Año de experimentación para el jugador gijonés. Cedido por el Sporting, el rápido extremo zurdo ha vivido su primera temporada en una competición profesional. Con casi 23 años, se convirtió en una pieza importante, pero efímera, para el Mirandés, equipo que fue entrenado por hasta cuatro entrenadores a lo largo de la campaña. A pesar de su buena predisposición en la llegada al equipo, su rendimiento sufrió una caída considerable. Con un magnífico comienzo de temporada, las rachas de malos resultados, unidas a una lesión en la rodilla, impidieron su progresión en la dinámica de la plantilla y su contribución fue de más a menos. Los excesivos relevos en el banquillo también influyeron con rotundidad en el joven jugador.

Desde su aterrizaje en tierras burgalesas, la adaptación en el equipo que por aquel entonces entrenaba Carlos Terrazas no fue inmediata. Hasta la jornada 3 no obtuvo sus primeros minutos, siempre desde el banquillo, intentando mostrar siempre sus mejores cualidades para convencer al entrenador. Sin embargo, este esfuerzo no tendría recompensa hasta cuatro jornadas después. Partiendo desde el once inicial, Bustos cuajó su mejor partido de la temporada contra el Tenerife en Anduva. Encuentro en el que marcó los dos goles que cosechó en todo el año, demostró un gran rigor a la hora de atacar el área rival con su eléctrico desborde, que puso en serios apuros a la zaga tinerfeña, con pocos remedios para pararle.

A partir de ese duelo, las prestaciones del gijonés fueron en aumento. Con la confianza del míster, el extremo zurdo fue titular durante doce jornadas consecutivas, racha que fue interrumpida por los malos resultados obtenidos por el equipo rojillo. El relevo de entrenadores no modificó su situación de suplente, siempre saliendo al campo en las segundas partes. Hasta tres entrenadores pasaron en apenas dos meses por el Mirandés, no apostando de lleno ninguno de ellos por Bustos para revertir la delicada situación del club en ese tramo de la temporada.

A partir de la jornada 13 y hasta la 25, su presencia en el juego del equipo fue inequívoca, aunque desde el banquillo. Su bagaje tanto ofensivo como defensivo no acababa de convencer, pero sí es verdad que a pesar de ser suplente habitual, la confianza del entrenador en él era por lo menos visible. El tercer entrenador de la temporada, Javier Álvarez de los Mozos, decidió prescindir entonces del jugador, cayendo de sus convocatorias hasta la desvinculación del técnico. Con Pablo Alfaro saltó la sorpresa y le situó de titular en su primer partido como entrenador del Mirandés. Sin embargo, un esguince de rodilla durante ese encuentro le impidió terminar la temporada, y su aportación en la lucha por la permanencia llegó a su fin.

Las estadísticas no engañan

El rendimiento de Álvaro Bustos ha dejado severas dudas sobre la valoración de su temporada. Mermado por la adaptación a un nuevo conjunto, los malos resultados obtenidos, el continuo relevo en el banquillo y la desafortunada lesión en el último tramo de la competición no han contribuido de manera favorable en los números del jugador. 

Con 1.391 minutos disputados, sus intervenciones ofensivas se basan en dos goles y 13 disparos, registro muy pobre para un jugador del que se esperaba mucho más. En defensa, aunque su labor principal es el ataque, ha acumulado 58 recuperaciones, con un balance de una tan sola amonestación, lo que demuestra un gran juego limpio en las tareas de recuperación del balón. Respecto a los pases, ha distribuido el balón correctamente 378 veces.