Son pocos los aficionados amarillos que aún viven y disfrutaron de la mejor época del club en la élite. Pocos los que son capaces de recordar, que un día el equipo gran canario, formado casi exclusivamente por jugadores de la tierra, pudo arrebatarle una liga al Real Madrid.

La década de los sesenta, la llamada “época de oro” de la UD Las Palmas

Los primeros años de ésta década no fueron buenos. En el club se había resquebrajado la política de sacar jugadores de la tierra, canteranos que estuvieran dispuestos a partirse la cara por el equipo amarillo. Los fichajes foráneos habían hecho perder competitividad a un equipo que estaba perdiendo su identidad. Por ello, los primeros años de la década de los sesenta no fueron especialmente buenos. Todo esto vino acompañado de un descenso, tras una larga etapa en Primera División. La confianza de la afición, en un equipo que había respondido bien durante la década anterior, estaba agrietándose. No obstante, algo bueno estaba a punto de ocurrir. La cantera iba a darle al club mimbres suficientes para vivir una época de ensueño.

En el filial amarillo había unos jugadores que estaban despuntando, creando unas expectativas grandes. Tonono, Guedes, Castellano o Germán Dévora eran alguno de estos jugadores. Grandes tardes de fútbol en el estadio insular así lo confirmaron. Esta terna de jugadores devolverían al equipo a lo más alto del fútbol nacional. Y no es para menos, diecinueve temporadas de forma ininterrumpida en la máxima categoría así lo certifican, llegando incluso a jugar UEFA (antes denominada Copa de Ferias). Pero en el club amarillo no sólo se ganaba, el gusto por la tenencia de la pelota y su buen trato hacían brillar a un equipo inolvidable.

El punto de partida, el ascenso de Vicente Dauder El tercer ascenso del conjunto gran canario, en la temporada 63-64, hace que el equipo vuelva a estar entre los mejores. Pasadas cuatro temporadas en primera división el equipo empieza a ver resultados de la mano de Tonono, Guedes y compañía, que lo jugaban todo. Precisamente, en la temporada 67-68 el equipo ya acabó la liga en tercera posición y en la siguiente consiguió el subcampeonato. Todo de la mano de los jugadores mencionados anteriormente, que eran el fiel reflejo de lo que representaba el club canario. Aquel subcampeonato dejó al equipo amarillo como el máximo realizador. Y es que aparte de juego bonito, había gol. Esta es la cota más alta que la UD ha conseguido en sus 67 años de vida.

Aquella generación inolvidable llegó a la selección española.

Tonono, Guedes, Germán y Castellano llegaron a la selección absoluta, y acabarían disputando la Eurocopa de Suecia de 1968. Posteriormente, Martín Marreno, otro jugador amarillo, jugaría las rondas clasificatorias del mundial de México del 70. Tras estos años exitosos llegaron los argentinos, Carnevalli, Wolf y Brindisi, que también destacarían en el conjunto amarillo junto a los jugadores de la tierra. Con un total de tres participaciones en la Copa de la UEFA (Copa de Ferias), el equipo iría perdiendo aire. Muchos jugadores destacados acabarían fichando por equipos de más renombre y los años dorados irían quedando en el horizonte. No obstante, los aficionados más jóvenes del conjunto insular pueden levantar la cabeza y decir que algún día su equipo le disputó, de tú a tú, una liga al Real Madrid, o que llegó a competir en la final de la Copa del Rey contra un excelente FC Barcelona. Todo ello, con una generación de futbolistas canarios, que ha pasado a la historia como la mejor terna de futbolistas que ha dado Canarias hasta el momento.