La vida suele dar oportunidades que pueden ser maravillosas. Ilusión, ímpetu y emoción conforman el cóctel ideal para luchar ante cualquier adversidad. Eso debió de pensar el once de gala que salía al Insular un 4 de diciembre de 1971, poniendo en pie a todo el graderío en aquella fría y lluviosa noche de otoño.

Los vikingos blancos llegaban invictos, y con ganas de perpetuar su racha de seis victorias y cinco empates. Las Palmas, por su parte, contaba antes del choque con 10 puntos, fruto de tres victorias, cinco empates y dos derrotas. Cabe destacar que el sistema de puntos utilizado por entonces era el de dos puntos por triunfo cosechado. 

Un partido pasado por agua que no aminoró la calidad

El partido estaba a punto de comenzar y la lluvia empezaba a hacer acto de presencia. Cuando el colegiado indicó el inicio del partido, el balón empezó a rodar. Ya no había quien pudiera pararlo. Y es que cuando excelencia y la brillantez se combinan en el terreno de juego, ni los fenómenos atmosféricos más complejos son capaces de detener el espectáculo. Así, los primeros 45 minutos transcurrieron en esos términos, ya que entre la labor de Niz y los apoyos de Germán y Gilberto II, Las Palmas se sentía cómoda en la medular.

Frente a ellos se encontraba una tripleta nada baladí: Grosso, Pirri y Amancio. El primero de ellos se mostró luchador, impetuoso y contundente en su función. Sin embargo, sus acompañantes se demasiaron en los pases, inefectivos para el objetivo de llegar a la portería rival. Los amarillos estaban bien plantados en su zona, esperando a su contrincante. De hecho, desbarataban todos los intentos de entregas al pie que pretendían efectuar los centrocampistas madridistas.

Gilberto II adelantó a los amarillos 

La primera ocasión del partido fue para los visitantes. Betancort, con el pie, rechazó in extremis un disparo de Aguilar. Sin embargo, el contragolpe de Las Palmas sería letal. León se hizo con el cuero y lo envió rápidamente a las botas de Gilberto II. Este, fulgurante, emprendió una carrera como si de un velocista se tratara para dejar atrás en velocidad a sus defensores. En un momento ya se había plantado frente a García Remón, meta del Madrid, a quien fusiló con un potente disparo. Minuto 27 y la Unión Deportiva ya estaba por delante en el marcador.

La acción del gol rebajó los nervios en las filas amarillas, que habían visto cómo sus rivales habían amenazado mediante alguna oportunidad. A partir del gol, los merengues fueron a buscar la portería rival. No obstante, Tonono se había convertido en un fiero persecutor de Santillana, y Aguilar había hecho lo propio con Estévez. A raíz de ello, Las Palmas se desplegó en más de una oportunidad y en la grada se cantó “gol” en el 42’ debido a un balón que rozaba el poste a disparo de León. No fue la única posibilidad, pues los canarios hacían gala de un fútbol alegre y vistoso.

Pero en el minuto 44 las tornas se intercambiaron. El Real Madrid salió velozmente al ataque y Pirri, a centro de Aguilar, remataba a la portería en forma de testarazo en una acción que no subiría al electrónico por fuera de juego. De esa manera llegaría el término de la primera mitad, y el Insular ya sentía cómo esa noche sería mágica. Esa noche no sería especial.

Así, tras la reanudación, el ritmo bajó en cierta medida, sobre todo en los pupilos de Sinibaldi. Los madrileños no supieron aprovecharlo del todo, si bien tuvieron acercamiento al área amarilla. Sin embargo, a los 33 minutos de la segunda parte, Germán culminaba con un fuerte tiro un contraataque llevado a la perfección. El Madrid, a partir de entonces, se desconectó y no dio muestras de sí.

Los más destacados en el conjunto grancanario fueron, por tanto, Germán, Tonono, Gilberto II y Niz. Por su parte, en el cuadro peninsular fueron Benito, Grosso y Zoco los más destacados. 

Clasificación provisional tras el partido

Equipo Puntos PJ. PG PE PP
Real Madrid 17 12 6 5 1
Valencia 16 11 6 4 1
Sevilla 14 11 5 4 2
Málaga 13 11 4 5 2
Las Palmas 13 12 4 5 3

El equipo insular no había conseguido en su historia ganar al Real Madrid en un partido de Liga. Lo había intentado en 28 ocasiones hasta ese momento, desde su debut en Primera División en el año 1951 (precisamente ante los madridistas) hasta 1971. Veinte años de infortunios para un equipo que incluso había quedado subcampeón de Liga. Fue en la Copa del Generalísimo cuando la Unión Deportiva rompió su maldición ante los blancos. Esa cita tuvo lugar también en el Insular, el 17 de mayo de 1970, con un resultado de dos tantos a cero. 

Este fue el primero de muchos encuentros en los que Las Palmas tendría la posibilidad de superar a rivales de gran entidad. Esta era la continuación de una generación de futbolistas de un nivel estelar, que tendría su secuela en las décadas posteriores.