Con una soleada tarde en el Estadio Gran Canaria se iniciaba un choque con tintes nostálgicos, con connotaciones de despedida y con un sabor agridulce. La titularidad de Valerón era síntoma de que su luz como futbolista encarrilaba su recta final, y la gente lo traducía en forma de ovación tras ovación, de olé tras olé cada vez que el mago de Argüineguín tocaba la pelota con sus pies. La realidad era que Juan Carlos se gustó en sus primeras caricias a la pelota, pero esos primeros minutos, que también eran los últimos para “El Flaco”, fueron de tanteo entre ambos conjuntos, sin llegadas claras y con mucho respeto por parte de ambas escuadras. 

De hecho, la primera llegada de todo el encuentro aparecería en el minuto catorce con un cabezazo de Aduriz que se marchó por encima de la portería de Raúl. Faltaba conectar ese último pase, ese último pasito para empezar a encontrarse con los porteros, pero no había manera de probar suerte. A pesar de todo, el dominio era más del Athletic que de Las Palmas; los bilbaínos tenían un poco más de cuerpo y de presencia, jugaban con una pizca más de criterio a la hora de seleccionar sus pases y de intentar salir. De esa manera, una internada de Williams por la banda izquierda estuvo a punto de sorprender a la UD, pero el canterano no estuvo acertado. 

El Athletic domina y Las Palmas quiere más ritmo

El Athletic empezaba a encadenar llegadas, comenzó a pisar cada vez más la portería de la UD y el respeto que se mantenían ambos iba desapareciendo. Las Palmas estaba un tanto desconectada, le hacía falta mantener un poco más de posesión si quería desquitarse del dominio vasco. El Ahtletic dominó un poco más la posesión durante la primera parte La manera de afrontar el partido por parte de los hombres de Valverde estaba siendo más inteligente; su equipo mandaba momentáneamente e Iraizoz ni la había olido en treinta minutos. En ese sentido, Las Palmas quería venirse arriba, buscaba salir un poco a la contra intentando buscar la velocidad y los desmarques de sus locos bajitos.

Los amarillos querían un poco más de velocidad y de ritmo, lo necesitaban para hacer algo de daño. Con esa premisa, empezaron a asomarse un poco más por la portería contraria. Poco a poco, le fue quitando la pelota al Athletic y su presencia en el campo rival se hizo más patente. Willian José comenzaba a ponerle las cosas muy complicadas a los defensas, les estaba empezando a dar bastantes problemas y la UD lo notaba.

A pesar de todo eso, el encuentro se mantenía en una igualdad desmedida que reflejaba la equidad entre vascos y canarios durante todo el encuentro. Esa cuestión conseguía que las ocasiones no llegasen, algo que no favorecía demasiado al espectáculo.

Un final con sabor amarillo

El final de la primera parte se asomaba y la UD seguía buscando el premio del gol. En esos minutos antes del descanso, fueron los hombres de Setién los que más ímpetu pusieron sobre el verde del Gran Canaria para adelantarse, pero la realidad era que el Athletic ya se conformaba, quizá, con ir a los vestuarios a reorganizar ideas y recuperarse para la segunda mitad. El fútbol no había aparecido demasiado, ni para Athletic ni para Las Palmas, las ocasiones se contaban con los dedos de una mano y los destellos de Valerón se habían apagado con el paso de los minutos, pero todavía quedaban cuarenta y cinco por delante.

Chispazos y poco fútbol; el Athletic a por más

El paso por los vestuarios mantuvo el guion del final de la primera parte, había ganas en ambos lados, pero seguía faltando un poco más de suerte para abrir el marcador. La sensación era que cualquiera de los dos podía ser capaz de meter el primero, pero estaba claro que sería el más avispado el que lo conseguiría. Siguiendo con ese extraño sentimiento que se olía sobre el Gran Canaria, el Athletic tomó un poco más de posesión y se acercaba a la portería de Raúl. Las ocasiones vascas aparecieron, siendo Aduriz el mayor protagonista.

Las Palmas desapareció un poco, volviendo a dar un paso atrás. Valverde hizo movió piezas para seguir incidiendo en sus opciones de ir a por el partido, aunque el cambio de De Marcos fue cuestión de unos problemas que tuvo tras llevarse un golpe. El partido se mantuvo algo plano, con pocas llegadas Sin embargo, todo se mantenía plano, las ocasiones inertes de los vizcaínos no fueron capaces de ponerle algo de salsa al partido, porque los amarillos no estaban del todo asentados sobre el césped y tenían falta de precisión, de chispa y de una pizca más de agresividad.

Setién también quería buscar más mordiente colocando a Momo en el campo. Por unos instantes, parecía que el encuentro iba a partirse, pero el Bilbao se recolocaba para dominar una vez más. Los vascos querían, los vascos buscaban con más insistencia la portería de Raúl y la pelota era suya casi en su totalidad, dejando que Las Palmas intentase llegar arriba a través de las contras y de querer meterle una marcha más al choque.

El adiós de un mito

Entonces, cuando el partido seguía su curso, la luz del fútbol de Juan Carlos Valerón se apagó para siempre. “El Flaco” se despedía para siempre, se despedía un caballero y un hombre que respiraba fútbol, que había sido todo humildad, todo sonrisas y todo buenas palabras. Era un momento en el que el tiempo se paraba y por la mente de muchos empezaron a desfilar esas imágenes de toda una carrera ejemplar. Se marchaba Valerón, se marchaba el mago, se iba un jugador irrepetible y alguien que, habiendo nacido en Gran Canaria y cuya segunda casa es Coruña, se había convertido  en patrimonio mundial del fútbol. La luz se apagó para siempre, Juan Carlos terminó con su carrera, pero comenzó con su leyenda. Gracias.

Pitos para Nauzet para un desenlace descafeinado

Volviendo al fútbol, la magia que seguía viva era la de un Jonathan Viera, quien seguía intentándolo de todas las maneras posibles, pero la defensa bilbaína estaba bastante atenta. Las intentonas se sucedían, la alegría iba por barrios, pero no había continuidad por parte de ninguno de los conjuntos. En esas, Nauzet Alemán volvía a jugar después de mucho tiempo estando apartado y señalado por parte de la afición; el de Las Mesas regresó al césped con una sonora pitada que retumbó en el Gran Canaria.

El final del choque estaba llegando, y las acometidas en el área empezaron a desaparecer, aunque Viera fue capaz de tener una en la que le pegó mal a la pelota y ésta terminó llegando a las manos de Iraizoz. El añadido hizo acto de presencia y el Bilbao se metió en el área amarilla, encadenando varios centros peligrosos que no terminaron por entrar. El partido terminaría muriendo sin goles y con poco brillo.

Un partido sin 'chicha' ni 'limoná'

De esta manera, UD Las Palmas y Athletic Club sellaron un empate en el que fútbol no estuvo muy presente. Eso sí, seguramente se esperaba un poco más del que ya ha sido el último partido de Las Palmas en el Estadio de Gran Canaria esta temporada. Se fue Valerón, se fue un pedacito de fútbol y un pedacito de los corazones de aquellos que aman el fútbol Ocasiones, lo que se dice ocasiones hubo pocas, y el último partido de Valerón no hizo honor a la carrera del eterno veintiuno. A pesar de todo, este partido quedará en la memoria de todos para siempre, por lo bueno y por lo malo. Se fue “El Flaco”, se fue un pedacito de fútbol, se fue un pedacito de todos y cada uno de los que aman el fútbol por encima de todo. 

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