En el fútbol lo importante es ganar, más aún en un partido tan trascendental como un derbi. En juego, algo más de 3 puntos; dignidad, orgullo, motivación, todas las conversaciones de bar hasta el siguiente derbi… Las aficiones gozaron y sufrieron con un derbi disputado, competido y (al fin) igualado. Para el espectador neutral, muy probablemente fue un auténtico tostón. Las 41 faltas cometidas y las 9 amarillas mostradas así lo atestiguan.

Joaquín y Escudero, bonita pugna en la banda

Durante la primera mitad, lo único destacable en cuanto a creatividad futbolística se vio en la lucha entre el extremo bético Joaquín y el lateral sevillista Escudero. Sobre el emblema verdiblanco recaía toda la tarea de organizar juego ofensivo, y de sus regates, fintas, cambios de ritmo y pases nacieron las pocas ocasiones de peligro de la zaga visitante. Se fue apagando con el paso de los minutos, puesto que sufrió un gran desgaste físico persiguiendo a Escudero en sus constantes internadas en campo contrario. El lateral destacó más en la faceta atacante, puesto que supo combinar velocidad punta con precisos regates y centros al área. Vitolo, intermitente, estuvo vigilado a consciencia por Petros y Durmisi.

Nasri y Vitolo asumen protagonismo

En la reanudación, el fútbol se trasladó de la banda hacia el centro. El arranque de Nasri fue espectacular. El francés ofreció en algunos tramos lo que se espera de él. Bajó a recibir el balón, sirvió como brújula a un equipo algo desorientado, se asoció con Vitolo y sus cambios de ritmo combinados con regates fueron un quebradero de cabeza para la medular bética. De sus botas nació el único tanto de la noche. Una falta exquisitamente botada, en el punto exacto que es el talón de Aquiles de muchos equipos; en el hueco entre la espalda de la defensa y el portero. Lo aprovechó el trasero de Mercado para dar los 3 puntos a los sevillistas. El ídolo Vitolo dejó sus habituales (y raras) carreras mezclando potencia y elegancia, sumándole regates mientras sorteaba múltiples piernas vestidas con medias verdes. Estuvo listo en la creación del juego y pausado cuando el partido lo pedía (no como Vázquez, que lo estuvo durante todo el partido cuando apareció). Le falló la definición, al canario le tiembla la pierna cuando encara portería y busca otras opciones, muchas veces menos peligrosas que el disparo. Asignatura pendiente.

En un partido trabado, con poca fluidez en el juego, se agradecieron los destellos de calidad, que a la postre sirvieron para decantar la balanza, de nuevo, hacia el lado rojiblanco. 

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