Una noche más de Champions, esta vez en el Ljudski vrt, en la que el Sevilla FC se enfrentaba el Maribor en una noche realmente fría. Los aficionados disfrutaron de un partido muy disputado que finalmente acabó con un empate complicado de conseguir para los visitantes.

El Sevilla empieza con el pie izquierdo

El comienzo en el Estadio del conjunto local, el Maribor, fue frío como el ambiente que se estaba viviendo aquella noche en el terreno de juego, el termómetro bajaba de los cero grados. Como era de esperar el equipo rojiblanco era el que tenía el control dentro de un juego monótono y sin ninguna ocasión clara de peligro.

El conjunto local no era capaz de llegar al área Sergio Rico, solo se aproximaba cuando se producía una contra, mientras tanto los de Marucci estaban intentado conseguir el gol pero apenas hacían daño al guardameta del Maribor. De repente, en una contra de los de Milanič el Sevilla se vio con un 1-0 en el marcador, tras anotar de cabeza el nueve del conjunto esloveno Marcos Tavares. Una gran sorpresa tanto para los presentes como para el propio equipo visitante.

Los eslovenos se encerraron en su área después del tanto, una acción inteligente para no recibir rápidamente el gol del empate. Los rojiblancos seguían en su intento por empatar el encuentro pero su forma estática de juego no permitía que se llevara a cabo su objetivo. Sin embargo, el polo opuesto era el Maribor que tenía menos ocasiones pero el peligro era asfixiante para el club nervionense.

Con el trascurso de los minutos los de Milanič fueron creciendo poco a poco hasta llevarse el partido a su terreno y conseguir tener consigo la posesión. Las tornas cambiaron y el Sevilla no sabía aprovechar las pocas ocasiones que tenía, con centros sin ningún rematador y pases en profundidad que despejaba la defensa local. Una defensa realmente afianzada y atenta a cada movimiento de los rojiblancos.

El Sevilla no sabía aprovechar las pocas ocasiones que tenía

El primer periodo terminó con el pitido del árbitro, que no dio ni un solo minuto de descuento, y con un juego muy diferente al del comienzo del partido. Los jugadores de Marucci se fueron al vestuario con la cabeza agachada y los eslovenos con una gran motivación tras anotar el tanto que los ponía por delante.

Los de Nervión roban la intensidad al Maribor

Los primeros minutos se tornaron muy diferentes a los del primer periodo, ya que el Sevilla salía al terreno de juego con una actitud muy distinta a la del principio, con ansias de fútbol y gol. El Maribor sin embargo disminuyó su ritmo mostrando un juego más calmado y con menos revoluciones, un punto a favor para los visitantes.

La presión se hacía continua y los de Marucci no paraban de poner en apuros a Handanovic, el guardameta esloveno. Pese a su continuidad y constancia, los rojiblancos, no daban el último paso para anotar ese gol tan necesario, uno porque la defensa local estaba muy aferrada a su área y dos, porque los visitantes no encontraban la combinación acertada. El Maribor aprovechaba sus pocas ocasiones causando también algo de peligro, pero eran tan escasas que los de Nervión apenas se sentían incómodos.

Eran tan escasas que los de Nervión apenas se sentían incómodos

La presión asfixiante de los rojiblancos consiguió sus frutos con un tanto que salió de las botas de Ganso, el portero se tiró de forma correcta pero el esférico le pasó justo por debajo, anotando de esta forma el 1-1. La salida de este jugador al terreno de juego fue clave para conseguir el empate que tanto sudor les estaba costando alcanzar.

El campo del Maribor asumió el gol como algo que se veía venir tras el acoso continuo de los de Nervión, ellos intentaban salir de su área y acabar en la de Sergio Rico pero muy pocas veces lo conseguían. Las llegadas fueron disminuyendo poco a poco y los de Milanič apenas se reconocían, su juego era distinto al del primer tiempo.

Los últimos minutos trascurrieron de la misma forma y sin ningún cambio en el juego de ambos equipos, uno era el que presionaba y atacaba, y el otro el que defendía y esperaba siempre la jugada de contrataque como oportunidad para causar peligro. Con el pitido final el Sevilla se fue al vestuario con una alegría y un segundo puesto en la tabla clasificatoria, merced a la derrota del Spartak en Anfield.