Desde el inicio del encuentro, la UD  quiso convertirse en dueña del balón y la posesión ante un rival que no iba a amilanarse. Sin embargo, la primera ocasión fue un disparo periquito que Raúl consiguió atrapar en dos tiempos sin muchos problemas. Los amarillos querían construir desde atrás, pero el Espanyol estaba bien colocado sobre el césped; a través del orden, los de Quique Sánchez Flores buscaban hacer de menos el juego de toque de los locales, algo que no impidió que Viera probara a Diego López con un lanzamiento de falta que se fue un poco por encima de larguero en los primeros compases.

En ese sentido, cuando el Espanyol no podía frenar a Las Palmas con robos, lo hacía con faltas, dejándonos ver un partido, en ocasiones, trabado. A pesar de eso, otra vez Viera sacó su varita para dejársela perfecta a un Boateng que no pudo batir la portería de Diego López gracias a la estirada del guardameta. Las llegadas aparecían con cuentagotas, poco a poco, porque casi todo el fútbol se estaba jugando en el centro del campo.

Baptistao avisa pero se equivoca

Las Palmas tenía un poco más de peso en el juego, de hecho, estaba asomándose un poco más por la meta españolista. En una de esas, Livaja disparó con mucha potencia y el balón se envenenó de tal manera que Diego López la tuvo que mandar a córner in extremis. David García fue héroe y villano en una jugada donde Baptistao no quiso definir No obstante, en un error de David García dejó a la defensa en calzoncillos y Leo Baptistao tenía una autopista hacia la portería. El brasileño encaró a Raúl y no quiso ser egoísta, dejándole la pelota a Gerard para que éste la empujara, aunque David García, ejerciendo de héroe, apareció para sacarla sobre la línea de gol.

Era un aviso directo de un Espanyol que ya no estaba teniendo la pelota como antes, pero que a la contra se convertía en un enemigo muy peligroso. Por su contra, Las Palmas mantenía intacto su guion de ir a por el partido siendo fiel a su estilo, aunque eso no le estaba valiendo para ser un poco más incisivo en su ataque. A pesar de eso, el Espanyol seguía muy seguro, vigilando a los hombres amarillos de peligro, consiguiendo minimizar el fútbol de dos faros ofensivos como Viera y Tana por momentos.

Último empujón de la primera parte

El final de la primera parte se iba acercando y el Espanyol desapareció un poco, merced al buen hacer de los grancanarios con la pelota. Los de Setién se estaban moviendo muy bien, manejando la posesión de un lado a otro, con cada pieza alternándose y colocándose para evitar el yugo de la presión catalana. Con esas circunstancias, el conjunto visitante se vino un poco arriba y comenzó a apretar un poco más y a querer un poco más la pelota, consiguiendo desquitarse la presión de tener a Las Palmas constantemente con la pelota.

Ni aun así, ni Espanyol ni Las Palmas consiguieron ver puerta antes del receso, dejando todo por decidir para la segunda mitad del encuentro.

Todo seguía trabado

El paso por los vestuarios nos trajo una UD que seguía intentando ir a por el partido, buscando la pelota y queriendo construir. Boateng tuvo un partido flojo, pero en sus botas estuvieron dos de las mejores ocasiones del partido En ese sentido, el Espanyol apenas apareció durante los primeros minutos del segundo acto, pero a los amarillos les seguía faltando encontrar una pizca más de continuidad, una poquita más de chispa que le aportara una velocidad más. Aun así, a los de Sánchez Flores apenas les duraba la pelota cuando la tenían, los grancanarios parecían haber tomado un poco más la iniciativa a la hora de morder, de presionar.

A pesar de eso, un pase espectacular de Viera dejó a Boateng sólo delante de Diego López, pero el ghanés le pegó muy centrado y el portero pudo atrapar bien. Era una jugada para ponerla en el otro palo, pero el ímpetu de Prince le llevó a querer meterla él mismo en la portería. Con el partido marchando, Las Palmas se había roto un poco y el equipo había perdido un poco de continuidad para llevarse el partido.

Setién pone toda la carne en el asador

De esa manera, comenzó el baile de cambios y Setién sorprendió quitando del verde a Vicente para colocar a Tyronne, queriendo tener un poco más de presencia en el apartado ofensivo. Y una vez entró el canterano, los amarillos comenzaron a encerrar al Espanyol en su propia área, consiguiendo recuperar la pelota muy rápido y buscando atacar con insistencia. La entrada de Araujo era otro mensaje directo a los periquitos, y es que Setién quería ganar por encima de todo, tirando la casa por la ventana con los atacantes.

Entrábamos en los últimos diez minutos de partido y el olor de un empate a cero comenzaba a sentirse en el Estadio de Gran Canaria a pesar de los esfuerzos de los amarillos por inclinar la balanza. De esa forma, el Espanyol parecía conformarse con el empate y esperaban juntitos atrás con la intención de guardar su portería.

Un empate sabor agridulce

Los últimos minutos estaban siendo realmente tensos, con Las Palmas queriendo más y el Espanyol esperando algún regalo. A pesar de eso, el partido quedó en nada y el empate campeó en el marcador de forma un tanto merecida. A Las Palmas le faltó poner una velocidad más para llevarse el partido Cierto es que, por un lado, Las Palmas dispuso de más ocasiones y más control del balón, pero el Espanyol se mantuvo firme y Diego López estuvo demasiado serio como para sacar algo más positivo. Además, Las Palmas no tuvo la chispa de otros días para poder romper la portería de su rival.