La vida del portero no es sencilla. La soledad del arco, la presión y los focos abruman a un futbolista, que viste de corto pero destaca, normalmente por indumentarias de colores chillones. Una estirpe distinta, aquella de donde salen únicamente los elegidos. No se elige estar bajo palos, como el jugador de campo que varía su posición de lateral a central, o de centrocampsita defensivo a mediapunta. Para ponerse los guantes hay que creer en ello desde bien pronto. Las oportunidades no son demasiadas, ni siquiera durante un mismo partido. Banquillo o titularidad, salvo lesiones inesperadas. 

Hace tiempo la premisa era clara: un portero titular para toda la temporada y uno suplente que disputara los encuentros coperos o de menor importancia. Ahora la disputa se ha equilibrado. La competencia es más feroz que nunca y los cuerpos técnicos dudan como jamás habían hecho. La preparación, además, ha superado límites insospechados, convirtiendo a los preparadores de porteros en figuras imprescindibles.

La capacidad de superación, esfuerzo y dedicación se han vuelto aptitudes clave para el desarrollo de un portero, más allá de sus características técnicas. Hay que ganarse el puesto, y si es acorde con la necesidad de morbo, mejor. En los medios de comunicación se tratan, en ocasiones, las confrontaciones futbolísticas como si de auténticas luchas encarnizadas se tratasen. Esto ahonda en la concepción de que cualquier situación es caldo de cultivo para la polémica, la polarización y el engaño.

En este marco de incertidumbre, normalizada ya de manera casi involuntaria, Las Palmas y Athletic se verán las caras el próximo lunes (19:45, hora canaria) con el futuro de sus respectivos guardametas en un puño. Raúl Lizoaín y Javi Varas se lo han puesto más difícil que nunca a Quique Setién. Lo propio han hecho Gorka Iraizoz y Kepa Arrizabalaga con Ernesto Valverde. Un bonito duelo en la portería que, por el momento, se ha saldado con minutos a partes prácticamente iguales. 

Lizoaín y Varas: un canterano y un sevillano adoptado

La portería amarilla ya no tiene un dueño claro. Javi Varas comenzó siendo titular a principios de temporada, como se esperaba y tal y como había sucedido la pasada campaña. El cancerbero con más experiencia y galones de la plantilla había llegado tras el ascenso. Y ya dejó huella en sus primeros meses. Un sevillano adoptado en Gran Canaria. Durante el actual periplo liguero ha disputado siete partidos, es decir, un total de 630 minutos.

Varas se quedó en el banquillo por primera vez en Pamplona

Pero el carácter indiscutible de su presencia bajo palos empezó a ser cuestionado por Setién el pasado 1 de octubre, en plena séptima jornada, justo antes del segundo parón internacional del curso. Varas se quedó en el banquillo y Raúl Lizoaín salió a escena. El motivo aducido, un proceso gripal que había dejado mermado al meta andaluz. Quince días más tarde, cuando la competición doméstica volvió a andar, la situación se repetía, esta vez ante el Espanyol, en el Estadio de Gran Canaria.

El club seguía una línea de oscurantismo que le llevaba a no dar mayor detalle de la situación. Se especulaba con posibles desavenencias en el transcurso de las negociaciones por la renovación del propio Varas, pero nada se confirmaba. Mientras, Lizoaín atravesaba una montaña rusa de emociones. Fue cuestionado y ensalzado. Abucheado y aplaudido. Pero la incipiente veteranía del canterano, ya con 25 años a cuestas, le daba serenidad para continuar su camino. 

Jugó cinco partidos de manera consecutiva, entre las jornadas 7 y 11. Pero tras un nuevo parón internacional se presentaba un esperado encuentro en el Estadio Benito Villamarín, ante el Betis. Las tornas volvieron a cambiar. Javi Varas regresaba a la titularidad y tomaba ligera ventaja en la carrera. La decisión del cuerpo técnico fue dar confianza otra vez al ex del Sevilla, pero es en esa horquilla de duda donde se mueve en estos momentos el entorno amarillo. Siete Palmas será testigo, en cuatro días, de un capítulo más. 

Javi Varas atrapa un balón (imagen de archivo) | Fotografía: Dani Mullor / VAVEL
Javi Varas atrapa un balón (imagen de archivo) | Fotografía: Dani Mullor / VAVEL

Kepa y Gorka: el empate se romperá en la isla

En la portería del Athletic Club se vive una situación semejante. Comenzó la pretemporada y en Bilbao debía solventarse el dilema, que ahora se ha convertido en un triple debate para el técnico del conjunto vasco. Kepa Arrizabalaga había estado cedido dos campañas, la primera en la Ponferradina y la segunda en Valladolid. Cumplió la veintena de edad y se doctoró en Pucela de la mano de hasta tres entrenadores. Garitano, Miguel Ángel Portugal y Alberto López otorgaron su confianza por igual al meta vizcaíno. Regresó a Lezama y allí se tendría que dilucidar su futuro. 

Gorka Iraizoz, por su parte, es la experiencia personificada. Llegó al equipo en la temporada 2007-2008, pero fue en 2009 cuando se hizo con la titularidad, habiendo disputado desde entonces hasta la actualidad un mínimo de 33 encuentros por campaña. Es ahora, cuando las nuevas generaciones llegan con fuerza, el momento más duro del portero navarro. Este pasado verano pudo abandonar la disciplina vasca, pero decidió quedarse y pugnar por el puesto que tanto ha defendido en los últimos años.

Iago Herrerín es el tercer componente del triple debate

Estos dos cancerberos se están repartiendo los minutos en Liga salomónicamente: seis partidos, 540 minutos para cada uno en las doce jornadas de competición doméstica disputadas hasta hoy. No obstante, hay un tercer componente del triple debate: Iago Herrerín. Tras varias temporadas ejerciendo de suplente de Iraizoz, Valverde le ha dado la oportunidad de desempeñarse en Europa League y, probablemente, próximamente en Copa del Rey. 

Gran Canaria dictará sentencia el próximo lunes. El cuerpo técnico vasco baraja dos cartas sobre la mesa, pero escogerá tan sólo después de haber deshojado la margarita. Gorka y Kepa, veteranía y juventud, marcan la transición generacional que algunos clubes ya están emprendiendo. Otro ejemplo de ello es el Barcelona, que decidió vender a Claudio Bravo para dar confianza a Ter Stegen. Pero la idea de que dos porteros se complementen, aunque la rotación en Liga no ha sido históricamente frecuente, no ha nacido esta temporada.

Iraizoz saca de puerta durante un partido (imagen de archivo) | Fotografía: Dani Mullor / VAVEL
Iraizoz saca de puerta durante un partido (imagen de archivo) | Fotografía: Dani Mullor / VAVEL

Guardiola, Ancelotti y el mismo Valderde 

El rol actual de los guardametas les obliga a estar en constante alerta. Uno de los precursores en la idea de las rotaciones en la portería fue Pep Guardiola. El ahora técnico del Manchester City escogió a Víctor Valdés como defensor del arco en Liga y Champions y a Pinto para la Copa del Rey. Una premisa fundamental durante su periodo en Can Barça que modificó parcialmente Carlo Ancelotti en el Real Madrid. El italiano optó por Diego López en Liga y por Iker Casillas en Champions y Copa del Rey. 

Hasta el propio Valverde ha hecho lo propio, y no es este año su primera vez. Hay que remontarse, así, a la temporada 2012-2013, durante su andadura en el banquillo del Valencia. El técnico se decantó por complementar a Diego Alves y a Guaita, haciendo que, casi de modo simétrico (al igual que Iraizoz y Arrizabalaga), se turnaran en competición doméstica. Ahora es Quique Setién otro de los entrenadores que abogan por ese método, una forma de mantener 'enchufados' a los dos futbolistas. Por comprobar quedará si es una decisión coyuntural o a largo plazo.