Contra viento y marea. Por lo civil y por lo criminal. Obviando traumas del pasado, mirando al frente, con los ojos del campeón, con la experiencia del sufrimiento, con el dolor de las heridas que solo se curarán a base de casta.

Las Palmas redita su puesto en la final de la promoción de ascenso a Primera División. Lo hace tras batir a un Real Valladolid que volvió a quedarse con nueve jugadores durante un encuentro en el cual, solo los insulares demostraron su valía.

Hernán Santana fue la única novedad en el once de Herrera

A pesar de que Paco Herrera había anunciado cambios varios en el once, finalmente, las tornas giraron hacia una alineación muy parecida a la del encuentro de ida, la cual, solo presentaba la novedad de Hernán Santana por Juan Carlos Valerón.  

Según indicó el propio entrenador minutos antes del comienzo del encuentro, Valerón contaba en los planes de Herrera para un hipotético final de fiesta, en el cual hiciera falta oficio y calma para cerrar el resultado. Quien sí estuvo a punto de entrar desde el inicio (según informó Canarias Radio la Autonómica) fue Asdrúbal Padrón, jugador que apuntaba maneras para sustituir a un Roque Mesa que parecía necesitar minutos de descanso. Finalmente, dicha sustitución no se materializó.

Así todas, los once elegidos fueron Raúl Lizoain, David Simón, Aythami Artiles, David García, Ángel López, Javi Castellano, Hernán Santana, Juan Culio, Roque Mesa, Jonathan Viera y Sergio Araujo.

Una continuación de Pucela

Justo el siguiente capítulo al que se leyó en el estadio de la pulmonía. Eso parecieron los primeros minutos del enfrentamiento en un Estadio de Gran Canaria menos repleto de lo deseado. Las Palmas siguió homenajeando al fútbol, representando su ambición por estar en Primera División, el Valladolid, por su parte, pareció que aún continuaba con dos jugadores menos en sus filas.

Los peninsulares no ganaron ninguna batalla particular, no lo hicieron en ninguna parcela del juego, salieron tan sorprendentemente débiles, que pareció una estrategia medida de Francesc Rubí al más puro estilo de Frank Underwood en House of Cards.

Los amarillos bailaron con el balón

Las Palmas bailó a su ritmo. O mejor dicho, bailó la danza de Jonathan Viera, Roque Mesa y Sergio Araujo. Los amarillos se pusieron la rosa en la boca para coger por la cintura al balón y no soltarla hasta que la música parara de sonar.

En el minuto 20, Jonathan Viera, que parecía jugar en la Playa de Las Canteras cuando La Cícer queda plana tras la pleamar, tiró antes de que Varas rechazara un disparo, el cual, a la postre, tampoco pudo aprovechar Sergio Araujo.

El sueño continuó a babor pasada la media hora del partido. Por momentos, Las Palmas mostró oficio en su juego, ese oficio que no favorece al espectáculo, que calma a las masas, baja la intensidad, pero ayuda para contemporizar las fuerzas.

En el 32’. Jonatahan Viera pudo marcar de libre directo, el cual se marchó por menos que de Tribuna a Naciente. Finalmente, ya al borde del pitido conluyente, Javi Varas volvió a intervenir para evitar la adelantada de Sergio Araujo.

Hasta cuatro ocasiones claras pudo gozar una Unión Deportiva con afán de monólogo. Se vio a un Valladolid indolente, incapaz y al borde de su propia claudicación.

El sueño de todos

Tras la primera mitad Las Palmas no obtuvo el marcador que mereció

A pesar de que las sensaciones en casa no tuvieron parangón, la única realidad la mostraba el resultado a cero por cero. Con la salida de los jugadores frente a frente para la segunda batalla (o la cuarta), el electrónico seguía marcando un caricaturesco empate a nada, el cual mantenía viva la posibilidad de que el Real Valladolid, con un gol, se fuera directamente a la final de la promoción.

Los pucelanos apretaron el acelerador de las faltas. No como en la primera vuelta, pero sí, otra vez, explorando de tanto en cuanto los límites del reglamento.  

Roger remató frente a un inédito Raúl Lizoain cuando apenas faltaban dos minutos para la hora. Acto seguido, Javi Varas volvió a intervenir para evitar el gol del chino Araujo.  

Paco Herrera movió su tablero introduciendo a Vicente Gómez por Hernán Santana y a Asdrúbal Padrón por Roque Mesa.

Toda vez habían pasado 70 minutos desde el inicio, Hernán Pérez fue expulsado tras tumbar a David Simón durante un desafío a la velocidad de la luz cerca de la línea de cal. El pucelano recibió la segunda amarilla.

El Valladolid acabó con nueve jugadores

Gran Canaria tembló cuando en los últimos minutos un maremágnum de circunstancias inundó el partido. Sobre el descuento, el árbitro señaló el penalti y la expulsión de Javi Varas tras haber derribado a Asdrúbal Padrón dentro del área. A pesar de que Sergio Araujo mandó fuera su disparo desde los once metros y de que el Valladolid pudo tirar por última vez de libre directo (con sus nueve jugadores dentro del área), el pase a la final no salió de Las Palmas.

La Unión Deportiva se enfrentará a su pasado y a su futuro en una final en las alturas ante el Zaragoza. Los de Paco Herrera jugarán la ida de esa eliminatoria el próximo miércoles en La Romareda. La vuelta será el domingo, 21 de junio, en el Estadio de Gran Canaria