Definitivamente, se le marchó la tercera plaza al Sevilla tras un nuevo empate en casa. El bache del que tanto se viene hablando en el último mes se ha prolongado tras el parón, y Sampaoli tampoco ha encontrado la fórmula para desarmar al Sporting. Una primera parte, y un gran tramo de la segunda, con más llegadas visitantes que locales demostraron que el equipo sevillista está noqueado. En un encuentro más feo que otra cosa, solo la entrada de Iborra y Jovetic pudieron subir el ritmo del juego, pero ya era demasiado tarde como para evitar el empate a cero goles. Un punto doloroso para el Sevilla, pero que da la vida al Sporting en su lucha por la permanencia en Primera División.

El partido comenzó, como viene ocurriendo en los últimos partidos del Sevilla, con un equipo hispalense dubitativo. Durante los primeros ocho minutos, el Sporting llegó tres veces seguidas con mucho peligro al área de Sergio Rico. Concretamente, todas fueron por el carril de Mariano, que no estuvo nada brillante en defensa, ni como central ni como lateral. Los jugadores de Rubi se encontraron muy cómodos en esta fase del partido, ya que los locales les generaban pocas ocasiones. El único peligro que generaron los de Sampaoli fue un tiro de Nasri y otro de Correa, ambos fáciles para el portero. Mientras tanto, los asturianos intentaban llegar sin éxito, pero también con buenas llegadas de Carlos Castro, Burgui y Lillo.

Durante la primera media hora, hubo algunos amagos de subir el ritmo del juego. Primero, diez minutos buenos del Sevilla que empezó a jugar muy cerca del área del Sporting, con algunas llegadas peligrosas. Eso sí, seguía sin rematar con acierto. Los siguientes minutos fueron claramente para el Sporting, que aprovechó las dudas de su rival en defensa para generar mucho peligro. Incluso hubo un posible penalti de Lenglet sobre Carlos Castro, del que solo le libró un claro fuera de juego previo al derribo. Sin duda, hubo tanto mérito del Sporting como fallos del Sevilla, que dio muchas facilidades en las transiciones ofensivas de los jugadores de Rubi. Luego, otra llegada peligrosa al área  de los asturianos confirmó que Sampaoli todavía no ha sacado a su equipo del bache en el que entró hace un mes.

No cabe duda de que la mejor noticia de la primera parte fue el final de la misma. El ritmo tosco del Sevilla, sumado a las pocas llegadas del Sporting arriba, convirtieron el partido en un duelo para olvidar. En todo el último cuarto de hora, tan solo se puede destacar un disparo de Ben Yedder y otras tres llegadas visitantes, pero sin inquietar a Rico. La peor noticia para Sampaoli fue los grandes problemas que tenían sus jugadores a la hora de defender. El medio se partía completamente, y Burgui volvió loco a Mariano todo el rato. La única esperanza de los aficionados hispalenses era una charla motivadora al descanso del técnico argentino, que apostara por una revolución total en la reanudación.

Pero la reacción fue de Rubi, que pidió a sus jugadores que fueran a por el partido y aprovecharan el mal fútbol de los locales. Aunque les costaba mucho trabajo tirar a portería, el Sporting jugó muchos minutos cerca del área del Sevilla, que no sabía quitarse el peligro de encima. Conforme fueron pasando los minutos, los dos equipos fueron cometiendo errores atrás que favorecieron el fútbol ofensivo. Esto generó llegadas de los dos equipos, pero también muchísimo trabajo para el árbitro.

Hubo varias jugadas polémicas que Vicandi Garrido no resolvió bien, lo que añadió tensión a un partido que no estaba siendo duro. Primero, fue un grave error de Pareja perdiendo la pelota en la frontal del área. Burgui, que estuvo rápido para anticiparse, le robó la pelota para encarar a Sergio Rico. Pero el capitán del Sevilla, que no estuvo nada afortunado en ningún momento, le derribó claramente evitando la ocasión. Sin embargo, para el colegiado no fue nada. Minutos más tarde, esta vez en área del Sporting, se pidió un penalti por mano de Amorebieta. Que el balón le golpea ahí es evidente, tanto que el propio central tuvo que ser sustituido por una lesión en la muñeca, producto de esa acción. Pero el árbitro entendió que era involuntaria y no señaló nada.

Conforme iba avanzando la segunda mitad, al Sporting le iban pesando las piernas. Cada vez apostaban más por aguantar el resultado y menos por buscar al Sevilla arriba, mientras los andaluces le comían el campo metro a metro. Con la entrada de Iborra y Jovetic, Sampaoli imprimió más ritmo y mayor dominio en el juego aéreo. El cambio cumplió su función, y los centros laterales se convirtieron en una auténtica agonía para los centrales sportinguistas. Las ocasiones se convirtieron en clarísimas, pero Cuéllar demostró ser uno de los jugadores más en forma del Sporting. No solo estuvo inmenso bajo palos, sino que midió muy bien para salir a despejar por arriba. Entre unas cosas y otras, el atasco continuó y la posibilidad de romper el empate se convirtió en imposible.

Visto el partido completo, la mejor noticia para el Sevilla fue que el Sporting no definió en ninguna de sus ocasiones. Está claro que los jugadores son incapaces de salir del bajón físico en el que se encuentran. Pero ahora, a este bache físico hay que sumar el mal fútbol realizado por los rojiblancos durante todo el partido. El atasco arriba y los problemas defensivos, provocados sobre todo por Burgui y por Carlos Castro, impidieron un buen partido. Para quien sí sabe bien este punto es para el Sporting, que ya suma cinco jornadas seguidas sin perder, en campos tan difíciles como Mestalla o el Pizjuán. Si bien la permanencia en Primera está lejos todavía, la buena racha de los de Rubi les da muchos motivos para soñar un año más.