No se puede entender la trayectoria de Rubi sin hablar antes de la de Abelardo con el Sporting. La llegada del Pitu al banquillo rojiblanco fue una solución casi obligada para un club que en la temporada 2013/14 se vio obligado a rescindir el contrato de Jose Ramón Sandoval debido a los malos resultados. Tan sólo quedaban cinco partidos de liga pero el entrenador interino logró clasificar al equipo para los playoff de ascenso tras lograr tres victorias y dos empates, siendo posteriormente eliminado por la U.D Las Palmas en la primera eliminatoria por el ascenso.

Las cuentas del club no permitían grandes inversiones por lo que se decidió darle una oportunidad en la campaña siguiente con el reto añadido de hacer frente a la temporada con un equipo plagado de chavales de la cantera, pero contra todo pronóstico, los "guajes" finalizaron la temporada en puestos de ascenso directo en lo que fue una de las mejores temporadas de la historia del Sporting en Segunda División.

En la campaña 2015/16 la austeridad en lo económico seguía condicionando los fichajes y, a pesar de todo, el Pitu logó de nuevo obrar el milagro con los chavales de Mareo como base logrando una agónica salvación en la última jornada.

No es lo mismo sin los guajes

Es entonces cuando las arcas del club rojiblanco cogen aire y se decide hacer una inversión en la plantilla realizando múltiples incorporaciones. Abelardo daba el visto bueno a los cambios y comenzaron a llegar nuevos fichajes mientras muchos de los héroes de ascenso y la permanencia abandonaban el club por la puerta de atrás. Esto comenzaría a ser el principio del fin para entrenador gijonés.

A pesar del prometedor inicio de temporada, en el que los asturianos sumaron siete puntos en las tres primeras jornadas, la debacle de las siguientes 14 acabaron con el crédito del Pitu, que tan sólo fue capaz de sacar cinco puntos de los 42 que se disputaron en ese período, dejando al equipo en descenso, a cuatro puntos de la salvación y con unas sensaciones muy preocupantes.

Tras la derrota por dos goles a tres en El Molinón ante el Eibar, Abelardo asume que no es capaz de reconducir la situación y decide abandonar la disciplina rojiblanca para dejar su puesto a alguien que pueda sacar adelante la situación.

Tras su salida de Gijón, el Pitu se tomó casi un año de descanso antes de firmar en diciembre por el Alavés. A su llegada el equipo vitoriano tan sólo sumaba seis puntos en 13 jornadas disputadas, cifra que logró el técnico asturiano en sus dos primeros encuentros en el banquillo blanquiazul gracias a las dos victorias consecutivas ante Girona y Las Palmas.

Rubi acepta el reto

Inmediatamente después de la salida de Abelardo de Gijón, desde la planta noble de Mareo se decide apostar por Joan Francesc Ferrer Sicilia, más conocido como Rubi, para tratar de reconducir la situación. En ese momento se trataba de un técnico que tan sólo había entrenado en primera división al Levante, en una temporada que había finalizado con el descenso del conjunto valenciano. Eso sí, sus equipos son conocidos por jugar bien y tener un alto nivel competitivo, y, a priori, el conjunto sportinguista no contaba con una mala plantilla. Tenía aún 20 jornadas por delante.

Rubi no pudo salvar al Sporting del descenso. // Imagen: Raúl Pajares (VAVEL)
Rubi debutó con un meritorio empate en Sevilla ante el Betis // Imagen: Raúl Pajares (VAVEL)

El Sporting de Rubi falla en los momentos clave

Parecía que el equipo quería reaccionar y sacaba un valioso punto ante el Betis en el Villamarín en el debut del catalán en el banquillo. El conjunto rojiblanco estaba dando otra imagen aunque con importantes altibajos que les llevaron, por ejemplo, a ganar en Butarque al Leganés o empatar en Mestalla, así como a cosechar dos duras derrotas en El Molinón ante Alavés y Deportivo de la Coruña. No obstante el equipo parece despertar y logra estar invicto durante tres jornadas consecutivas. Que mejor ocasión para recibir a un rival directo, un Málaga que estaba en caída libre y a cinco puntos de los asturianos. Sólo valía ganar y era el momento y el rival perfectos para despegar definitivamente. El Málaga llevaba 6 partidos sin sumar de tres, con cinco derrotas y un empate, y acumulaba más de un año sin vencer lejos de la ciudad andaluza.

Era el momento que Rubi estaba esperando, pero el Sporting volvió a fallar nuevamente. Cayó derrotado por cero goles a uno y todas las esperanzas se desvanecían. No en vano los rojiblancos acumularon otras dos derrotas consecutivas, tan sólo demostrando saber competir ante nada menos que el Real Madrid en Gijón, que necesitó de todo su esfuerzo y de las genialidades de Isco para llevarse los tres puntos de tierras asturianas.

El flojo final de temporada que estaba cuajando el Leganés hizo ver a los sportinguistas y al propio Rubi un atisbo de esperanza ya que sabía que en igualdad de puntos entre asturianos y madrileños, el golaveraje era de los de Gijón.

Llegaba entonces la jornada 33, el Leganés estaba a cinco puntos y jugaba en el Madrigal mientras el Sporting visitaba a un desahuciado Osasuna que tan sólo contaba con 17 puntos. Una victoria en Pamplona podría poner al Sporting a dos puntos. Las cuentas salían nuevamente.

La buena imagen ante el Real Madrid y el positivismo que transmitía Rubi respaldado por "la calculadora", volvió a ilusionar a una afición que seguía creyendo en su Sporting. Pero nada más lejos de la realidad, un equipo desquiciado y nervioso no fue capaz de sacar más que un punto de Pamplona. De hecho los pamplonicas ganaban por dos goles a cero a falta de once minutos para el final, aunque el pundonor y el orgullo de Canella y Carlos Castro lograron igualar el encuentro, disfrutando éste último de una inmejorable ocasión en el descuento que habría permitido obrar el milagro.

Finalmente, una nueva decepción en la enésima oportunidad de agarrarse a Primera División. El sentimiento común era que el Sporting no se merecía seguir entre los mejores, era un cúmulo de despropósitos. El siguiente partido en Gijón ante un Espanyol que ya no se jugaba nada fue la confirmación de ello y otro nuevo empate alejaba aún más el sueño.

En los cuatro encuentros restantes los rojiblancos sumaron dos victorias, un empate y tan sólo una derrota, pero el Leganés no volvería a dar más oportunidades al conjunto de Rubi que acabaría con sus huesos de nuevo en la división de plata del fútbol español, creando una profunda crisis en la relación entre la afición y el club. La decisión impopular de deshacer una plantilla de guajes para traer gente de fuera no había gustado desde el inicio, y el resultado final daba la razón a los fieles aficionados asturianos.

A Pesar del esfuerzo, Rubi no pudo reconducir la trayectoria del equipo. // Imagen: Diego Blanco (VAVEL)

El asalto al ascenso no contraría con Rubi

En el seno del Sporting se planteó una nueva renovación comenzando por el director deportivo, sustituyendo a Nico Rodríguez por Miguel Torrecilla, un hombre con amplia experiencia en el fútbol español. El salmantino consideró que Rubi no era la persona adecuada para liderar al nuevo equipo sportinguista en Segunda División y que, como no podría ser de otra forma, tendría el ascenso como único objetivo. El elegido fue Paco Herrera, en detrimento de un Francesc Rubi que había manifestado púbicamente que se sentía capaz de devolver al Sporting a la élite.

El técnico catalán aceptó la propuesta del Huesca con un presupuesto muy inferior y otros objetivos a priori muy distintos a los de los asturianos. Sin embargo, está caminando con paso firme por la división de plata manteniendo al conjunto aragonés en posiciones de ascenso directo. Ahora algunos aficionados asturianos se preguntan si no habrá sido un error prescindir de Rubi.