El filial sevillista se enfrentó al Osasuna en esta fría noche de domingo para afrontar una nueva jornada de LaLiga 123. El campo no estaba a rebosar, la grada de fondo permanecía vacía exceptuando a algún que otro seguidor del conjunto pamplonés, el gol norte acogía a unos pocos aficionados que venían a animar a los franjirojos y preferencia, la más llena, recogía al resto de sevillistas. Una vez en el terreno de juego los canteranos saludaban a sus contrincantes mientras de fondo sonaba el himno de su club, la gente permanecía callada, sin muchas ganas de animar, tal vez pasmados por el frío.

Mucha intensidad pero poca afectividad

El estadio del Sevilla Atlético comenzaba a ver el juego de su equipo orgulloso, disfrutando. Los de Luis Tevenet decidieron empezar el encuentro pisando fuerte y siendo los primeros en crear una ocasión de peligro, esta proveniente de las botas de José Lara. Este sería el mapa que leería la zaga sevillista durante todo el primer periodo.

El posicionamiento de los franjirrojos en el terreno de juego era impecable, defensa atenta, centro del campo conectado y ataque preparado. Quizás no tan eficaz como los aficionados querrían, pero ahí estaban, cada uno de ellos dando la cara para anotar un gol. Mientras tanto el Osasuna renqueante intentaba sobrepasar la mitad del campo y ocasionar alguna ocasión de peligro comprometida.

Los intentos del conjunto visitante eran incansables pero la frustración era aun mayor, desesperación que era causada por la defensa local, la retaguardia del Ramón Cisneros no dejaba vivir a los rojillos. Uno de los imprescindibles que cumplía este recado era Yan Eteki, con su gran zancada y altura detenía todo aquello que venía por abajo y por arriba.

La invasión del área del guardameta Herrera cada vez era mayor, constantemente la defensa del Osasuna se ponía a prueba con despejes sin dirección y salidas de balón casi asfixiantes. Sin embargo, el filial no conseguía dar esa vuelta de tuerca que les pondría por delante en el marcador. En conclusión, ninguno de los dos conjuntos dejaba las cosas claras dentro del terreno de juego.

El reloj corría y los rojillos poco a poco iban aumentando su intensidad. Las llegadas eran más certeras, los pases más definidos y los disparos más peligrosos. Los franjirrojos no se dieron cuenta de la subida del conjunto rival hasta que David Rodríguez remató una falta en la frontal de área que se fue rozando el palo izquierdo, falto muy poco. Un pequeño susto que dio un toque de atención a los de Luis Tevenet. Finalmente, ambos equipos se marcharon al banquillo cansados y con ganas de más, deseando en la segunda mitad anotar el tanto de la victoria.

Los de Tevenet y su poca fortuna

Una vez comenzado a correr el tiempo, el Osasuna y el Sevilla Atlético, se plantaron en el terreno de juego con un aire muy diferente al del primer periodo. Los de Pamplona tuvieron la ocasión de anotar un nuevo tanto en los primeros minutos, pero por muy poco acabó yéndose fuera. La contra que vino después por parte de los de Luis Tevenet fue una amenaza para los rojillos, una advertencia que finalmente no llegó a nada.

La realidad de lo que estaba sucediendo era la de un filial que luchaba por ganar otro nuevo encuentro, y la de un conjunto visitante que no dejaba de devolver los golpes. Algo muy complicado de afrontar para los locales. Conforme el partido avanzaba el conjunto de Diego Martínez iba poniendo la balanza a su favor dejando en la sombra a los franjirrojos. Casi sin esperarlo, los del Ramón Cisneros, se vieron contra la espada y la pared.

Una jugada de peligro por parte del 7 del conjunto pamplonés desquició a la defensa sevillista. En el primer intento, el disparo con su pierna derecha golpeó el palo alto de la portería de Juan Soriano haciendo que el equipo se planteara el posicionamiento de la defensa. Acto seguido sin dejar respirar a los jugadores franjirrojos, Lillo daba nuevamente una asistencia a David, que ponía el 0-1 en el marcador tras un remate de cabeza al lado derecho de la portería.

Los de Diego Martínez después de esta gran conquista decidieron ir a por todas y pusieron más garra aún para impedir el empate. En la otra cara se encontraba el filial que lamentaba el no haber aprovechado las ocasiones de la primera parte. Después de todo los de Tevenet no bajaron los brazos, una filosofía que siempre llevan escrita, y no cesaron en el intento de ocasionar jugadas de peligro.

Pese al incesante e incansable espíritu de los chavales canteranos, algo fallaba en sus filas. No había buenas conexiones como al principio y el portero del Osasuna estaba haciendo un gran partidazo. Ambas cosas se unieron y no dejaban vivir a los franjirrojos. En los minutos finales el Sevilla Atlético llegaba constantemente a la portería rival pero sin acierto ninguno, con disparos rozando el palo y paradas espectaculares del guardameta rojillo.