Los de Michel jugaron en el Pizjuán con el factor sorpresa, mientras que al principio del encuentro dejaron que los franjirrojos camparan a sus anchas. En los últimos minutos del primer periodo y en la mayoría del segundo, el Rayo mostró la calidad que parecía haber desaparecido dentro de sus filas.

Golpe bajo del Rayo

En el primer momento tras el colegiado dar el pitido inicial el miedo entró en el cuerpo de todos los jugadores de Vallecas tras recibir en el primer minuto un disparo del sevillista Toño Cotán después de encontrarse el rechace de su compañero de equipo Marc Gual. Esto sería la dinámica que llevarían a cabo ambos conjuntos los primeros minutos: un filial presionando sin parar y un Rayo que hacía bien poco para remediarlo.

El arranque también se vio afectado por muchos parones, que al final ralentizaron la forma de juego de los dos equipos. Cuando la dinámica se volvió a retomar, se vio a un Sevilla Atlético muy tranquilo, con las ideas claras y sabiendo lo que quería hacer en cada momento. Mientras tanto, los de Míchel no mostraban nada de seguridad en defensa, cada fallo que tenían hacía peligrar la integridad del portero.

Los visitantes tenían serios problemas a la hora de crear situaciones de peligro y cuando las encontraban delante de sus narices no las sabían resolver de forma efectiva. Aunque los de Diego Martínez tuvieran el control del partido, seguían la misma filosofía del equipo madrileño, pero la mayor diferencia entre unos y otros era la forma en la que sacaban el balón corto, con pases exactos sin meter en problemas al guardameta sevillano.

Las jugadas más comprometidas por parte del equipo local fueron las que salían de las botas de Ivi, todas ellas desde fuera del área y con una gran potencia, pero que salían rozando los palos. El Rayo, asfixiado por la presión de los del filial, acudía como última opción a la falta, uno para frenar el juego de los del Sánchez Pizjuán, y dos para tener una nueva oportunidad de empezar y poder conquistar el esférico.

Cuando todos pensaban que el partido corría a favor de los de Nervión, se llevaron un enorme mazazo tras toparse con el gol del rayista Javi Guerra en el 40 de partido, faltando apenas unos minutos para finalizar el primer periodo. El equipo de Míchel se empezó a crecer y los últimos minutos fueron de ellos; los franjirrojos, mientras tanto, probaban suerte con los disparos desde fuera del área.

Los intentos no dieron sus frutos

Como al comienzo del encuentro, los locales trajeron consigo la primera jugada de peligro, aunque no les sirviera para nada, ya que los rayistas tardaron dos segundos en causarle serios problemas a Juan Soriano. La presión era tan constante que en apenas unos minutos después se plantaba el Rayo con otro tanto a su favor anotado por el 27, Comesaña, dejando a los de Diego Martínez desbancados. No habían ni trascurrido diez minutos del segundo periodo y ya tenían un gol más en su contra.

Se notaba muchísimo que el equipo madrileño había entrado con las pilas bien cargadas y deseando llevarse el partido por su cauce desde los primeros momentos, se veía cómo estos se comían poco a poco a la cantera sevillista.

Los de Nervión no salieron de su letargo hasta el minuto 57 cuando después de una larga jugada, desde un primer momento orquestada por la batuta del equipo, B.Lasso, intentaron disparar a puerta pero el portero se adelantó y no pudieron finalizarla. Pese a no anotar, la grada aplaudía ese espléndido toque que llevó a cabo su equipo durante unos segundos.

El entrenador del Sevilla Atlético necesitaba algo más de experiencia y contundencia en el terreno de juego, por ello, introdujo en el campo a Curro por el joven Pozo, un cambio que demostraba que el míster no se quería ir de mala manera de su último partido con los suyos. Con el trascurso del partido se vio como poco a poco los del Sánchez Pizjuán salían de entre las garras del Rayo, que hasta ese momento había sido el líder del encuentro- el centro del campo sevillista estaba flojeando y los visitantes lo sabían-.

Las llegadas a puerta por parte del conjunto de Sevilla fueron cada vez a más, pero faltaba la presencia de un delantero, M. Gual, que pese a estar en el verde no daba muchas señales de vida, y cuando las daba no era de forma acertada. Quizás la ausencia de una de las piezas clave del filial causara esa falta de goles.

Faltaban apenas unos minutos para dar por finalizado el encuentro, pero antes de que el colegiado pitara, el desaparecido delantero reapareció y puso en el marcador el 1-2. El partido llegó a su fin y el filial, pese a su derrota, salió con la cabeza bien alta después de la gran temporada que se ha marcado, tanto el equipo como su entrenador, Diego Martínez, que ya no formará parte de las filas sevillistas para la temporada que viene.