Hay películas que gusta menos protagonizar, actores que se sienten vejados por ser llamados a escena cuando los focos no reclaman la máxima atención. Largometrajes que sostienen sus grandilocuentes inversiones al abrigo de unas caras más respetadas que otras. Hoy, España, la mejor de las películas que se ruedan en el panorama de selecciones, se presentaba con una mezcla de actores primarios y secundarios. En Suiza, Chile exigió el máximo.

Los de Del Bosque quisieron cumplir el guion. Llegar, dar minutos a los meritorios que no levantan la voz ante la falta de minutos, vencer y volver a casa. Fácil resumir en una frase, difícil sobre el tapiz del Stade de Genève. Con una mezcla de titulares (ante Finlandia) y suplentes, la Selección no acunó a los chilenos.

Nacho debutó con la Selección

La siempre aguerrida selección sudamericana fue una viva imagen de lo que suele ser. Dibujando un futbol veloz y de presión, Chile se vistió con su traje de partido oficial, instando a España a alcanzar un punto que pareció no valorar. Con la batuta en los pies de Xavi y la inspiración en los de Cesc, los españoles no dieron abasto ante un rival que parecía jugar con uno más.

La intensidad agobió a España

Pronto avisó Chile a España de su idea. No titubearon. En el primer minuto presionaron fuerte hasta que forzaron un córner. Los chilenos iban de cara y no engañaban a nadie, el partido se lo tomaban en serio. De este modo, aprovechando la falta de intensidad española, Eduardo Vargas se plantaba ante Valdés. El delantero dio un pase a la red. Así de fácil, así lo pareció. El error en el fuera de juego de Sergio Ramos tenía una penalización máxima.

Dos fallos acabaron en sendos goles de Vargas

Este planteamiento no fue efímero. Chile apretó, lo hizo como si hubiera puntos en juego. Enorme intensidad con la que disputaron cada jugada, cada acción. Obligaban con este planteamiento a España a no dormirse. Sin embargo, a los europeos las piernas no les fluían mientras su cabeza no se activaba.

Huérfanos de Iniesta, España se agobió. Le aumentaba el biorritmo con el balón en los pies. Chile atosigaba, cansaba, agobiaba y desquiciaba. Parecían ver el fútbol un segundo antes, capaz de sobreponerse al juego de toque y de llegar a la presión con superioridad. Cuando a Chile le empezó a faltar el resuello, España combinó y con un gran centro de Pedro, Soldado empataba. España, respiraba.

Vargas colocaba en ventaja a Chile antes del descanso

Los errores de España no vinieron solos. Si en el inicio fue Sergio Ramos quien propició el primer tanto, en el final de esa misma parte Albiol ayudó a los chilenos a recuperar la ventaja. Una candidez defensiva inusitada para un jugador de primer nivel auspició un gran movimiento de Vargas. El delantero recibió de espaldas y rápidamente buscó la portería de Valdés al que batió con la zurda. Eduardo Vargas firmaba su doblete particular con tras un buen giro.

España había remado contra la tempestad y, extenuada, volvía al punto inicial. Los chilenos estaban, de nuevo, por encima con el acicate del descanso y los 15 minutos para recuperar las fuerzas. Ante esto, Del Bosque metió calidad, Iniesta, y velocidad, Navas. Con ellos, los españoles mejoraron pero llovía sobre mojado.

Navas encuentra el camino

El manchego se lo tomó en serio y se alió con Cazorla. Con el culé y el gunner, España dio un paso al frente y sus mejores minutos fueron los últimos diez. Las ocasiones fueron llegando y el gol del empate surgió cuando las luces comenzaban a apagarse. Explicar cómo resultaría de un compendio de buen hacer (sensacional pase de Negredo) y de creérselo (Navas se empeñó en empujar la pelota). El empate para Chile, por inmerecido, refuerza su idea en la antesala del Mundial.

Desde que la estrella alumbra el pecho de la Selección, España ha demostrado que los amistosos no sirven para sacar conclusiones. No van con ellos. Sonoras han sido las derrotas y duras las conclusiones que se sacaban de ellas.  Las alarmas resonaban pero se apagaban tan pronto como llegaba un partido oficial. España se ha ganado el respeto y una confianza, algo que no exime de entender este empate como un advertencia de lo que se puede encontrar en Brasil. Un sonido que ya retumbó con fuerza en Maracaná. Hoy, Chile puso en preaviso.

Así lo vivimos.