La primera derrota de la temporada llegó en San Mamés. El Sevilla cayó de manera dura por tres goles a uno en un encuentro en el que los hispalenses fueron un espejismo de lo que pide su entrenador, pues ni presionaron ni fueron a buscar el “arco” rival ni crearon ocasiones ni nada por el estilo. El Athletic de Bilbao planteó su batalla y consiguió llevarse los tres puntos, que solo llegaron a peligrar cuando Nasri convirtió en gol el primer tiro a puerta de los sevillistas, pero Balenziaga con un golazo y Aduriz de penalti certificaron la goleada vizcaína.

Debacle en defensa

El Sevilla lleva varios partidos dejando señales muy preocupantes en su juego, pero hasta ahora el resultado había acompañado más o menos. En San Mamés todo saltó por los aires. Sampaoli, obligado por las bajas, diseñó una defensa muy arriesgada. En realidad, el principal riesgo estuvo en alinear a Kolo. El francés se encuentra en un estado de forma alarmante. El recital de fallos en cada partido es insultante y lo más preocupante es lo cargado que está el calendario para darle todos los partidos a Escudero y que Tremoulinas sigue en paradero desconocido. Pareja y Mercado rayaron el suficiente, mientras que Mariano hizo sentirse a Balenziaga como si fuese Roberto Carlos en el segundo gol.

Sin sustituto de Banega

En la zona de creación, el naufragio es todavía más preocupante. Los partidos acaban sin un referente claro  para dirigir el juego sevillista. Ya se sabía que Banega era insustituible, pero por lo menos algo que se le parezca. En Bilbao, el mediocentro formado por Iborra y Kranevitter era incapaz de sacar la pelota con criterio y solo Nasri, que bajaba casi a posiciones defensivas, tenía la capacidad de buscar algo de provecho en ataque. Correa y Sarabia, sobre todo el argentino, fueron dos espectadores de lujo del partido, mientras que en ataque, Sampaoli optó por dar la confianza a un Carlos Fernández que todavía no está curtido para batallas como la del encuentro contra los Leones.

En definitiva, el partido se desarrolló por los cauces que Ernesto Valverde había planeado y desde los primeros compases del encuentro el Athletic llevó el peso del mismo. El Sevilla tocaba y tocaba sin sentido e intentaba sacar la pelota desde atrás, pero el conjuzto vizcaíno presionaba hasta obligar a un sevillista a rifar la pelota. Los minutos se fueron sucediendo hasta que San José aprovechó un rebote dentro del área para adelantar a los suyos. El Sevilla lejos de reaccionar continuó deambulando por el campo sin una clara estrategia a la que agarrarse.

El esperpento de Sirigu

Tras el paso por los vestuarios, Sampaoli desperdició un cuarto de hora hasta que dio entrada a Franco Vázquez y Vitolo, pero el guión seguía igual. En el primer acto, el conjunto andaluz no se había asomado por la portería de Kepa, pero en la segunda parte, haciendo gala de una gran efectividad, Nasri empató el encuentro en el primer tiro a puerta de su equipo. Sin embargo, lejos de espolear al Sevilla y lanzarse a por el partido, todo siguió igual. El ritmo del equipo era de solteros contra casados.

Iborra se pone la camiseta de Sirigu | sevillafc.es
Iborra se pone la camiseta de Sirigu | sevillafc.es

Todo parecía indicar que el partido no acabaría en tablas. En un momento de locura de Balenziaga, el lateral encaró a Mariano, le tiró un autopase y se sacó un gran disparo cruzado que batió sin problemas a Sirigu. Era el minuto 66 y el resultado ya no peligraría para los vascos, que sin embargo tuvieron tiempo de aumentar la ventaja. Aduriz picó al guardameta italiano del Sevilla y éste le propinó un codazo en la espalda en toda la cara del árbitro. El colegiado señaló la pena máxima y expulsó al sardo, que ya no debería volver a jugar en un tiempo. El 3-1 final hace justicia a lo que se vio en el campo y llena de dudas a un Sevilla que ya espera la llegada del Olympique de Lyon para estrenarse el martes en Liga de Campeones ante su público.

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