El descenso, a falta de confirmación oficial, parece una realidad. A pesar de los comentarios de ánimo que parecen salir del técnico sportinguista, lo cierto es que las sensaciones son ya de Segunda División. Y parece que lo mejor sería planificar la temporada que viene. Es cierto que el equipo intenta competir, pero no lo consigue, y eso ya es motivo de no conseguir la permanencia. 

A pesar de que los jugadores, durante toda la semana, lanzaron mensajes positivos, hoy no ocurrió nada. No se vio nada en el terreno de juego. De haber ganado, habría sido de casualidad, y así no se consigue estar en Primera División un año más. El milagro parece ya imposible, y es que... ¿Por qué la afición sportinguista tiene que esperar siempre ese 'imposible'?

Si el Leganés consigue la victoria esta jornada, el objetivo se irá a seis puntos, lo que equivale a dos partidos. Y cuatro jornadas por disputarse. Parece que el sportinguismo quiere buscar culpables, y quizás los encuentre, pero es difícil que nada libre ya a Gijón de volver a ser un equipo de la categoría de plata del fútbol español. 

Demasiadas oportunidades perdidas

Al principio del partido, todo parecía estar del lado local. La posesión la tenía el equipo gijonés, pero las ocasiones no se materializaban. Sin embargo, el gol llegó de falta directa de Victor Rodríguez, jugador con el que Rubi sorprendió en el once inicial. Y fue de lo poco reseñable del partido. Aunque tampoco es para tirar cohetes. Desde luego, parece ya un equipo de Segunda División.

Posteriormente, el equipo mantenía el balón, es cierto, pero sin acierto. No llegaba arriba y, cuando lo hacía, sin ningún tipo de peligro. Hubo dos ocasiones, una de Cop, a pase de Canella que nunca llegó a rematar, y otra al final del partido que salvó Diego López que, todo hay que decirlo, fue uno de los mejores del encuentro, convirtiéndose en un muro que custodiaba sin piedad la portería. 

Quique Sánchez Flores sabía lo que su equipo necesitaba

Leo Baptistao entró en el segundo tiempo. Supo revolucionar el encuentro y, a los pocos minutos, el Espanyol ya había logrado igualar el tanto inicial de los rojiblancos. El autor real fue Gerard Moreno, pero el pase de Baptistao, que firmó un partido prácticamente brillante, siendo un gran incordio tanto para Babin como para Meré, que no pudieron quitarle el ojo de encima en los 45 minutos que jugó. 

Los cambios roijblancos

Rubi, ante la desilusión y la desesperación, decidió que lo mejor sería jugar con Cop y Castro arriba, intentando por todos los medios conseguir el gol que necesitaban si querían mantener la categoría. Pero ni siquiera con eso fue suficiente. Posteriormente dio entrada a Carmona y a Isma López, sustituyendo a Victor Rodríguez y a Canella, ambos reventados por los minutos que jugaron. Nada fue suficiente, lo intentaban a la desesperada, pero así no se consiguen las cosas. 

Babin, la imagen de la afición sportinguista

El dorsal número tres salió del estadio llorando, como cualquier aficionado, por dentro o por fuera, pero tristes, alicaídos, sabiendo que ya es prácticamente imposible que la situación pueda revertirse. Y es que es muy duro ver cómo el objetivo se diluye poco a poco, y son los propios jugadores los que no pueden hacer más, porque no se creó un equipo con la calidad suficiente para conseguir la permanencia. Y esa es precisamente la impotencia que deben sentir los jugadores, verse completamente alejados de la calidad que se exige en Primera División. 

Último rayo de esperanza

El Leganés, en Butarque, se lo juega todo ante uno de los peores equipos a domicilio. Si ganan, serán ya seis puntos los que separarán a Gijón de la máxima categoría del fútbol. Los ojos de todos los sportinguistas están puestos en ese partido, con la esperanza de que la agonía se alargue un poco más, y se pueda obrar ese milagro al que ya estamos "tan acostumbrados".