Si algo le estaba demandando en estas últimas semanas la grada de La Condomina a su equipo, era posiblemente intensidad. Una pequeña palabra que esconde un grandísimo significado. Y es que la palabra intensidad no significa correr todo el partido detrás del balón, que también, sino que significa dar la cara, competir, mostrar orgullo propio y abandonar siempre el terreno de juego convencido de que has dado todo.

El UCAM era uno de esos equipos que manifestaban este horrible problema, en cada partido, en cada jugada, en cada balón dividido. Pecaban de buenos. Quizás, era el método de juego de José María Salmerón. Pues bien, al parecer, con Francisco la cosa va a cambiar, y mucho. Tan sólo noventa minutos nos han hecho falta para observar el cambio que ha dado el equipo desde partido de hace dos semanas frente al Huesca, al de Copa del Rey frente al Celta de Vigo en Balaídos.

Y es que a pesar de la derrota, el equipo universitario dio la cara e incluso acumuló ocasiones para empatar o llegar a ganar el encuentro. Un planteamiento basado en el orden defensivo atrás, con continuas ayudas y coberturas que evitaron que el Celta creara verdadero peligro en todo el partido sobre la meta de Biel Ribas. El contraataque también fue otro de los puntos fuertes en un partido en el que empezó avisando rápido Collantes.

El conjunto celtiña contemporizó el control del esférico la mayoría del tiempo en la primera mitad, aunque de una forma completamente estéril sobre el arco universitario. Sólo un disparo de Sisto tras jugada personal y un chut de Pablo Hernández que se acabó marchando fuera, fueron las ocasiones más destacadas.

Por eso, el 1-0 sentó como un jarro de agua fría. Falta en el balcón del área que clava Marcelo Díaz en la escuadra de Biel Ribas. Golpe de interior seco y fuerte, teledirigido a la escuadra. Imparable. Pero a pesar del gol, el equipo de Francisco no le perdió la cara al partido y siguió con ese orden que le había dado tan buen resultado hasta ahora. Antes del descanso, Natalio servía a Vicente un balón en bandeja al punto de penalti que acabaría sacando la defensa local en el último suspiro.

La segunda mitad se reanudó con un Celta de Vigo consciente de que debía hacer el 2-0 para evitar problemas. Varios saques de córner y un par de internadas que acabó solventando la zaga universitaria con bastante solvencia. Y tras ese arreón inicial, de nuevo volvieron a igualarse las fuerzas.

Los universitarios la intentaban con continuas internadas por banda que acababan en centros al área, o en jugadas de relativo peligro que siempre acababan blocando la defensa o el portero Sergio. Fue en ese momento cuando Francisco buscó darle algo más de velocidad al ataque de los de Murcia haciendo cambios. Las entradas de Jesús Imaz, Nono y Pablo Pallarés dieron oxígeno al UCAM para salir en los últimos minutos a la contra.

El partido acabó con el equipo visitante volcado sobre la meta celtiña que pedía la hora. Primero, un mano a mano de Jesús Imaz que acaba parando Sergio en última instancia evitaba el empate en Balaídos. Pero es que después, Collantes tendría de nuevo el empate en potente disparo que acabaría sacando, de nuevo, el guardameta Sergio. Finalmente, el Celta de Vigo consigue el pase para la siguiente ronda de la competición del KO ante un UCAM Murcia CF al que nunca le había sentado tan bien una derrota como esta. El primer partido de Francisco como entrenador y ante todo un primera división como el Celta.