Años repartidos entre desilusiones y resignaciones. Mundiales vestidos por el pesimismo que adornan años de fracasos. Competiciones en las que el chascarrillo de los cuartos retumbaba en los tímpanos de unos jugadores abocados a un destino que parecía marcado a fuego.

Llegó el 2010 entre ilusiones renovadas, optimismo frenado por los antecedentes. A pesar de todo las opciones españolas volaban gracias al virtuoso fútbol practicado por el combinado en Austria y Suiza. Parafraseando a The Cranberries en todos mis sueños, nunca es como parece”. Los de Del Bosque viajaron a la tierra de Nelson Mandela, al primer Mundial africano.

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Una clasificación impoluta, una transición de Aragonés a Del Bosque llevada con tranquilidad y sentido común. Una aparición estrepitosa de unos pilares, como Busquets, Piqué o Pedro, que sostendrían una construcción titánica. Las bases estaban diseñadas y el 2010 traería la enésima oportunidad para otra nueva generación española con talento, que tendría que demostrar su competitividad.

La clasificación para el torneo mundialista no albergaba ninguna duda. Los españoles se pasearon por el Viejo Continente en un grupo sin grandes rivales que exigieran su mejor tono. Con una buena imagen, la selección llegó a Sudáfrica como favorita. Un papel exigente para un combinado que nunca había gozado del éxito mundial.

Partido Resultado Goleadores
España - Suiza 0-1 Fernandes
España - Honduras 2-0 Villa (2)
Chile - España 1-2 Millar; Villa, Iniesta
España - Portugal 1-0 Villa
Paraguay - España 0-1 Villa
Alemania - España 0-1 Puyol
Países Bajos - España 0-1 Iniesta

España 0-1 Suiza

Los inicios históricamente habían vuelto la cara al combinado nacional. La confianza infinita en un grupo extraordinario hacía prever un comienzo bien distinto, sustentado en los hombros de un bloque sólido. Suiza, con su papel bien estudiado y su táctica llevada al milímetro sobre el tapete de Durban, hizo la vida imposible al equipo español.

Tapando huecos, con un trabajo defensivo solidario y ejemplar, Suiza aguantó y aguantó. Espero sin saber bien a qué y aprovechó quién sabe si el nerviosismo ibérico o el desatino provocado por la desesperación. Con esos ingredientes, Suiza encontró su vergel adornado por los rebotes, los errores, las indecisiones y una pizca de suerte que le puso por delante.

El gol de Fernandes al poco de comenzar la segunda parte obligó a España a reinventarse con las prisas. A ser más directos y a encontrarse en Sudáfrica. Esas sensaciones que no aparecieron en toda la tarde y que obligó al debate nacional. El estilo y el doble pivote fueron temas recurrentes para lapidar las opciones de España. Para Del Bosque no existía tal debate, y achacó la derrota a la falta de precisión.

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España 2-0 Honduras

Los días que siguieron a la derrota inicial posiblemente fueran los más complicados que le tocó vivir a España en Sudáfrica. Las dudas, los debates y las caras largas de los futbolistas españoles daban buena cuenta del estado al límite que se vivía. El margen había desaparecido y con él se había marchado la confianza en el equipo.

Honduras era un equipo asequible pero en ese momento parecía erigirse un conjunto de otras características más inabarcables. Sin encontrar la excelencia y sin Iniesta sobre el campo, España encontró el triunfo con un doblete de David Villa. Los goles del Guaje tranquilizaron a la expedición de Del Bosque al que no tranquilizó la recta final del choque. España ganaba, pero no encontraba sensaciones.

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Chile 1-2 España

Una selección al más puro estilo Bielsa. Correosa, incómoda, agresiva. No era el mejor rival para finiquitar una clasificación que había costado más de lo presupuestado. España aguantó el empuje chileno y se fue creciendo gracias al gol de Villa aprovechando el error en la salida de Claudio Bravo. El tanto español allanó un terreno árido que terminó por colorear Andrés Iniesta.

La figura del manchego fue de menos a más en el torneo pero en cada encuentro dejó su granito de arena en pos del éxito final. La jugada que terminó con el gol del culé también conllevó la expulsión de Estrada. Pretoria asistía a una segunda parte en la que ambos equipos entregaron las armas tras el gol de los chilenos en un disparo desde la frontal.

El resultado (1-2) servía a Chile para pasar de segunda por el tropezón de Suiza, incapaz de ganar a Honduras. Portugal aparecía en el horizonte y España, en las eliminatorias, debía mejorar su rendimiento. La mejor noticia para los de Del Bosque surgía del resurgir goleador de Villa, necesario tras un inicio que evidenció a una España con la pólvora mojada.

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España 1-0 Portugal

El conjunto de Cristiano Ronaldo fue la piedra de toque que España se encontró en octavos. El equipo de Queiroz, observando lo dispuesto por los rivales de España en la primera fase, propuso un partido árido. Con el convencimiento de parar el centro del campo, paraba al combinado nacional, Portugal se centró más en destruir que en crear.

El enfado del madridista Cristiano acabó por evidenciar que el estilo de juego que planteó Queiroz no era el que más convencía a sus futbolistas que terminaron por perder ante España. Para ello resultó clave la entrada de Fernando Llorente. El delantero cambió el rumbo del partido y se peleó sin descanso con los centrales portugueses.

La brega de Llorente acabó metiendo en el partido a España que encontró un resquicio entre el muro de piernas luso para hacer saltar por los aires la resistencia vecina. El gol de Villa, una vez más, servía para hacer efectivo una gran jugada de Iniesta y Xavi. El partido sirvió para ver una mejor versión de España, aunque más pragmática, alejada del virtuosismo de otras tardes.

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Paraguay 0-1 España

Los paraguayos no fueron un rival asequible para España. Con menos renombre, los sudamericanos acontecieron en los cuartos del Mundial con la intención de alargar su sueño. Basados en una idea destructiva, el equipo del Tata Martino planteó un encuentro plagado de trabas e incomodidades.

Una prueba para la resistencia mental de España, los de Del Bosque aguantaron la energía y entendieron que para pasar debían igualar la intensidad guaraní. El partido se torcía y se enrevesaba siguiendo el guion del hoy técnico del Barcelona.

Los fantasmas de los cuartos aparecieron de nuevo cuando el guatemalteco Carlos Batres señalaba un evidente penalti de Piqué sobre Cardozo. El ariete del Benfica daba los pasos hacia atrás con la mirada fija en un objetivo que no era otro que Iker Casillas. Las esperanzas de España descansaban sobre unas manos que habían tenido que intervenir más bien poco durante todo el torneo.

La vorágine que se originó desde el golpeo de Cardozo alteró un partido que había pasado la primera hora sin noticias, algo que beneficiaba a Paraguay. La parada de Casillas y el posterior e inmediato penalti sobre Villa hacía presagiar que algo estaba cambiando. El lanzamiento que ejecutó Xabi Alonso lo tuvo que repetir entre la desesperación española que vio como el madridista erraba a la segunda.

En la recta final, a falta de apenas 10 minutos surgió imponente la figura de Andrés Iniesta. Zafándose una tras otro de las entradas paraguayas encontró un resquicio en el área que terminó en gol de Villa, no sin antes encontrar el guiño del destino con los continuos golpeos en la madera antes de gritar el tanto que daba acceso a las semifinales.

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Alemania 0-1 España

Las semifinales llegaron bajo un ambiente de esperanza y sorpresa. Pedro aparecía en el once por primera vez y Torres empezaría sentado en el banquillo. La entrega del canario, aderezada por su despliegue técnico desequilibró el partido. Los alemanes eran incapaces de detener al delantero blaugrana, hiperactivo y sublime salvo en una acción que gracias a Puyol no pasará a la historia.

España desquició a Alemania con buen fútbol. Paró a Özil gracias a un Busquets omnipresente. Los españoles volvían a ganar por el mismo resultado que dos años atrás, esta vez gracias a un gol de cabeza de Puyol. El blaugrana remató con el alma un centro de Xavi. De su cabeza a la final distaron el tiempo 20 minutos en los que España pudo ampliar su renta pero que concluyó con el mismo resultado por tercer partido consecutivo.

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Países Bajos 0-1 España

11 de julio del 2010. El día que muchas generaciones habían soñado. La final de todos, el partido que siempre se pensó que nunca llegaría. El encuentro que paralizó un país y lo vistió de rojo. España vivió con intensidad un partido para el que se había preparado y para el que se sentía superior.

Para llegar a esa conclusión ayudó la selección neerlandesa más empecinada en destruir y jugar con su historia, dilapidando un estilo más virtuoso que el de la noche de Johannesburgo. Los de Del Bosque hicieron su fútbol y de forma muy seria aguantaron las impertinencias de los Oranje.

No existe el éxito sin el sufrimiento y España, con una defensa quizá demasiado adelantada para la velocidad de Robben, facilitó dos manos a mano del jugador del Bayern ante Casillas. El portero español respondió doblemente, con mayor o menor fortuna, y el partido llegó a la prórroga sin goles.

El periodo extra llegó y con él los mejores momentos de España. Aprovechando el desgaste neerlandés, Iniesta se creció y con él los españoles. La expulsión de Heitinga facolitó las cosas, sin embargo el gol del triunfo llegó cuando todo hacía indicar que los penaltis decidirían el campeón del mundo.

De punta a punta, España logró en el minuto 116 su hito más grande, su momento más glorioso. De los pies de Navas, Cesc, Torres e Iniesta brotó un grito al unísono de un país que vio como de la diestra del manchego surgía una estrella. El pecho de los españoles se adornó con ella e Iker llegaba al cielo levantando la ansiada copa entre recuerdos para los malogrados Dani Jarque y Antonio Puerta.