Si hay una característica que ha definido a la UD Las Palmas en los últimos meses, en especial en este 2016, es la clase. La categoría con la que el equipo afronta los partidos, con un estilo propio, definido y particular, otorgan al club una entidad superior a la que durante años tuvo, años de dificultades que llevaron al esfuerzo común en post de un premio que llegó en forma de ascenso. La clase amarilla vive ante la batuta de un santanderino, Quique Setién, que llegó a la isla como un desconocido para el público canario y se ha convertido en la piedra angular de un proyecto deportivo ambicioso como pocos recuerdan en Canarias. Un profesor perfecto para unos alumnos afables en el campo y no tanto fuera de él.

Alejado de los focos, perfil bajo en lo mediático, Quique Setién actúa como el director de orquesta que, desapercibido, dirige con batuta fina y sin estridencia una orquesta que no desafina en demasía, ni en los recintos más hostiles. Setién ha llevado a la clase amarilla la clase y el estilo de quién se sabe líder en silencio.

Ramírez: “Le hemos hecho llegar una oferta de renovación”

Las palabras del presidente de la entidad amarilla, Miguel Ángel Ramírez, han venido a confirmar públicamente la importancia que tiene el entrenador para un proyecto de estas características. El estilo de Las Palmas no se negocia y con Quique se ha acentuado esa importancia.

Salvar a la UD Las Palmas la temporada pasada fue solo el principio del asentamiento de la idea. El 2016 se ha cerrado con el equipo cómodamente instalado en la zona media de la tabla, 10º con 21 puntos (nueve sobre el descenso y a siete de puestos europeos). Renovar a Quique Setién es la apuesta por mantener el estilo, la hoja de ruta y el proyecto más eficiente que se recuerda en Pío XII.