La UD Almería se hizo con tres puntos muy valiosos de cara al tramo final de Liga. Se sentaba Luis Miguel Ramis por primera vez en el banquillo del Estadio de los Juegos Mediterráneos y el público local acudía al feudo rojiblanco con ánimos de ver a su equipo llevarse la victoria.
Sin embargo, el cuadro alfarero llegaba con la intención de alejarse de los puestos de descenso y no meterse en la pelea por la pérdida de categoría.
Ambos equipos saltaban a un terreno de juego en inmejorables condiciones para la práctica del fútbol, aunque la primera parte no hiciese demasiado honor a dicho deporte, ya que no fue nada vistosa, salvo el gol de Quique tras un perfecto centro del lateral derecho Motta.
Demasiado centrocampismo, con innumerables interrupciones por las faltas cometidas por ambos equipos y jugadores a vestuarios tras los primeros cuarenta y cinco minutos.
Tras la reanudación, los futbolistas se encargaron de animar el ambiente, generando distintas ocasiones de gol y cambiando la numeración en el marcador. Primero serían los de Julio Velázquez quienes empatarían la contienda, pero poco les duraría la alegría, porque Quique, por segunda vez, adelantaría a los locales.
El baile de futbolistas de refresco se hacía patente conforme transcurrían los minutos del segundo envite; por el lado almeriense entrarían Borja, Corona y Kalu Uche, mientras que por parte de los madrileños lo harían Martín Luque, Álvaro Giménez y Kadir.
El técnico visitante, muy nervioso durante todo el encuentro, acabaría siendo expulsado por el colegiado Isidro Díaz, para terminar viendo el desarrollo del juego desde la grada.
Y ya en los minutos finales, sería Antonio Puertas quien empujaría a la red el tercero del casillero almeriense a pase del nueve local.
Los del sur de Madrid se complican en la clasificación, cayendo en puestos de descenso y el Almería, por su parte, suma tres puntos para colocarse a uno de la permanencia.
El poco público visitante se marchaba con cara de preocupación tras la derrota de su equipo y viendo que entraban en puestos de peligro, mientras que los asistentes locales se iban esperanzados.
