético (en tres ocasiones), Elche (en una) y Valladolid (en dos) consiguieron ver portería ante el conjunto gerundense.

"Si queremos ser competitivos, necesitamos cortar la sangría de goles", sentenciaba Machín al término del encuentro en el feudo vallisoletano. Y el de Gómara presentaba para ello dos alternativas: "Podemos hacer dos cosas, o mejorar con el mismo juego, o hacer como la mayoría de rivales, es decir, ser más conservadores, juntarnos atrás y especular un poco". Desde su llegada al banquillo, el equipo se ha caracterizado por una gran solidez defensiva, no solo en casa sino también cuando ha jugado lejos de Montilivi.

Contra equipos que tienen el balón, los pupilos del técnico soriano han jugado replegados atrás, sin renunciar nunca al ataque o a la posesión del esférico en determinados tramos de los partidos. De hecho, el equipo había encajado muy pocos goles con el ex del Numancia en el banquillo. En el último tercio de la temporada 2013/14, Becerra encajó 12 goles en 13 partidos; en la temporada siguiente, el badalonés encajó 35 y en la pasada campaña, 28, que le sirvieron para ser el 'Zamora' de Segunda División. Sin embargo, los seis tantos que ha recibido el Girona actual rodean de incertidumbre el eje defensivo.

Habrá que ver si el equipo es capaz de cerrar de una vez por todas la portería y vuelve a ser un equipo sólido. Alternativas serias tanto en portería (Bounou René) como en defensa (Ramalho, Kiko Olivas, Richy, Alcalá, Carles Mas, Juanpe y Pablo Marí) ya existen. Ahora es cuestión que empiecen a carburar.